Los becarios de investigación nos organizamos

Escribe Agustina M.

Contra los despidos y por la conquista de nuestros derechos laborales.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Los becarios de investigación representamos una proporción importante de los trabajadores de ciencia en el país. Sin embargo, constituimos el escalafón más precarizado del sistema científico porque carecemos de los derechos laborales más elementales, como un recibo de sueldo en regla, aportes jubilatorios, aguinaldo, antigüedad, cobertura médica para nuestro grupo familiar. Esto ocurre a pesar de ser graduados de carreras universitarias, de haber concursado y pasado por estrictos -en ocasiones, cuestionables- requerimientos de acceso.

La beca implica una dedicación exclusiva, por lo que no podemos tener otros trabajos que no sean un cargo docente, que los organismos tampoco se encargan de garantizar. Por eso resulta inaceptable que el mal llamado “estipendio” se ubique en niveles de pobreza y casi indigencia en el caso de las becas de la Universidad de La Plata ($27.000) o de becas CIN ($25.500) y que apenas cubra la canasta básica alimentaria en los mejores casos. Los estatutos y reglamentos legitiman la precarización a la que estamos sometidos.

Los científicos en formación venimos organizándonos en colectivos de becarios, nos reunimos en asambleas deliberativas y nos movilizamos en lucha por nuestros derechos. Producto de la organización, hemos obtenido importantes victorias, como la equiparación al salario de un JTP para les becaries UBA en 2015 y la multitudinaria toma del Mincyt en 2016 contra el ajuste en ciencia y técnica del gobierno de Macri.

Becarios en tiempos de pandemia

Los becarios no hemos sido ajenos a la crisis sanitaria desatada por el Covid19. Con nuestros lugares de trabajo -laboratorios, institutos, universidades, archivos y bibliotecas- cerrados por la cuarentena, las reuniones científicas suspendidas y con una limitadísima oferta de seminarios de formación en modalidad virtual, hemos visto nuestro trabajo trastocado, retrasado o directamente interrumpido. Lo que no ha frenado son los requerimientos burocráticos que pide el sistema científico: los organismos pretenden mantener convocatorias, pedidos de informes y fechas de finalización de becas en las mismas condiciones que antes de la pandemia, lo que implica que aquellos becarios cuyas becas terminan este año no tienen garantizada su continuidad laboral y pueden quedar en la calle. Esto no constituye otra cosa que un despido encubierto, en un momento en el que por la crisis económica la dificultad para conseguir otro empleo es más que evidente.

Gracias a la organización colectiva, hemos conseguido la prórroga de las fechas de entrega de informes en el caso de las becas UBA y la prórroga por un año de las becas de Conicet que finalizaban en 2021, pero solo por cuatro meses para las que finalizan en marzo de 2020, lo que significa quedarse sin trabajo a fines de julio. En cuanto a las becas UBA que finalizan en agosto, el rectorado retrasa cualquier definición e ignora los pedidos de reunión que presentamos. A esto se suma el reclamo por las licencias: si bien se nos reconocen en algunos reglamentos, resulta paradójico que no vengan acompañadas por una extensión de la duración de la beca y de las fechas límites de entrega de informes y tesis, lo que nos obliga a trabajar incluso habiendo tomado la licencia. La conquista de verdaderas licencias por maternidad, enfermedad y/o personas a cargo debe venir de la mano de una extensión de la duración de las becas.

La pandemia no hace sino revelar la gravedad de la precarización laboral a la que los organismos de CyT, las universidades y el Estado nos someten. Mientras la importancia del desarrollo científico en función de las necesidades humanas queda en evidencia como nunca antes, asistimos al despido de aquellos que lo llevan adelante. Nuestros reclamos y necesidades son incompatibles con los intereses de las camarillas universitarias, que le han dado la espalda a la comunidad educativa y científica, una vez más, durante la pandemia, al imponer una educación virtual improvisada, sin inversión de recursos para proveer equipamiento, capacitación y conectividad a sus docentes y estudiantes, sometiendo a la docencia a jornadas laborales que superan por mucho la dedicación y manteniendo el mal llamado trabajo “ad honorem”. Por su parte, el gobierno nacional confisca la cláusula gatillo, amenaza las jubilaciones docentes y decreta el congelamiento salarial, descargando los costos y el esfuerzo por mantener la educación y la investigación a distancia en los hombros de los trabajadores docentes y becarios. Mientras tanto, subsidia a la patronales privadas, paga vencimientos millonarios de deuda y negocia el pago de una deuda impagable e ilegítima, que nos pondrá bajo la tutela del FMI e intentará imponernos una reforma laboral que conduce al deterioro de nuestras condiciones de vida y trabajo. Por eso, los becarios debemos luchar codo a codo con nuestros compañeros docentes, estatales y con el conjunto de la clase trabajadora por el aumento presupuestario y salarial, por la conquista y defensa de nuestros derechos laborales.

Los becarios debemos seguir organizándonos para lograr:

-La extensión de todas las becas durante un año. ¡No a los despidos!

-El otorgamiento inmediato de licencias con extensión de las becas.

-La ampliación de nuestra cobertura médica a todo el grupo familiar.

-El reconocimiento de todos nuestros derechos laborales, la continuidad laboral.

-La apertura de paritarias, aumento salarial. -El aumento presupuestario para ciencia y técnica y para las universidades.

-El no pago de la deuda.

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