EE.UU.: “echando nafta al fuego”

Escribe Norberto Malaj

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Con más de 140 mil muertos y un incremento exponencial de contagios, EE.UU. podría llegar a las elecciones de noviembre con medio millón de muertos en “un otoño aterrador” (The Guardian, 18/7). Es lo que dicen los epidemiólogos, a pesar de que el vice de Trump, Mike Pence, un mes atrás, decía que “no habrá una segunda ola de coronavirus en EE.UU.” y vamos “ganando la lucha contra el enemigo invisible” (ídem). En palabras de William Hanage, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, EE.UU. pareciera marchar tras una especie de suicidio colectivo: es como si el país estuviera "pisando agua en medio del océano" (ídem) y las autoridades “arrojaran combustible al fuego” (ídem).

“A principios de junio, EE.UU. despertó de una pesadilla de meses. El coronavirus había brutalizado el noreste, con solo la ciudad de Nueva York registrando más de 20,000 muertes, los cuerpos amontonados en camiones refrigerados. Miles de personas refugiadas en casa. Se acabó el arroz, la harina y el papel higiénico. Millones de trabajos desaparecieron” (ídem). Fue entonces que la curva se aplacó un poco y Trump reclamó contra viento y marea volver a la “normalidad”.

La pesadilla reaparece ahora agravada. Trump exige no sólo la vuelta a trabajo sino también a clases en escuelas y universidades. Pero “los casos están en aumento en 40 de 50 estados, Washington DC y Puerto Rico. La semana pasada, EE.UU. registró más de 75,000 casos nuevos diariamente, cinco veces la tasa de toda Europa” (ídem).

"Se superan los tiempos previos al cierre", dijo Jennifer Nuzzo, epidemióloga del Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud. “Por terrible que parezca la posición actual, los meses venideros se ven aún peor. El país anticipa cientos de miles de hospitalizaciones si se repiten los promedios anuales durante la próxima temporada de gripe. Esas hospitalizaciones agotarán aún más la capacidad de las clínicas sobrecargadas” (ídem).

“Otros factores estarán en juego. Una abrupta reapertura de las escuelas en el otoño, como lo exigieron Trump y la secretaria de educación, Betsy DeVos, sin las medidas de seguridad recomendadas por los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), podría crear nuevos eventos de supersecretores, con consecuencias desconocidas para los niños” (ídem).

EE.UU. ha caído en el más absoluto descrédito. Sus cifras de contagiados y muertes no tienen parangón. Italia, “después de una primavera horrible … registró solo 169 nuevos casos el lunes. Corea del Sur ha mantenido los casos en cifras de dos dígitos desde abril. Hasta muchos países africanos, dice Amanda McClelland, directora de un programa global de prevención de epidemias, países como Ghana, se han centrado en el seguimiento de contactos y de los eventos de superpredación, con resultados muy superiores o Etiopía que mantuvo sus fronteras abiertas, pero tienen pruebas realmente agresivas y una búsqueda activa de casos para asegurarse de que no falten casos” (ídem).

"En EE.UU, los grandes laboratorios que procesan las pruebas de Covid-19 no pueden satisfacer la demanda. Quest Diagnostics anunció el martes que su tiempo de respuesta promedio para los resultados de la prueba fue de un mínimo de siete días para la mayoría de los pacientes.

Los casos se disparan, pero supuestamente las tasas de mortalidad no están subiendo tan rápidamente, pero en EE.UU. “los nuevos casos están afectando desproporcionadamente a los adultos más jóvenes” (ídem).

A todo esto, julio es el último mes en que rige el IFE de EE.UU.

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