Escriben Juan Cruz Mondino y Lautaro Santkwosky
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Un nuevo crimen mafioso enluta a los barrios rosarinos. Eduardo Trasante, ex concejal del partido Ciudad Futura, fue asesinado el pasado martes cuando dos sicarios lo ejecutaron de un tiro en la cabeza frente a su familia en su casa de barrio Alvear de la ciudad de Rosario. Escenas criminales y balaceras se producen día a día en esta ciudad que cuenta más de 100 asesinatos relacionados a la guerra narco en el año.
Trasante, pastor evangélico, era padre de Jeremías Trasante, una de las víctimas del triple crimen de Villa Moreno, ocurrido en 2012. El hostigamiento de los narcos a la familia Trasante nunca cesó, ni siquiera tras haberse convertido Eduardo en una figura pública. En 2016 fue ejecutado Jairo, otro de los hijos de Trasante. La impunidad con la que los dos sicarios se movieron la noche del 14 de julio anterior, captada por cámaras cercanas al lugar del hecho, da cuenta del modus operandi de las bandas narco en la ciudad, operando en zonas liberadas por la policía.
El diputado provincial y periodista Carlos del Frade hizo responsable del crimen a narcos reconocidos de la banda Los Monos que se encuentran presos en el servicio penitenciario federal, “quienes habían dicho que iban a tirar un muerto todos los días para ensuciar el territorio político en la provincia”. El libre accionar de los narcos no podría tener lugar sin la complicidad y el involucramiento de las fuerzas de seguridad, a las cuales el gobierno de Perotti pretende “depurar”. El aparato represivo de Santa Fe está metido hasta el tuétano con el narconegocio, con una absurda cantidad de funcionarios investigados y condenados.
Los concejales de Ciudad Futura realizaron una conferencia al día siguiente, llamando al diálogo a todo el arco político de la ciudad, que se hizo presente. Fuerzas políticas como el Partido Socialista o el Partido Justicialista lloran lágrimas de cocodrilo, ya fueron sus gobiernos los que permitieron el desarrollo del negocio del narco, vinculado estrechamente a los puertos privados ubicados en el Paraná, la “zona roja” del tráfico de cocaína, según la DEA.
Hay un hilo conductor entre la barbarie que viven los barrios rosarinos, y la complicidad del Estado con las bandas que se disputan el control de los barrios por el negocio de la droga. Exigimos el esclarecimiento del crimen de Trasante.