Hacia el acuerdo “imposible de cumplir”

Escribe Marcelo Ramal

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Las informaciones periodísticas de estas horas dan cuenta de un inminente acuerdo entre el gobierno y los bonistas con deuda con jurisdicción extranjera. Aunque aún se sabe muy poco, el acuerdo se habría alcanzado a partir de concesiones de Fernández-Guzmán: la primera tiene que ver con un adelantamiento de los pagos futuros, o sea, un nuevo acortamiento del “período de gracia”. La segunda cuestión tiene que ver con las cláusulas legales de los nuevos bonos a entregar, facilitando a BlackRock y los demás las condiciones para iniciarle un futuro juicio a la Argentina, en caso de que el país ingrese en una nueva cesación de pagos. Aceptando estas dos cuestiones, Guzmán se colocó a muy poco de la contraoferta de los bonistas, la misma que, días atrás, se había considerado de “imposible cumplimiento” si se pretendía, por ejemplo, “respetar los intereses de los jubilados”.

Estas dos últimas concesiones tienen un claro significado: de un lado, el adelantamiento de pagos implica un claro corset sobre la política económica del gobierno FF, que deberá comenzar a modelarse en el cumplimiento de los pagos de deuda. Además de estos compromisos, está la deuda con legislación local, que será votada por el Congreso, los pagos a acordar con el FMI y la deuda dolarizada con Templeton y Pimco, que acaba de presentarse también en Diputados. Este es el horizonte “nacional y popular” que comienza a diseñar el posible arreglo de esta tarde, en un país arrasado por el derrumbe industrial, la crisis sanitaria y la desocupación y subocupación masiva. En los prolegómenos de la oferta que habría sido presentada esta tarde, Guzmán visitó a Cristina Kirchner, para recibir su aprobación.

Según se informa, el envión final tuvo a dos impulsores decisivos – el propio FMI y el gobierno norteamericano. En ambos casos, promoviendo las últimas concesiones del gobierno FF, primero, y convocando a los bonistas a aceptarlas después. Es evidente que, en el horizonte de los bonistas, aparece otra zanahoria a la vista: la del inicio de negociaciones entre Guzmán y el Fondo, cuyo adelanto el propio ministro había anunciado horas atrás. Un acuerdo con el FMI implicará la promesa oficial de un programa económico, que no dejará afuera a una reforma previsional. Entre la garantía del FMI y las mayores facilidades para entablarle futuros pleitos a la Argentina, BlackRock y los otros aspiran a levantar el valor de reventa de los bonos argentinos, con vistas a desprenderse rápidamente de ellos.

El gobierno de “todos”, en definitiva, se ha colocado en la ruta del acuerdo “imposible de cumplir”. En el escenario de catástrofe económica en curso, es también el camino de choques sociales de fondo.

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