Segundo cuatrimestre: organicemos la lucha de los docentes universitarios en todo el país

Escribe Agrupación Naranja Tendencia - docentes e investigadores universitarios

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Transcurrido todo un cuatrimestre de clases virtuales en el contexto de la pandemia y la cuarentena (hoy en jirones), y cuando estamos ingresando al segundo bajo la misma modalidad, las limitaciones estructurales del sistema educativo argentino y, del sistema universitario en particular, han quedado expuestas de forma descarnada.

La crisis social y sanitaria, pero por sobre todo los desmanejos, improvisaciones y desatención del Ministerio de Educación y los Rectores de las necesidades básicas planteadas para la enseñanza y el aprendizaje en este marco extraordinario, han puesto de relieve y empeorado la grave situación de nuestra educación pública. Particularmente del sistema universitario, sucesivamente golpeado por las reformas mercantilistas de todos los gobiernos y actualmente amenazado con una bancarrota a la que sólo podrá hacer frente y detener una vigorosa movilización de estudiantes, docentes y no-docentes, junto al resto de los trabajadores en pos de nuestros derechos y de un cambio radical.

Luego de varias décadas de desfinanciamiento y ajuste presupuestarios, de reformas privatizadoras y de entrelazamiento de intereses entre las autoridades universitarias y los grupos capitalistas, el resultado no podía ser otro más que una profundización y agravamiento de los problemas pre-existentes.

La virtualización y la falta de inversión y recursos pusieron crudamente de manifiesto las profundas desigualdades en el acceso a la educación: miles de estudiantes han quedado fuera de la cursada a pesar de la sobrecarga laboral y el enorme esfuerzo realizado por los docentes. Ingresamos a un segundo cuatrimestre virtual con condiciones de trabajo y de cursada enormemente deterioradas, sin que el gobierno ni las gestiones hayan atendido los reclamos planteados.

Durante el primer cuatrimestre, el acceso a los medios tecnológicos y la conectividad corrió a cuenta de docentes y estudiantes, muchos de los cuales tuvieron grandes dificultades o directamente no pudieron disponer de estos recursos. En cuanto a los docentes, nuestras horas de trabajo se vieron incrementadas, sin contar con capacitaciones adecuadas para la enseñanza virtual, y tuvimos que pagar de nuestros bolsillos los gastos adicionales por el trabajo desde el hogar. Las licencias y dispensas no fueron respetadas, obligando sobre todo a muchas compañeras a tener que trabajar estando al cuidado de niños y mayores. En algunos casos, los docentes tuvieron a cargo comisiones masivas que conllevaron un enorme desgaste físico y psíquico para dar clases, evaluar y corregir, sin que se ampliase la planta docente para abordar mejor esas tareas. Los docentes ad-honorem siguieron trabajando de manera gratuita, sin derechos laborales ni obra social en medio de la pandemia.

Esta situación de sobrexplotación laboral es inadmisible y no puede prolongarse más. El planteo elemental y común por el que es necesario organizarse y pelear es que el gobierno y las autoridades universitarias deben dar respuesta inmediata, brindando condiciones de trabajo y aprendizaje acordes. Las computadoras y la conectividad deben estar enteramente a cargo de las universidades y el Estado, rechazamos los créditos para descargar sobre nuestras espaldas el costo de la virtualidad. Reclamamos el cumplimiento del Convenio Colectivo de Trabajo en todo el país, el respeto de las horas de trabajo correspondientes a nuestros cargos, el salario para todos los ad-honorem, la designación de más docentes para cubrir la demanda estudiantil, el derecho a la desconexión virtual, el acceso a licencias y dispensas sin restricciones, otorgar a los estudiantes los medios y el acceso gratuitos entre los principales problemas.

De la misma manera que reclamamos condiciones para trabajar desde la virtualidad mientras se extienden los contagios en todo el país, rechazamos cualquier intento de retorno a las aulas (que hoy constituiría una masacre) que no sea discutida y aprobada por el conjunto de los docentes, estudiantes y no-docentes, que somos los que pondremos el cuerpo en los establecimientos educativos. La presión para volver a las aulas no es un patrimonio exclusivo de nuestro país: en EE.UU. las presiones de Trump para volver a la presencialidad están provocando el crecimiento del movimiento huelguístico en la docencia universitaria. El protocolo de Trotta es una burla incompatible con la vida de los que trabajamos y estudiamos en la universidad ya que no es aplicable en los establecimientos en los que trabajamos.

Una rebaja salarial histórica

El poder adquisitivo del salario docente universitario ha caído descomunalmente como consecuencia de las devaluaciones monetarias y de las últimas paritarias.

En julio de 2012, un profesor adjunto con dedicación exclusiva y antigüedad promedio de 10 años, cobraba un salario bruto de 2109 dólares mensuales. Hoy, ese mismo cargo recibe menos de 900 dólares.

Al pago en cuotas y al recorte salarial por medio del impuesto a las ganancias aplicado a los trabajadores (una herencia del anterior gobierno K), se le sumaron nuevos mecanismos de confiscación, como las cláusulas de revisión que los gobiernos desconocen o manipulan, o el pago en cuotas del aguinaldo.

La mayor parte de la docencia universitaria tiene dedicaciones parciales o simples, con salarios por debajo de la línea de pobreza. Una parte importante, incluso, no cobra ningún salario por su trabajo o es contratada como monotributista por períodos breves.

Si sumamos a este cuadro, que el gobierno tiene en carpeta el desmantelamiento del régimen jubilatorio de la docencia universitaria, queda claro que el ataque a nuestros salarios aún no ha concluido.

Es fundamental que los docentes universitarios encaremos la discusión paritaria 2020 y la crisis educativa de conjunto con conciencia de todo lo que está en juego. No se pueden repetir los errores de la paritaria 2019. Advertimos que las camarillas y el gobierno intentan calmar el descontento docente por los gastos que acarrea la virtualidad con créditos para equipos tecnológicos como los que se han lanzado para la educación inicial y media, cuando son ellos quienes deberían proveer los medios de trabajo. Exigimos un aumento salarial indexado por inflación y que cubra los gastos adicionales que implica la virtualidad, y el salario ya para los docentes ad-honorem.

La educación o la deuda externa

Mientras mantiene congelada la paritaria docente y miles de estudiantes son expulsados de la universidad por no tener acceso a los recursos que requiere la virtualidad, el gobierno de Alberto Fernández ha operado en lo que va del año, una feroz transferencia de ingresos hacia la clase capitalista: ha mantenido en pie las Leliq favoreciendo un negocio financiero con ganancias siderales para la burguesía; ha subsidiado a las grandes empresas y dispuesto moratorias para los aportes patronales; ha financiado el IFE con los fondos del ANSES; ha pagado miles de millones de dólares de deuda pública y la frutilla del postre... acaba de acordar con los bonistas el pago de una deuda usuraria prácticamente en los términos de estos impusieron. El acuerdo contempla el pago de la totalidad de la deuda y una disminución de los intereses en los próximos tres años. Sin embargo, el Estado argentino está quebrado y carece de financiamiento internacional, no tendrá en los próximos tres años los fondos necesarios para pagar la deuda. Todavía resta acordar con el FMI por la deuda contraída bajo el macrismo, que reclamará un desmantelamiento del sistema jubilatorio de reparto. La próxima gran pulseada será por la reforma previsional que, entre otras cosas, tiene en la mira los “regímenes especiales” que todavía quedan en pie como el de los docentes universitarios.

Paralelamente, el gobierno devaluó el presupuesto educativo en más de un 50% y lo maneja con absoluta discreción, buscando disciplinar al conjunto de las camarillas universitarias, como lo demostró con el reciente anuncio de las obras de infraestructura.

El pago de la deuda es incompatible con la satisfacción de los reclamos y necesidades de los trabajadores y los sectores populares. Está planteada una gran campaña contra el pago de la deuda, por la estatización de la banca y por una reorganización general del país bajo dirección de los trabajadores.

Se impone preparar y organizar un plan de lucha sistemático y nacional

Al compás de la crisis y de la pandemia, a los docentes universitarios se nos está imponiendo un retroceso histórico en las condiciones salariales y laborales, así como a la calidad de la enseñanza y aprendizaje.

Los compromisos de pago de la deuda y la próxima negociación con el FMI supondrán un intento de ajuste mucho mayor por parte del gobierno, como ya se vislumbra contra la ley jubilatoria universitaria.

Frente a este cuadro, las burocracias de FEDUN y CONADU han sido la correa de transmisión de las políticas gubernamentales sin chistar, aunque esto no sea una novedad. Pero lo que constituye una traba decisiva a la movilización docente es la adaptación cada vez más manifiesta de la CONADU-Histórica a la política oficial, llegando al punto de saludar las medidas que ha tomado el gobierno frente a la pandemia, como ocurrió en la primera reunión del comité de crisis nacional. A lo largo del primer semestre, no se realizó más que una sola jornada nacional de lucha, a la que no se le dio continuidad. Y estamos iniciando el segundo sin ninguna medida de fuerza prevista frente a la situación apremiante que estamos atravesando. Con este inmovilismo, la actual conducción de la federación golpea una larga trayectoria con la que ganó autoridad frente la docencia universitaria nacional.

En ausencia de un plan de lucha de conjunto, el gobierno vio facilitada la tarea de quitarnos la cláusula gatillo, imponernos una reglamentación de las condiciones de la virtualidad totalmente desventajosa y un protocolo de retorno a las aulas sin consultarlo con los gremios. Continúa dilatando la convocatoria a la paritaria, profundizando el deterioro salarial frente a la inflación galopante.

En este marco, se impone un cambio de orientación de la CONADUH para organizar la lucha de la docencia universitaria a nivel nacional. Desde la Agrupación Naranja (Tendencia) planteamos la necesidad de desarrollar una campaña por un congreso de bases del conjunto de la docencia universitaria, que convoque a la base de las otras asociaciones, y elija delegados en asambleas, para impulsar un plan de lucha nacional por todos nuestros reclamos y por la coordinación de las luchas con los estudiantes y el conjunto de los trabajadores.

En la experiencia de las últimas décadas, este tipo de iniciativas quebró en repetidas ocasiones la parálisis y la entrega de los aparatos. Preparar un congreso de bases que además formule un programa de respuesta de los trabajadores a la crisis sin salida del capitalismo.

En esa perspectiva, llamamos a la docencia universitaria de todo el país a desarrollar una deliberación política profunda sobre las alternativas que nos plantea esta crisis y a luchar por una salida propia.

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