Escribe Joaquín Antúnez
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El segundo cuatrimestre ha comenzado con una expulsión de estudiantes que no puede pasar desapercibido. Los cupos para las materias no han sido garantizados de ninguna manera, provocando que muchos compañeros no sólo no hayan tenido la posibilidad de anotarse ya no a las materias que tenían previsto sino directamente a no poder mantener la cursada durante los próximos cuatro meses.
El rectorado y sus agrupaciones estudiantiles, Alianza Universitaria-Juana Azurduy (Campora, CEPA, MUI), intentaron anticiparse durante las semanas previas promoviendo durante semanas “la solidaridad a la hora de anotarse” y votando en los consejos cupos máximos de 4 materias para todos los estudiantes, asegurando que de esta manera “estaba garantizada la cursada para todos”. Lo que ha sucedido no es nuevo, sucede que mientras en condiciones normales la propia presencia de los estudiantes en la universidad permitía rápidamente imponer algunos cursos y cupos “extras”, hoy la virtualidad lo ha expresado sin tapujos.
Esta expulsión de estudiantes, o como manifiestan los propios compañeros, la necesidad de “cursar cualquier cosa, solo para poder seguir avanzando en la carrera” define la orientación social de quienes dirigen la universidad. Mientras no existe ninguna garantía para cursar siguen cerrando acuerdos y convenios en favor de los monopolios y el capital financiero internacional como, por ejemplo, el Banco Santander.
Muestra harto evidente es, por un lado, que la cursada virtual no ha sido garantizada de ninguna manera, ni para estudiantes ni para docentes de nuestra casa de estudios. Lo cual resulta irónico que una universidad que durante años hizo alarde de su funcionamiento modelo en la virtualidad e incluso en la combinación de presencialidad y virtualidad, llamadas bimodales.
La falta de materiales para hacerlo (computadora, wifi) se ha agravado con la degradación de las condiciones de vida de miles de jóvenes, que siendo trabajadores y estudiantes han sufrido despidos, recortes de salarios o han tenido que volcarse a jornadas extendidas atenuantes, por lo cual, el proceso de aprendizaje ha sufrido una sentencia de muerte desde su propio inicio.
Por el otro lado, la docencia universitaria no ha recibido ningún impulso o formación para lograr trasladar la cursada presencial a la virtual, lo que derivó en una extensión misma de la jornada de trabajo, jamás remunerada. Incluso las materias bimodales sostuvieron los mismos problemas que las 100% presenciales, tirando por la borda una garantía para la virtualidad sin un trabajo extra de los propios docentes. Sobre las condiciones para dictar clases, poco se ha hecho. Vale nombrar que una universidad con una enorme cantidad de compañeras -estudiantes, docentes o no-docentes- no se han desarrollado ninguna acción para intentar palear el aumento de las tareas domésticas, dictada por la cuarentena.
El vaciamiento de nuestras carreras no se ha tomado cuarentena, sino que continua y se pone cada vez más de manifiesto, una enorme cantidad de oferta de materias no responde a ningún contenido para desarrollar tareas profesionales, justamente las llamadas materias electivas, son colocadas como un factor de vaciamiento de nuestros planes de estudio. Mientras las materias troncales, que poseen los contenidos mínimos para ejercer nuestras carreras o capacitarnos para una salida laboral, son colapsadas rápidamente sin que esto provoque el menor aumento de los cursos y cupos en dichos espacios.
Que las carreras estén siendo vaciadas responde a la necesidad de imponer una reforma laboral que liquide las conquistas de los trabajadores, no solo en la Argentina sino en el mundo, para avanzar en esto es pertinente la liquidación de la mano de obra calificada, esto se traduce en la destrucción de nuestras carreras convirtiéndonos en profesionales precarizados.
La única salida para garantizar la continuidad de todos los compañeros dentro de la universidad es clara. En primer lugar, se deben garantizar todos los elementos para que los estudiantes y docentes puedan desarrollar sus tareas, esto es la entrega de computadoras y Wi-fi, como primera medida.
La garantía para las materias no puede venir de la mano de imponerle a los docentes 60 estudiantes por curso. Sino que es urgente la incorporación de docentes para desdoblar los cursos, garantizar los cupos para todos los estudiantes y defender las condiciones de trabajo de la docencia universitaria, que sufre un congelamiento salarial.
Bajo estos reclamos, desde la UJS-Partido Obrero (tendencia), convocamos a todos los estudiantes a deliberar y llevar adelante acciones y medidas para conquistar los cupos y nuestras condiciones para cursar.