La lucha de los obreros de Mansfield en momentos decisivos

Escriben Violeta Gil y Gabriela Jorge

Tiempo de lectura: 2 minutos

Transcurridos 76 días de acampe y lucha en reclamo por la reincorporación de los 250 obreros despedidos de la minera Mansfield, su principal dirigente, el obrero minero Ramiro Frías, junto a otros compañeros, han decidido coserse la boca e iniciar una huelga de hambre, responsabilizando por su salud al gobierno provincial de Gustavo Sáenz y al gobierno nacional de Alberto Fernández.

Las amenazas y maniobras políticas y legales perpetradas por la multinacional minera, y el verdadero ´frente único´ de las burocracias de UOCRA y AOMA y el estado provincial y nacional con Mansfield para quebrar esta lucha, llevó a los compañeros a ensayar esta medida desesperada.

El secretario general de la CGT salteña, el burócrata camionero Jorge Guaymás, después de fracasar en su intento de estirar una conciliación obligatoria trucha para desgastar a los obreros, armó su propia vía de negociación, ofreciéndoles un subsidio de 30 mil pesos por tres meses y la participación de una dudosa “bolsa de trabajo”, a cambio de levantar la lucha. Los obreros lo rechazaron y realizaron una contrapropuesta, solicitando que se les pagara a cada uno lo que les corresponde por indemnización - entre 700 mil y un millón de pesos, dependiendo de la antigüedad de cada compañero. Guaymás respondió retirando su propuesta y también su “apoyo” a la lucha, que nunca pasó de la mera declaración del “estado de alerta y movilización”. La burocracia de la CGT se negó a convocar a un paro general contra los despidos, exigido por los obreros mineros.

Bajo este cuadro, el desgaste y el hambre de los compañeros y sus familias ha comenzado a hacerse sentir con fuerza. Varios compañeros han abandonado el conflicto para buscar trabajo y mantener a sus familias. El gobierno y Mansfield no han dejado de promover en todo momento peleas internas bajo la intervención de “abogados” y hasta contratistas vinculados a la multinacional minera. Contra el aislamiento y el desgaste, es más necesario que nunca rodear de solidaridad activa a esta lucha, mientras los obreros despedidos de Mansfield decidan sostenerla.

Es necesario retomar el método que les ha permitido aguantar durante todo este tiempo y que los propios obreros promovieron contra “la táctica” del pasilleo y la rosca con los políticos y funcionarios patronales, propuesta por los agentes del gobierno y la patronal: el de la coordinación con otros sectores y organizaciones en lucha.

¡Por la reincorporación de los 250 obreros despedidos de Mansfield y por el triunfo de todas las luchas obreras!

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