Un programa socialista para la movilización ambiental

Escribe Juan Ferro

Tiempo de lectura: 3 minutos

En Argentina y en el mundo, hay una conjunción de depredaciones ambientales, ya sea en torno de la megaminería, los desmontes forestales o la utilización de los agrotóxicos en la agricultura. A todo esto, se suman ahora los reclamos por las quemas generalizadas de tierras, y el rechazo al acuerdo de implantación de mega factorías de cerdos de origen chino.

Desde que a principios de siglo Upton Sinclair escribiera la magistral novela "La Jungla", acerca del trabajo en los frigoríficos de los Estados Unidos, la contradicción entre la voracidad capitalista y un vínculo armónico entre el hombre y la naturaleza se ha exacerbado hasta límites impensados.

En América del Sur, vivimos hace algunos años la transformación capitalista del campo uruguayo a favor de las grandes pasteras finlandesas y norteamericanas. En Argentina, asistimos al despanzurramiento del campo argentino y a un violento cambio en las formas de producción impuestos por las necesidades capitalistas del mercado mundial.

Los criaderos de cerdos que se proponen instalar ahora no difieren del feedlot vacuno, de los criaderos de pollos o de las salmoneras chilenas. La saturación de animales en un pequeño espacio físico libera tierras para el cultivo al capital agrario. Pero crea una profunda distorsión en el metabolismo animal y también en la carne producida para el consumo. El engorde relámpago en criaderos se encuentra asociado a la generación de múltiples enfermedades -algunas de ellos han alcanzado dimensión mundial. En lo que hace a la agricultura, el desarrollo sojero ha distorsionado definitivamente la estructura del campo argentino. El uso de agrotóxicos elimina las pestes -pero sólo de las plantas- y garantiza la cosecha, pero a costa de afectar la salud de la población y también del suelo. La continuidad de la siembra para exportar soja no da respiro a los suelos, y los mismos sufren después de años de cosechas sucesivas un agotamiento general de su fertilidad.

Las actuales quemas masivas son un subproducto social de las necesidades capitalistas de nuevos campos para la ganadería, y si es posible baratos, utilizando terrenos fiscales para una crianza de vacunos desplazada por la expansión de la soja. Los gobiernos provinciales y nacionales no actúan contra las quemas de tierras, pues si ello ocurriera se terminaría con el ingreso proveniente del alquiler de tierras para la cría de animales. En los llamados humedales, las actuales quemas, totalmente desmadradas, son la confluencia de fenómenos de la naturaleza -bajantes, sequías- y de la búsqueda desesperada de ese lucro capitalista.

"Argentina exportadora"

La depredación ambiental es inseparable de una orientación de Estado, que el kirchnerismo siempre abrazó. El "primer" kirchnerismo se caracterizó, por caso, por los incentivos impositivos a la megaminería, que el macrismo respetó y acrecentó. La actual apuesta a la "Argentina exportadora" -que Cristina Kirchner refrendó en sus acercamientos al lobby de las ´agroindustrias´- comporta la declaración de una verdadera zona liberada para ese saqueo. Las leyes de humedales "toman nota" de la depredación y prometen un censo de recursos naturales. Pero dejan en pie al saqueo perpetrado por los capitalistas en sus propiedades particulares. El mismo secreto "privado" rige en el fracking o la megaminería, cuyas instalaciones deben ser expropiadas sin indemnización a los contaminadores capitalistas.

La eventual inversión china en megafactorías de cerdos se integra a la cuestión más general de la competencia y la guerra comercial entre Estados Unidos y China, en este caso, por el botín de los recursos naturales y los mercados de América del Sur. Que una y otra cuestión -el medio ambiente y las guerras comerciales en curso- se encuentren relacionadas, sólo nos demuestra que no existe una salida "ambiental" sin una lucha contra la barbarie imperialista y sus guerras de rapiña. Hay que abolir el capitalismo para reconstituir el vínculo entre el hombre y la naturaleza. Planteamos la nacionalización de la tierra y la gran industria en la perspectiva de una reconversión de las fuerzas productivas existentes en función de las necesidades humanas y del equilibrio entre éstas y el medio ambiente. En función de ello, y mientras apoyamos las movilizaciones contra la depredación capitalista -como la que tiene lugar en este martes 25- llamamos a los luchadores ambientales a abrazar la lucha y la causa de la revolución socialista.

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