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Durante la última semana de agosto, como todos los años, el Ministerio de educación ha dispuesto la realización de la semana de la educación sexual integral en todas las instituciones escolares, a cargo de los docentes de las distintas asignaturas. La misma se da en un contexto de crisis educativa, en la que miles de estudiantes a lo largo y a lo ancho del país se han quedado sin acceso a la virtualidad y, por lo tanto, a cualquier tipo de formación posible.
En el caso de la ESI el dictado no se lleva a cabo en casi ninguna escuela. El acceso a la educación sexual es fundamental para mantener un abordaje sobre las situaciones de violencia, la sexualidad, el embarazo adolescente, el aborto, entre otros. Durante la pandemia los casos de abuso y maltrato infantil se han multiplicado – se calcula que solo tres de cada diez hogares viven sin situaciones de violencia. La cuestión se agrava sin un acceso a la ESI que permita detectar y denunciar dichas problemáticas, como se ha demostrado que sucede en el 80% de los casos en los que sí se reciben estas clases (Página 12, 09/01).
Se conjugan, entonces, dos fracasos del ministerio de Educación. La ausencia de un plan que garantice la educación virtual a todos los estudiantes, como una política, aísla a los niños y adolescentes, corrompiendo directamente la alfabetización y el abordaje de temáticas básicas como la sexualidad. Ocho de cada 10 estudiantes no reciben estos contenidos. En este escenario, la semana de la ESI es un intento de saldar en unos pocos días este problema. El ministerio exige exige a la docencia el envío de planificaciones y dictado de contenidos, aumentando la situación de precarización y haciendo caso omiso de la crisis educativa que enfrentan alumnos y docentes. A esto se suma la ausencia de las capacitaciones y aumenta la privatización de estos contenidos en la formación de la docencia – como sucede con las diplomaturas aranceladas en universidades como la UBA o el intento de cierre del postítulo del Joaquín V. González.
Es necesario que abramos un debate entre docentes y estudiantes para arrancar el acceso a la ESI, junto con la educación sexual en su conjunto.
Tiene que haber espacios con una carga horaria determinada, para los cuales se capacite a la docencia dentro de la jornada laboral y haya una absorción importante de nuevos docentes que tomen estas horas. La reivindicación de la ESI va ligada íntimamente al de los medios técnicos necesarios para posibilitar el acceso a la educación en su conjunto y del aumento presupuestario. A su vez, los contenidos tienen que ser discutidos junto con el movimiento docente y estudiantil, para imponer el tratamiento de todas las temáticas que consideren quienes han estado a la cabeza de este reclamo, como la interrupción legal del embarazo - ausente en las planificaciones del Ministerio de educación – y su carácter científico y laico (corrompido por el artículo cinco de la ley, que permite a cada institución adecuar como considere, dando lugar a formatos religiosos y oscurantistas) y para que las clases funcionen como un espacio de debate que sirva de impulso para el cuestionamiento a la opresión de la sexualidad y a las mujeres