Tiempo de lectura: 3 minutos
La repercusión de las declaraciones de Duhalde acerca de una “suspensión de las elecciones”, “golpe de estado” y hasta “guerra civil”, revela el ´espíritu de época´, o sea una crisis inmensa. La pandemia ha desestabilizado en todo el mundo relaciones sociales en completo desequilibrio. Nuestra Tendencia no tuvo que esperar a Duhalde ni a la pandemia, por caso, para advertir las maniobras golpistas que rodearon la negociación del default. El festejado acuerdo, que celebran oficialismo y oposición, no es más que una capitulación hacia esas presiones ´desestabilizantes´. En definitiva, la ruptura de los precarios equilibrios sociales caracteriza al momento actual y aún más en el futuro próximo. Los amigos del ´banderazo´ y los que viajan armados contra los mapuches, son un producto de este escenario. Hay que reconocer a Duhalde haber señalado que, en Chile, el poder lo tienen los ´pacos´ y los militares pinochetistas, y mencionar que en Colombia el ejército y los paramilitares matan activistas como al ganado. Sobre Bolivia dijo que el gobierno actual es fruto de un golpe de Estado militar. Nadie había advertido con tiempo la posibilidad de este desenlace en Bolivia, y algunos recién se dieron cuenta del golpe cuando los golpistas ya habían jurado en los puestos arrebatados.
Por eso llama la atención que el PTS se haya sumado al ´repudio´ a Duhalde e Izquierda Diario hubiera abierto sus páginas al elenco político estable de la burguesía para que se sume a ese ´repudio´. Son los mismos que lo ungieron de senador en Presidente en 2001. Caracterizar de “absurda”, la posibilidad de salidas de fuerza y golpes de distinto tipo, como lo hace el PTS, es una ingenuidad política suprema y contraviene las enseñanzas de su mentor – el general prusiano Von Clausewitz. Al fin de cuentas, un golpe no sería más que “la política por otros medios”. La ingenuidad sorprende por otro motivo – porque el PTS caracterizó a la declaración de cuarentena como una suerte de golpe, al definir que había creado “un estado de excepción”, que se confirmaba por el despliegue del ejército en la distribución de alimentos. En fatigosas polémicas denunció el despliegue como una intervención política de los militares. Duhalde ha dicho menos que eso. La desorientación de los compañeros no podría ser mayor. Desechar el golpismo como variante de la situación política es un flaco favor del PTS hacia las masas que enfrentan a Añez, Bolsonaro y Piñera. En Chile, la posibilidad de un golpe se encuentra como opción oficialmente.
De todas formas, el ´remedio´ de Izquierda Diario a los dichos de Duhalde es peor que la enfermedad de la miopía política. Es así que destaca “el repudio de todo (sic) el arco político” a los dichos de Duhalde. Esto, incidentalmente, trae el recuerdo de la inútil búsqueda del PST, en 1975, de aliados anti-golpistas en la UCR, que por su lado pregonaba la lucha contra “la guerrilla fabril”. Junto con las opiniones de Myriam Bregman y Nicolás del Caño, el PTS, presenta -en una suerte de ´garantía´ de anti-golpismo- los pronunciamientos de políticos de la burguesía. Es así que Leandro Santoro, Cecilia Moreau (Frente de Todos), Daniel Lipovetsky (PRO), Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica) y Sergio Ziliotto (gobernador de La Pampa) desfilan por LID, juramentándose que “ahí estar[án] defendiendo la democracia, las instituciones y la celebración de elecciones” (sic). El estilo ´periodístico´ del portal del PTS no oculta que estamos asistiendo al desarrollo de una política de frente popular, es decir, la unidad con (“la sombra de”) la burguesía en función de enfrentar la reacción política. Myriam Bregman, en C5N (25/8) -también refiriéndose a las declaraciones de Duhalde-, ha señalado que “el principal problema [del país] es hacerle el juego a la derecha”. Lo mismo que piensa el dueño del canal. El lunes 31 de agosto, derecha e izquierda celebrarán haber superado la adhesión del 90% de los bonistas al pago de la deuda usurera.
Volviendo a los 70´, los ´ancestros´ del PTS (PST) se habían integrado al “grupo de los 8” que reunía a los partidos de la burguesía con el argumento de enfrentar el golpe militar que estaba en marcha y defender “la institucionalización” del país. Fue una operación de encubrimiento político a quienes abrirían el camino al golpe cuando vieran que ellos no eran capaces de poner fin a la etapa abierta por el Cordobazo.
Las declaraciones de Duhalde deben ser tomadas, por los trabajadores, como una advertencia de la conciencia que tiene la burguesía de que la crisis gigantesca del capital plantea salidas de fuerza. La derrota de estas salidas no se producirá por una alianza con Santoro o Lipovetsky, sino por la organización y determinación de la clase obrera. Después de todo, la opinión pública se enteró de los dichos de Duhalde cuando éste las llevó a los diarios, no por Alberto F. o CFK, a quien las expuso primero.
A ochenta años del asesinato de Trotsky, menos elogios y más ´trotskismo´.