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El informe de Clarín de hoy (1/9) es elocuente. Según informa, Argentina, con 9.300 casos registrados en un día, ha superado a Chile y ha ingresado en el ranking de los diez países con más contagios diarios. A este ritmo en cuestión de horas pasa a superar a España en el noveno lugar. Chile ha alcanzado los 11 mil fallecidos y España los 29 mil. Argentina cuenta hasta ahora 8.600 muertos.
La mortalidad por covid se ha disparado este último mes y el índice de letalidad no dejará de crecer para mediados de septiembre. En Argentina, muere una persona cada 6 minutos, mientras China, en su peor momento, registraba una muerte cada 7. En el extremo, EEUU registra muertes cada 10 segundos.
“¿De qué depende la velocidad de las muertes? Principalmente, de tres elementos: el primero, la cantidad de infectados; el segundo, la vulnerabilidad de los infectados; el tercero, la capacidad de respuesta del sistema sanitario” (Clarín, 1/9).
Mientras los contagios crecen y el índice de letalidad se dispara, sospechosamente, en las últimas dos semanas, en CABA ha bajado de 53 a 51% el nivel de ocupación de camas UTI (terapia intensiva). Los datos son falsos. No solo porque la Swiss Medical ha reconocido que ha flexibilizado su criterio de terapias ampliando la terapia intermedia para pacientes de terapia intensiva. Se están compartiendo los respiradores en las salas de los hospitales. Pacientes mueren por falta de asistencia respiratoria en el correr de pocas horas. Las ambulancias no llegan a tiempo a recoger a los contagiados con dificultadas respiratorias, y recorren hospitales buscando una cama de UTI. Esto ocurre en la “opulenta” Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué depara para el interior del país, hacia donde el virus se extiende como una mancha de aceite?
En conferencia de prensa, el gobernador bonaerense ha atacado directamente al gobierno porteño por una nueva fase de apertura que atenta contra la delicada situación que atraviesa el país. Su denuncia es inerte, pues no denuncia la apertura comercial de la ciudad sino la apertura de bares. Es que el presidente ha negado los contagios en los lugares de trabajo, donde proliferan a mansalva. De eso no se habla. No hay fuego cruzado aquí. En definitiva, Kicillof y Larreta llevan por igual el reclamo de las grandes patronales, según las características del distrito que les toca gobernar. La diferencia son los bares.
En la no tan “opulenta” Ciudad de Buenos Aires, los docentes han dicho no a la apertura de las aulas, que se transformarían rápidamente en vectores de contagio. En provincia, los enfermeros comienzan a preparar una movilización a Plaza de Mayo para el 21S, en un reclamo íntegro en defensa de una salud pública colapsada que se lleva la vida de trabajadores de salud todos los días. Fesprosa, los residentes y concurrentes discuten sumarse.
No sin obstáculos, pero con el lomo marcado de tanta traición y entrega de las distintas burocracias, enfermería avanza. Que el elefante se ponga de pie en todo el país, como los docentes de la capital. Por una coordinadora de salud nacional.