El ajuste en la Universidad de Quilmes

Escribe Joaquín Antúnez

Tiempo de lectura: 4 minutos

Durante la semana de las inscripciones denunciamos la falta de cupos, materias y nombramientos docentes para hacer frente a las demandas de los estudiantes, defendiendo las condiciones laborales de nuestros docentes. Ahora, Alejandro Villar, rector de la universidad, ha confesado mediante un informe que el ajuste en nuestra casa de estudios es un hecho.

Radiografía

El informe presentado con estadísticas comparativas entre el 2019 y el 2020, así como discriminadas por cuatrimestre arrojan a primera vista un recorte en las cursadas, a pesar del aumento de estudiantes. Por caso, durante el segundo cuatrimestre del 2019 se inscribieron 32,552 estudiantes recibiendo una oferta de 1152 cursos. Para el mismo cuatrimestre, pero del año 2020, la cantidad de estudiantes asciende a 35,809 recibiendo una oferta de 1146 cursos. A un aumento de más de 3 mil compañeros la gestión de la universidad responde ofertando 6 cursos menos. Basándonos incluso en los cálculos que la universidad reconoce para cubrir esta nueva demanda de estudiantes harían falta 78 cursos nuevos. Villar cierra 6.

Otro punto importante a destacar es el incremento en la expulsión de compañeros de la universidad, el sector más golpeado han sido los ingresantes, que no solo ha aumentado lo que la universidad llama un “abandono” sino que ha caído la cantidad de compañeros que aprueban el Ciclo Introductorio. A saber, en 2019 aprobaron un 54,92% de los estudiantes (5.265), y figuran como desaprobados por “ausente”-no asistir a las clases- el 38,74% (3.714). En 2020, han aprobado el 49,91% (5.455) mientras el nivel de ausentes escala al 47,10% (5.148). Como se ve, el número de estudiantes que figuran como ausentes ha crecido en casi 2000 estudiantes. La conclusión más rápida es preguntarse por la capacidad de este número de compañeros para hacer frente a la conectividad bajo la pandemia. En este punto, vale recordar que al comienzo del cuatrimestre la universidad impulsó un programa de tutores estudiantiles voluntarios para acompañar a los ingresantes, del programa no se supo más nada. Los ingresantes fueron abandonados a la buena voluntad de sus compañeros.

Hemos denunciado en varias oportunidades que no ha existido ninguna medida certera para garantizar las clases virtuales, lo cual ha quedado traducido ahora en las estadísticas oficiales de la universidad como un incremento de la expulsión de compañeros y como una baja en el nivel total de promoción de materias, es decir, la virtualidad sin garantías lleva a que los compañeros que pueden continuar lo hagan con “peores desempeños”.

Continuando con el análisis que las estadísticas de Villar otorgan, los departamentos más golpeados por compañeros que han dejado de cursar son Ciencia y Tecnología (CyT), así como la Escuela de Artes (EudA), donde los niveles de “ausente” ha aumentado del 36,18% al 43,24% y del 33,69% al 41,6%, respectivamente. Al mismo tiempo, se repite la caída en los niveles de promoción que caen en ambos casos un 10% aproximadamente.

Docentes y cupos

La “radiografía” del ajuste presentada por Villar, omite señalar todas estas problemáticas y se vanagloria de haber asegurado la continuidad pedagógica casi sin traspiés. Esta alusión habla mucho de los docentes que se han puesto al hombro la educación en un contexto desconocido y que han logrado trasladar las cursadas presenciales a la virtualidad sin aumento de salario, sin desdoblamiento de las cursadas y sin la menor entrega de materiales como computadoras o wi-fi.

El segundo cuatrimestre ha encontrado la crisis de la falta de cupos al rojo vivo. La gestión ha intentado paliar la situación ofreciendo a la docencia un bono por aceptar tener cursadas superiores a las 40 personas. No solo este método resulta insuficiente, sino que pretende utilizarse de parche la sobrecarga docente de manera aún más brutal, a la virtualidad sumamos más estudiantes, un combo explosivo.

Asintomáticos

Este hisopado educativo ha dado positivo en la UNQ, pero las direcciones de los centros de estudiantes se manifiestan como asintomáticas, La Juana Azurduy (La Cámpora-MUI-CEPA) y Alianza Universitaria, que conducen todos los centros de estudiantes en la universidad no han convocado la menor medida de deliberación entre los estudiantes, sino que se han presentado como “gestores” de la problemática de las inscripciones. El resultado no puede ser más brutal, cientos de estudiantes fuera y docentes sobre-explotados. El cierre de filas tras la gestión universitaria demuestra de manera cruda el carácter del régimen universitario.

Este régimen universitario, incapaz de dar una salida a la crisis de la educación por su carácter de clase y sus intereses sociales, es un régimen colonizado por los agentes financieros y el capital privado. Que subsiste a partir de intereses de camarilla, cajas propias y negociados. Todo esto sobre la base del deterioro de las condiciones de cursada y trabajo de la comunidad educativa. Es la manifestación más clara de la incompatibilidad entre educación y capitalismo.

La deliberación de estudiantes, docentes y no docentes se vuelve una necesidad concreta en la lucha por defender el salario, las condiciones de trabajo y la vida misma. A dos años de la enorme rebelión educativa que nos encontró luchando a brazo partido contra el brutal ajuste de Macri, los rectores y el FMI, el camino es recoger la experiencia de la unidad obrero-estudiantil, las asambleas y la acción directa.

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