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La larga y cansina cruzada que ha llevada a cabo el PTS contra un supuesto “mecanicismo” en las concepciones teóricas del PO ha encontrado un nuevo e inesperado aliado: la dirección actual del PO oficial. La polémica con el PTS ha tenido una larga trayectoria, pero uno de sus hitos fueron textos publicados en la revista teórica del PO, En Defensa del Marxismo, bajo la pluma de Pablo Rieznik. En un reciente artículo, Pablo Giachello, por parte de la dirección oficial del PO, busca refugiarse bajo el nombre de Rieznik para intentar enterrar el legado teórico del Partido Obrero, del cual fue un contribuyente excepcional.
A la claridad, se ha dicho.
El primer artículo de esta serie de Pablo Rieznik, titulado “En defensa del catastrofismo”, contiene un apartado que lleva el provocador título de “De la catástrofe a la revolución”. La elección no es casual: en su polémica con el ya olvidado Claudio Katz, Rieznik señalaba que la tendencia del capitalismo a su propio derrumbe era la base de la revolución social.
“La elaboración del ´catastrofismo´ se encuentra, si se nos permite la expresión, en el alma del marxismo. Marx mismo señaló que no había que ver en la miseria y la degradación humana provocada por el capital, sólo eso, sólo miseria y degradación, sino reconocer en ambos su elemento revolucionario”.
En la polémica intentó terciar el PTS, con su conocida posición “anti-mecanicista” que ahora adoptó el oficialismo del PO. El PTS criticaba el artículo de Rieznik argumentando que “no existe automatismo entre la descomposición capitalista y la revolución llamada a superarla”. Según ellos entendían el “catastrofismo”, le adjudicaban al PO la tesis de que nos encontramos ante una situación revolucionaria permanente, al menos desde 1848. En su respuesta a Rieznik y en numerosos artículos, el PTS sostenía que “el PO tiende a presuponer que crisis económica significa revolución”.
“Así, las crisis capitalistas serían sinónimo de rebeliones populares, y las rebeliones populares sinónimo de iniciativa estratégica de la izquierda revolucionaria”. Esta última cita no pertenece al PTS, sino al reciente artículo de Giachello. El PTS debería reclutarlo, o mejor, llevarse entero al aparato del PO. Lo único cierto en la cita, es que Giachello no le adjudica al aparato que lo cobija ninguna iniciativa revolucionaria.
En otra de sus críticas, el PTS sostuvo que, para el PO, “la discusión estratégica se limita a anunciar catástrofes económicas y de ahí deducir la radicalización de los trabajadores y el crecimiento automático de la izquierda (...). Es decir, un pensamiento anti-estratégico, que tiende a la espera pasiva, a la pura ´propaganda del programa´ y a que las circunstancias hagan la mayor parte del trabajo”. Cualquier semejanza con los textos del aparato oficialista del PO no es pura coincidencia.
La cantidad de citas del PTS contra el viejo PO que se pueden intercambiar fácilmente con otras tantas del aparato actual contra la Tendencia, son interminables. Demuestran tanto la continuidad teórica del PO en la Tendencia como la ruptura con ese programa por parte del aparato oficial, que ha tomado los argumentos del PTS.
Toda esta producción literaria, de uno y otro lado, contra la caracterización revolucionaria del derrumbe capitalista -y las posibilidades revolucionarias que encierra para la izquierda que asume esta comprensión-, debe tener, para sus autores, algún tipo de justificación “teórica”. Llama la atención tanto esfuerzo y empecinamiento dedicado en descubrir cuándo y dónde no está pasando absolutamente nada. Salvo el PTS-PO (oficial), nadie habla tanto acerca de lo que no pasa.
Para que no parezca que se encuentran encabezando una especie de cruzada del derrotismo y la desmoralización política, el PTS y el PO oficial recurrieron al mismo taparrabos argumental: “la izquierda debe analizar y comprender la estrategia contrarrevolucionaria burguesa en toda sus dimensiones y en toda su magnitud, no para inhibir a la vanguardia obrera sino para colaborar con ella a que tome conciencia de la grandeza de los desafíos históricos planteados(...)” nos dice Giachello en su último artículo. ¿Cómo argumentaba el PTS toda su prolífica producción literaria sobre la ausencia de catástrofes y de situaciones revolucionarias? “Conocer las ´armas´ del capitalismo para evitar desencadenamientos catastróficos de las crisis, permite que los revolucionarios nos preparemos conscientemente para actuar en las catástrofes”.
El error de método de estos dislates es abismal. El marxista parte, en primer lugar, de la situación histórica concreta, no de cómo la percibe la burguesía, cuyo problema es la dificultad de percibirla, porque no puede partir ni admitir su decadencia histórica. O de quien sea. Si fuera por conocer las armas del enemigo, no habría habido nunca ninguna revolución porque, de conjunto, el poder siempre tiene palancas de poder que la clase obrera conquista en las vísperas de la revolución o en la revolución misma. Lenin señaló que “las situaciones revolucionarias” son acontecimientos “objetivos”, independiente de la voluntad de las clases en presencia. La tarea del proletariado y de su partido es reconocer esta situación y actuar en consecuencia, no oscurecerla, derivándola a los sujetos o clases envueltos en ella. Luego debe transmitir esta comprensión a la vanguardia y a la masa de los trabajadores. Nuestros contrincantes parten de lo subjetivo, y para colmo de la subjetividad de la burguesía, que por otro lado no exhibe nunca una misma percepción de lo que ocurre. El Partido Obrero, el único que realmente existe, es materialista – sus adversarios ´teóricos´ son idealistas. Esto no debe sorprender en corrientes que han hecho de la subjetividad su eje de conocimiento, adjudicando percepciones a mujeres, razas, géneros – que ni siquiera corresponden a estos sino a quienes se los imputan.
El ´arma´ que atribuyen al ´enemigo´ es siempre la misma: la capacidad regenerativa del capitalismo y la vitalidad de la burguesía, sin que sorprendan nunca sus conclusiones derrotistas. Como historia una respuesta a Giachello y Pitrola, recién publicada por nuestra corriente, el PO real ha señalado o pronosticado las buenas y las malas – el Cordobazo y el Argentinazo, así como el golpe del 76 y el largo gobierno de Menem, sólo para ejemplificar.
El 30 de septiembre de 2019, culminó en Santiago de Chile una Conferencia Nacional del partido hermano del PTS en tierras trasandinas: el PTR. La Conferencia contó, según sus promotores, con la presencia de importantes miembros de la dirección nacional del PTS argentino, que aparentemente cruzaron la cordillera para aportar lucidez sobre la situación chilena, en vísperas de lo que sería el levantamiento de octubre del año pasado
El documento de la conferencia arriba a la conclusión de que la situación en Chile se caracterizaba, entre otras cosas, por “un bajo nivel de lucha de clases”. Esto es tener ojo para la política (Altamira había escrito lo contrario en la revista En Defensa del Marxismo). En un documento que debería entrar al récord Guinness de los pronósticos errados, la conferencia del PTS-PTR concluyó lo siguiente: “En este marco, priman rasgos de estabilidad relativa y el escenario electoral toma cada vez más peso, no solo hacia las municipales del 2020, sino también sobre las figuras presidenciales 2021”. Copy y paste dicen lo mismo ahora respecto a Estados Unidos. ¿La experiencia no les sirve de lección? En caso de que efectivamente ya hayan recibido la vacuna contra el virus del aprendizaje: ¿por qué empeñarse en dar lecciones?
El partido que comulga con el PTS en Chile, en su afán de conocer al enemigo para mejor derrotarlo, concluyó que había que preparar a la clase obrera chilena ¡para la campaña electoral del 2021! Unos pocos días después estalló en Chile uno de los levantamientos de masas más importantes de las últimas décadas.
Para que no queden dudas, el PTS chileno sostuvo en su documento lo siguiente: “El escenario más probable que observamos, es de un mayor predominio de la lucha política de partidos, principalmente en el terreno parlamentario, y ya el año siguiente con el inicio del ciclo electoral”. El parlamento como terreno principal de lucha y, otra vez, las elecciones de 2021. Como vale la pena citar el párrafo completo, seguimos: “Sin embargo, que no exista crisis (sic), radicalización de lucha de clases y/o política-ideológica (sic sic), no significa que no sea un escenario que abra condiciones para la actividad de los revolucionarios, todo lo contrario. Es un escenario con amplias expectativas de masas y un reformismo (PC) y neo reformismo (FA) que tiende a fortalecerse. En pasividad o sin radicalización, con un signo por izquierda, con expectativas en reformas, como expresión que aún no se ha podido cerrar la crisis de régimen abierta el 2011 que no pudo cerrar Bachelet y que ahora tampoco logra Piñera, aunque se encuentre contenida, y aunque el reformismo juegue un rol importante en contenerla. Por eso, aunque hay baja lucha de clases también hay movimientos presentes, y con ilusiones más posibilistas, de conquistas graduales en los marcos del régimen. El ejemplo de las ´40 horas´ expresa el aumento de expectativas en franjas de masas por elevar sus aspiraciones. Tiene un signo por izquierda, y es una enorme oportunidad para dialogar con miles y para buscar construir un ala revolucionaria y socialista en los nuevos fenómenos que se desarrollen”.
Expectativas electorales, pasividad, ilusiones de conquistas en los marcos del régimen... está claro que el PTS chileno no estaba caracterizando a las masas, sino a sí mismos.
No podemos dejar de advertir que quienes hicieron esta caracterización unos días antes del estallido chileno, son los mismos que criticaban a Rieznik y al PO por creer que la revolución “siempre está a la vuelta de la esquina”. En sus artículos contra el “mecanicismo” del PO, advertían contra “el carnaval de la revolución que nos propone Rieznik”. Bueno, esta gente se estaba probando el traje para ir a un velorio cuando el carnaval de la revolución los pasó por encima.
Esta es la matriz teórica en la que abreva hoy el aparato del PO en sus ataques a la Tendencia.