Barbijos, respiradores, vacuna: guerra de espías

Escribe Norberto Malaj

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“Espías, hackeos y agencias de seguridad: la otra cara de las vacunas contra el coronavirus” tituló The New York Times (9/9) un artículo sobre la guerra desatada entre farmacéuticas y laboratorios capitalistas del mundo entero por una vacuna contra el coronavirus. Según el diario yanqui “el F.B.I. ha advertido a los funcionarios de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill sobre los intentos de China de piratear sus proyectos de investigación sobre el virus”.

El mismo FBI que en marzo y abril pasado operaba en consonancia con agencias de seguridad privadas para piratear compras de otros países de barbijos y respiradores chinos en aeropuertos europeos y del mundo entero. La guerra comercial china-EE.UU. se plasma en todos los terrenos y no será menor el capítulo de la vacuna contra el coronavirus. Claro que ni el robo en masa de esos elementos imprescindibles ni el hecho que “EE.UU. tiene ´muchas más´ máquinas de PCR por habitante que cualquier otro país” -como acaba de decir Bill Gates- permitió a EE.UU. superar “su incapacidad para implementar rápidamente las pruebas y controlar temprano el brote” (The Telegraph, 15/9). La anarquía del mercado y la lucha por la concurrencia es la regla de oro del mundo del capital.

“En pocas palabras -dice The New York Times-, todos los servicios importantes de espionaje intentan averiguar qué están haciendo los demás. Según entrevistas con agentes y ex agentes de inteligencia, y con personas que analizan los trabajos de espionaje, la pandemia del coronavirus ha provocado uno de los cambios más rápidos de los últimos tiempos para las agencias mundiales de inteligencia -en cuanto a las misiones en tiempos de paz-, lo que ha hecho que se enfrenten en una nueva dinámica de espionaje mutuo” (ídem).

Las ilusiones del magnate de que “los peores impactos de la pandemia de Covid solo se evitarán mediante una respuesta global colaborativa” son solo eso. Bill Gates sabe que “no existe una solución nacional para una crisis global” y que su demanda de que “todos los países deben trabajar juntos para poner fin a la pandemia y comenzar a reconstruir las economías” caerá en saco roto. No es la pandemia sino la crisis capitalista la que provocó que “hemos retrocedido unos 25 años” en solo unas pocas semanas. Dijo Bill Gates: “Esperaría muchas más muertes por los efectos indirectos que por los efectos directos [del virus]” y al comparar la actual crisis con la gripe española de 1918 demostró que son “una serie de catástrofes que se exacerban mutuamente”. Sin pretenderlo Bill Gates describe correctamente la crisis del capital.

“Gates calificó la decisión de Estados Unidos de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a su supuesta cercanía con China como paradójica y contraproducente. ‘Una de las grandes ironías -dijo- es que si preguntas: ¿eh, la OMS tiene una relación particularmente fuerte con algún país? ¿Hay algún país que esté en los pasillos e influya en lo que sucede en la OMS? La respuesta es absolutamente sí'. Ese país es EE.UU. No hay organización de la ONU que esté más asociada con un solo país que la OMS con EE.UU” (ídem).

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