Tiempo de lectura: 3 minutos
La decisión de la Junta Representativa de la FUBA -que reúne a las 13 presidencias de los centros de la UBA - de “suspender las elecciones” ha provocado un cierto impacto en sectores del activismo y las agrupaciones. En primer lugar, porque esa medida ha sido tomada por un organismo sin atribuciones para resolverlo. Segundo, porque ha evidenciado un acuerdo político que tiene un significado más vasto que el de la auto-extensión para todos y todas. La Franja Morada, luego de ganar la FUBA en el momento que el gobierno de Cambiemos, se derrumbaba, ha conseguido otra especie de “fenómeno político” particular. Ha logrado que todas las fuerzas al frente de los centros, incluso las ´opositoras´ acompañen la “auto-extensión”, en sus centros y en la propia FUBA, en nombre de la 'sensatez' y la 'responsabilidad'. Todo esto tras un año de haber sido cómplice y responsable principal del derrumbe educativo que ha profundizado la pandemia y la crisis en general. La Franja no sólo se encuentra al frente de los centros. Es la fuerza política que ´gestiona´ la UBA en un acuerdo con el gobierno nacional. Las lecciones de ´sensatez´ de la Franja se remontan al golpe mediático-judicial a la Federación, en 2018, luego de varios años de negarse a dar quórum a los Congresos de la FUBA o de impulsar la candidatura del ´procesista´ Alterini como rector. En un país atravesado por choques ´institucionales´, rivalidad entre poderes y cuestionamientos de alcances desestabilizadores, la FUBA puede exhibir, al menos por ahora, una faceta de "unidad nacional".
En un intento de reacomodamiento, el ´cristinismo´ nucleado en el Frente de Todos (otra parte de ´Todos´ está con Franja) ha reconocido que la votación de la Junta Representativa de FUBA violaba la tradición democrática del movimiento estudiantil y se ha visto obligado a convocar a reuniones de "Comisiones Directivas" de los centros para intentar cubrirse políticamente de este atropello, eso sí, ya consumado. El oficialismo de la UJS, en cambio, también cómplice de esta “auto extensión para todos y todas”, ni siquiera acusó recibo. Ni en Veterinaria ni en Farmacia han convocado a nada. Replicaron lo mismo que hizo Franja y sus aliados en sus centros: tratar de que el tema pase lo más desapercibido posible. Pero allí donde los ´cristinistas´ convocaron a reuniones de comisiones directivas para considerar la “auto-extensión” de los mandatos de las agrupaciones al frente de los centros (Exactas, Filosofía y Agronomía), la UJS (o) acompaño la ´propuesta´ K. En Agronomía siguen co-dirigiendo el centro con fuerzas políticas que apoyan al gobierno. En el caso de Filosofía y Letras, el crimen fue aún mayor porque el resto de la izquierda votó en contra y reclamó una asamblea, definiéndose el tema por un escaso margen de 8 a 5 en favor de La Cámpora. La UJS (o), enmarañada en sus acuerdos, fungió de bombero de los K y prefirió romper, en este punto, con la lista de la izquierda.
Tanto en Exactas como en Filo, la UJS-Tendencia ha desarrollado un planteo de oposición a todos estos ´compromisos´ enarbolados en la FUBA. Hemos reclamado algo elemental: que el tema lo discuta una asamblea. Denunciando, en primer lugar, el vaciamiento de las conducciones de los centros en materia de reclamos -recontra apremiantes- y organización. A la auto-extensión vacía, contrapusimos un funcionamiento de consulta con los estudiantes, mediante asambleas mensuales. Cuestionamos a la propia FUBA que, por su naturaleza, debería nuclear al movimiento estudiantil de toda la Universidad e incluso aparecer como un factor político en la crisis económica y sanitaria nacional. Defendimos la necesidad de un Congreso Extraordinario de la Federación, abierto y con derecho a voto.
Nuestro cuestionamiento tuvo características todavía más amplias. La suspensión de las elecciones ha implicado, en los hechos, la entrega de la virtualidad a las camarillas y al gobierno. El monopolio de la virtualidad por parte del actual régimen universitario ha implicado una masacre educativa. La imposibilidad de elecciones, hemos explicado, es relativa en la medida de que se organice una lucha de estudiantes y docentes por ´nuestra´ virtualidad, es decir por el control del proceso educativo. En primer lugar, con la exigencia inmediata de computadores y recursos tecnológicos. Pero también abriendo un debate general sobre todas las condiciones de cursada, como se ha expresado en innumerables problemas que acontecen este circunstancial formato. La lucha por el control estudiantil de la virtualidad va de la mano de una deliberación -por supuesto, virtual- política y reivindicativa de todos los estudiantes. Los centros de estudiantes se han organizado en todas las etapas políticas, también las dictatoriales. Las “elecciones virtuales” implican una lucha por poner en pie, en estas condiciones, al movimiento estudiantil. Con esta orientación impulsaremos de todas formas la realización de asambleas en las facultades en la perspectiva de una organización a nivel del conjunto de la Universidad.