"Calma, el nuevo Covid no es la peste bubónica"

Escriben Ana Belinco y Emiliano Monge

Repasando diarios de izquierda

Tiempo de lectura: 5 minutos

El PTS en España (Corriente Revolucionaria de los Trabajadores-CRT) y en Francia (Revolución Permanente-CCR) no se posiciona ni moviliza contra la reapertura de las escuelas- sólo reivindica protocolos más seguros. RP admite, sin embargo, que “la vuelta a clases no fue preparada por parte de un gobierno más inclinado a hacer del colegio una guardería del Medef que un lugar de educación” (RP, 22/9). Si hubiera estado preparada’, ok, si no lo está también ok.

Para el PTS francés, la “impreparación (en Francia) contrasta con el resto de Europa” (RP, 7/9), Naturalmente, en el ‘resto’ es igual o peor como en España y Gran Bretaña. Incluso donde el virus parece haber reculado, puede haber una segunda ‘ola’. ¿A qué viene tanto elogio a Sánchez y Johnson? Plantean: “Exigimos condiciones de trabajo a la altura de los retos para poder seguir enseñando en nuestros establecimientos, para no contaminar y ver una sucesión de cierres de clases” (15/9). En efecto, “las condiciones no están a la altura”. La conclusión debería ser la huelga, pero no llaman a boicotear el retorno a clases no preparado. Y no lo hacen a pesar de que, dicen, “el gobierno respalda una política criminal de propagación del virus mientras quiere enmascarar su falta de preparación y el hecho de que las escuelas son lugares particularmente peligrosos” (RP, 22/9).

¿Cómo leer este sinsentido? De un lado refleja la presión de reiniciar toda actividad de un sector amplio y también golpeado de la pequeña burguesía que se está sumando a la campaña de la derecha. Del otro expresa una ‘nueva’ línea del PTS: exigir a los gobiernos que cumplan con lo prometido. ¿Qué tiene de malo esto?, finge interrogarse Pistonesi en un artículo reciente. Así como las contorsiones electorales llevan al PTS (y no sólo) a respaldar que un parlamento reaccionario expulse a un diputado en forma burocrática, la misma adaptación tiene lugar frente a la pequeña burguesía seducida por el canto de la derecha. La expulsión de un diputado por el parlamento, por indefendible que sea, es un acto de coacción política del aparato estatal.

El PTS ha rechazado el ‘aislamiento obligatorio’ desde el comienzo; lo ha calificado como un estado de sitio, incluso bajo supervisión militar. Lo mismo que Milei. El ‘liberal-trotskismo’, como dio en llamarse. Una irrupción de contagios en la combativa Bed Time ha llevado a los obreros a reclamar un ‘aislamiento’ pago.

Lamentan que el distanciamiento social “desapareció de los protocolos de mayo” y que es imposible mantener el distanciamiento de un metro en los colegios, pero que “cerrar los comedores no es una buena solución”, porque “muchos estudiantes, a menudo de barrios de bajos ingresos, necesitan estas comidas” (22/9, y 10/5). Una de cal, otra de arena, no seamos ‘mecanicistas’, hagamos un buen uso de la ambigüedad. Defienden la apertura de las escuelas justificada por la pobreza y la malnutrición de los niños.

“Evitar un segundo confinamiento”

El PTS francés se lamenta que el gobierno “no quiso poner todos los medios necesarios para evitar” un “segundo confinamiento”: “un segundo encierro tendría consecuencias devastadoras (sic) para millones de estudiantes. Todos pueden ver que el confinamiento ha tenido efectos negativos en la continuidad del aprendizaje y en la adquisición de conocimientos (...) Un segundo encierro vería repetidas las mismas lógicas, que también van en la dirección que Blanquer quiere darle a la escuela: una escuela de selección social a cualquier edad y donde los problemas estructurales se refieren a la responsabilidad individual de los alumnos y personal” (RP, 15/9).

Aquí hay mucho más de lo que se ve a primera vista. El PTS francés no ve la contradicción irremediable entre la pandemia, por un lado, y la organización capitalista, por el otro. Propone ‘evitar un confinamiento’, como quien soluciona una gotera con una membrana nueva. Para lograr el propósito que se asigna el PTS hay que tomar medidas radicales contra el monopolio capitalista de las finanzas y parte de la industria, y de la medicina privada y los monopolios farmacéuticos. Hay que luchar por aumentos generales de salarios e ingresos para defender la economía doméstica contra la pandemia. El programa contra otro confinamiento o como sea o se llame, no consiste en protocolos, que aplicados en forma consistente llevan al control obrero de la producción. Las movilizaciones derechistas expresan la conciencia de que esta es la dirección de la crisis – el cuestionamiento de la propiedad privada. Desde el punto de vista de una caracterización del momento históricos, el PTS bien atrás de los liberales fascistizantes.

La denuncia de los límites del aprendizaje a distancia no debe servir para unirse a la manada de la ‘reapertura’, sino a dar pelea para la entrega gratuita de esos medios digitales a quienes no los tiene, para invertir en conectividad, aumentar salarios docentes – como dice el FIT-U: ‘pagado por los capitalistas’. Cuando se enfrenta a la aplicación de su propio slogan, el PTS esquiva.

“Más que nunca debemos afirmar nuestro deseo de trabajar en establecimientos”, parece un discurso calcado del ministerio de educación de Weintraub o de Acuña. Para el PTS hay que evitar por todos los medios el segundo confinamiento, porque significará “mayor precarización” para los docentes y ataques a las condiciones pedagógicas y educativas. ¿De dónde sacó que la reapertura significa lo contrario? El programa de la IV no habla de eso, habla de una educación enteramente pública, bajo la gestión de los docentes. El PTS ya probó su propia medicina – votó con Macri y los Fernández la ley de asistencia alimentaria, pero no por eso ha impedido el crecimiento de la pobreza alimentaria y la desnutrición.

Anticapitalismo: bien, gracias

Lo señalado, en resúmen, sustituye la límite postura “anticapitalista”, por la de una presión al capital y su estado. La historia ha demostrado que no es así que se arrancan concesiones al capital, sino como derivado de una lucha revolucionaria. Hoy mismo los diarios no cesan de repetir que el gobierno ‘teme’ esto y lo otro, para justificar cuando echa lastre. No le asustan los planteos ‘propositivos’ sino los ‘negativos’.

De nuevo, hay una incomprensión de alcance histórico. Ve a la epidemia como otra dolencia, de mayores alcances, claro, no como un resultado del desarrollo capitalista y como producto irreversible de su decadencia como formación histórica. Mide con la vara de la reforma, para abordar un agujero negro social. Los procedimientos sanitarios son abstraídos de la dominación clasista y las leyes de mercado. Los compañeros la tienen clara: Juan Chingo llamó a guardar la calma y desde Francia dijo que la pandemia “no era la peste bubónica”. ‘Habremos’ vacuna. No nos volvamos locos por unos meses. No hay nada que no se pueda remediar con medicina, tecnología y meritocracia.

Posibilismo tardío

El aparato del PO no ha querido ir a la rastra de sus compañeros de fórmula, como no lo ha hecho desde la irrupción del Covid-19. En una nota publicada el 13/8 sostenía: "Tribuna Docente tiene a disposición un protocolo para apoyar la lucha de los trabajadores de la educación y los estudiantes" e invitaba a sumarse “a la audiencia pública virtual con el legislador del PO-FIT-U, Gabriel Solano”, en línea de la conformación de comités de bioseguridad. Cuando, como en Gran Bretaña, Israel y parte de Alemania, las escuelas se vuelvan a cerrar por los contagios, los infectólogos anti-capitalistas patearán la pelota afuera.

Esto ocurría en pleno auge de lucha de las bases docentes y las familias en contra de cualquier tipo de reapertura, bajo el planteo de que “sin vacuna y en pandemia, no volvemos a la escuela presencial”.

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