Escribe Samuel Huerga
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Animales que pasan vivos a la línea de faena por fallas en la pistola reumática, accidentes con cuchillos en espacios reducidos por tareas a alta velocidad y hasta la explosión de un digestor, en 2018, que la empresa ocultó para evitar sanciones, son los relatos de los obreros que dan cuenta de los abusos laborales de la empresa ubicada en Pichanal, Salta.
Los trabajadores del Frigorífico Bermejo entran en la segunda semana de paro con un acampe en las puertas de la planta industrial por la reincorporación de ocho trabajadores despedidos.
La patronal faltó a la tercera audiencia de conciliación, justo cuando les tocaba hablar a los obreros, quienes iban dispuestos a contar todos los atropellos a los que son sometidos en la empresa. “Los animales pasan vivos a la faena”, cuenta sin sorprenderse un obrero al costado de la Ruta 5, frente al acampe, mientras espera la comunicación con el Ministerio de Trabajo para participar de la audiencia virtual.
“La pistola neumática se descalibra o no le hacen mantenimiento, y la vaca pasa viva. Entonces cuando le cortas la cola para comenzar el descuere, el animal tira patadas y eso es peligroso, hay que andar esquivando”, señala con humildad el compañero. “Ya pasó que semejante golpe lo recibieron mis compañeros en el pecho o en la boca y le volaron los dientes”.
Sucede que los jefes de área presionan para subir los ritmos de producción y aceleran la noria para faenar más animales en el mismo tiempo, y eso pone en peligro a los trabajadores.
Otro obrero cuenta: “nosotros trabajamos con cuchillos muy grandes, muy afilados y en espacios reducidos. El Ciclo 2 es una línea de producción donde vamos faenando al animal parte por parte. Hacemos esto todos los días durante 12 horas y a bajas temperaturas. Se trata de un trabajo mecánico a gran velocidad con estos elementos cortantes en las dos manos y en muchos casos cuando el cuero es duro, o la herramienta se desafila o se mueve demasiado rápido la noria, a la velocidad que vamos, le erramos el puntazo de entrada, la mano pasa de largo y hemos apuñalado al compañero o a nosotros mismos”, relata con sentimiento de culpa.
La xenofobia y el trato humillante están a la orden del día. “Los jefes o los responsables de recursos humanos nos dicen que somos unos negros de mierda, que somos indios inútiles, o cosas como esas. Pero que vengan ellos hacer el trabajo a ver si pueden, en estas condiciones de explotación”, explica uno de los despedidos.
Los obreros denuncian que no se les paga las “horas frío” a partir de la sexta, ni las horas extras a partir de la octava, ni las horas noche como lo indica el convenio colectivo de la rama laboral. “Nosotros no somos ignorantes, que seamos callados no significa que seamos boludos. Ahora dijimos basta y por eso paramos y hasta que no se reincorporen los compañeros no volvemos a trabajar”, explica un trabajador en la ronda mientras se acomoda el barbijo.
Fueron despedidos ocho trabajadores por pedir hisopados y testeos masivos para evitar la pandemia del COVID-19. La empresa que los obligaba a trabajar con síntomas, tuvo que ceder a los pedidos sanitarios cuando se realizó un paro que duro 36 horas en agosto.
Este cuadro de precariedad en Bermejo no es nuevo, hace dos años, explotó el digestor de la planta con un saldo de cuatro obreros heridos de gravedad. “Senasa, el ministerio de Trabajo y la municipalidad se hicieron los distraídos”, comienza diciendo un obrero sobreviviente. “Eran las 9.30 del jueves 30 de agosto de 2018, yo estaba buscando al jefe de mi área cuando de repente sentimos una explosión que me tiro al piso, todos los vidrios se hicieron pedazo y yo me cubrí para que las esquirlas no me peguen en la cara. Tardamos en reaccionar hasta que nos dimos cuenta que había explotado el Digestor. Literalmente voló una pared que cayó con la columna del tablero trifásico sobre varios compañeros. Nosotros sabíamos que faltaba uno y que tenía que estar ahí, lo buscamos hasta que vimos que una mano salía de los escombros y lo sacamos, pensamos lo peor, estaba mal, pero se salvó gracias a que lo llevamos al hospital. Otros compañeros y compañeras también sufrieron heridas. Eso nunca fue investigado. Cambiaron el digestor por uno nuevo y a la empresa no le importo si alguien moría ese día. Ahí nos dimos cuenta que tenían el amparo del poder político y que nuestra vida no valía nada para ellos”, detallo.
La medida de fuerza continúa en las puertas del Frigorífico y está sumando adhesiones de otros trabajadores en lucha, los obreros exigen la reincorporación de los despedidos y la remoción del delegado gremial, más un aumento salarial del 20%.
“Las paritarias del gremio de la carne son más trucha que la declaración jurada de Fantini” -por el secretario general de la Federación de la Carne-, concluyeron.