Francia: un momento crucial

Escribe Emiliano (Belgrano)

Tiempo de lectura: 2 minutos

La tregua no funcionó, los huelguistas y manifestantes de toda Francia dicen “¡Es la huelga, no la tregua, lo que les dará a nuestros hijos un futuro!”. El carácter renovable de la huelga, sobre todo en el transporte, cuestiona el control de la burocracia y el corporativismo. Se piensan bloqueos hacia empresas privadas para preparar la jornada del 9 y el 11. Los huelguistas debaten ¿cómo ganar?

El viernes, el día treinta de huelga, a las 4 de la mañana, la policía llegó a la estación de ómnibus de Nanterre para reprimir el piquete que se lleva adelante como en todas las jornadas precedentes. Un maquinista dijo: “el 87% de los trabajadores confirman la huelga todas las mañanas”, esto es, huelguistas junto a manifestantes y activistas convencen pacíficamente a los no-huelguistas a unirse a la huelga. Esto sucede en la mayoría de las terminales de ómnibus. Pero Macron está dispuesto a romper con esta solidaridad: “esta mañana a las 4 de la mañana las fuerzas de orden llegaron, fueron autorizadas a entrar a la central y molestaron y tiraron gases lacrimógenos a nuestros colegas”, comenta un conductor.

El jueves se hizo un reagrupamiento de huelguistas de la RATP y la SNFC en la Avenida de la Ópera, donde un delegado de Sud-Rail dijo: “no hay nada que negociar, no se negocia la regresión social”. Jerome Rodríguez, de los Chalecos Amarillos, dijo que había que “salir de la institucionalización de las huelgas”, o sea abandonar toda negociación.

El sábado en la Estación Norte, luego de ocupada por la policía, mucha gente fuera de la estación cantaba: “¡renuncia Macron!”. Los trenes se retrasan debido a la presencia de miles de manifestantes.

Según la CGT-Total, cinco de las ocho refinerías en Francia se han unido a la huelga.

Se acaba el tiempo

Emmanuel Macron había reafirmado el martes su determinación de “llevar a cabo la reforma de las pensiones”, e instó al gobierno a “encontrar un compromiso rápido”. En dos semanas, la reforma debe ser presentada al Consejo de Ministros. Pero no está prevista una solución rápida. Un mes después del inicio de la movilización, tres de cada cuatro franceses (75%) creen que el gobierno debe abandonar su proyecto de reforma o renunciar a “su idea de una edad pivote de 64 años”. Los sindicatos amarillistas han dicho que no van a aceptar la suba de la edad de retiro y el gobierno no está dispuesto a ceder.

Desgaste

Desde el 6 de enero, Solidaires llama a Asambleas Generales para organizar la manifestación del 9. Desde la interprofesional de la función pública (ampliamente castigada con la reforma), dijeron que “el 17 de diciembre comenzó una nueva etapa”. La intersindical comunica que “Para ganar, se debe amplificar el movimiento en todos los sectores profesionales desde el 9 de enero. Las organizaciones ya están decidiendo reunirse nuevamente la noche del 9 de enero de 2020. Piden que el sábado 11 de enero sea un día de manifestación en todo el país”.

Para ganar, sostiene un sector, se trata de convocar a una “huelga general ilimitada” (Chalecos Amarillos), para otros se trata de “ampliar la huelga” (Solidaires, CGT, FO, interpro), o de “extender la huelga” (PTS). Desde la izquierda se pronuncian por la convocatoria de “Comités de Huelga”. En la que coinciden todas las corrientes es en la improcedencia e inconveniencia de ofrecer una perspectiva política. Aunque se justifican en que decir “Fuera Macron” sería hacerle el juego a Le Pen, no es a Le Pen que temen, sino a Macron, que podría romper las negociaciones que tienen lugar en las bambalinas.

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera