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La toma de Guernica ha concentrado todos los elementos que caracterizan a una crisis humanitaria. Familias desahuciadas, sin trabajo ni posibilidad de pagar un alquiler, que desesperadamente intentan escapar del hacinamiento en resguardo de su salud, y, en definitiva, de sus vidas. Esto es lo que la pandemia ha desnudado por completo.
Lo ocurrido en el partido de Presidente Perón es una tendencia que se ha acentuado durante el último periodo. Por caso, en las ciudades de Rosario se han desalojo 167 de tomas de tierras. Actualmente, más de 200 familias inastaladas en el predio de Magaldi sin ningún servicio público esencial a disposición, se encuentran amenazadas de ser ejecutados de estos lotes. En la ciudad de Santa Fe han se han desarrollado procesos similares este año, como el desalojo de 15 familias de Barrio Transporte, al norte de la ciudad.
Asimismo, ante el violento desalojo de Berni, la ministra Silvina Frana se comprometió a no repetir sus métodos. Esta serie de contradicciones manifiestan la profundidad de la crisis, y la conciencia de que la ejecución generalizada de estas acciones puede desencadenar una respuesta popular de dimensiones.
Lo cierto es que ha quedado de manifiesto los intereses sociales que defienden los gobiernos de turno. Una recién investigación sobre la propiedad de territorios isleños que han sido incendiados durante los últimos meses, revelan los negocios capitalistas ganaderos e inmobiliarios con nombre y apellido de quienes lo llevan a cabo. Es el caso de Marioni, hacendado entrerriano, que tiene en disputa estos pagos contra la Municipalidad de Rosario, los cuales habrían sido donados a la misma por parte de un tercero de apellido Deliot. Sobre el dominio de estas tierras no hay nada, solo una serie de boletos de compraventa que datan de decenas de años . Es el mecanismo clásico de apropiaciones privadas de patrimonios en algún momento lo fueron del Estado. Dicho de otra forma, los verdaderos usurpadores son legitimados por el mismo Estado capitalista. Este mismo hacendado ha sido beneficiado con la falta de mérito por incendios deliberados, a pesar de la existencia de elementos de prueba suficientes para demostrar su autoría. Estas maniobras de “autoabsolución” de la clase social responsable del cambio climático, la deforestación indiscriminada y prohibida de bosques nativos y la orquestadora de las mayores vejaciones sobre la naturaleza, no podrán encubrir su rol destructor ni su responsabilidad social sobre la pandemia.
La lucha por el derecho a la vivienda, en el marco del colapso social actual, pone de relieve en su punto más alto la incompatibilidad de la vida de millones de familias con el régimen social capitalista.