OMS y UNICEF: operación política de abrir escuelas sin condiciones sanitarias

Escribe Ana Belinco

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La Organización Mundial de la Salud (OMS), en un giro de 180 grados, este jueves planteó que hay que mantener abiertas las escuelas durante la pandemia de coronavirus aumentando las medidas de protección. Precisamente, el mismo día del anuncio, la ciudad de Nueva York dio marcha atrás con el reinicio escolar, ante el desborde de los contagios. Esta marcha atrás tuvieron que darla en otros países europeos como Israel, España, Italia así como en las provincias argentinas de San Juan y Mendoza al dispararse los casos tras la vuelta a clases.

"Debemos asegurar la enseñanza para nuestros hijos", afirmó el director para Europa de la OMS, Hans Kluge, con gran originalidad, para agregar que los niños y adolescentes no son impulsores principales del contagio y que el cierre de las escuelas no es efectivo. En el camino se olvidó de los docentes y no docentes y de la aglomeración del tránsito y el transporte público. También se atrevió a decir que los confinamientos son "una pérdida de recursos" y que provocan muchos efectos secundarios, como daños a la salud mental o aumento de la violencia de género – de nuevo, cuando Europa se encuentra al borde del colapso hospitalario. En marzo, el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, recomendaba a los Estados "considerar cerrar escuelas y cancelar eventos masivos para reducir la exposición". Trump perdió las elecciones en Estados Unidos pero conquistó al menos el alma de la burocracia internacional de la salud.

En esta misma línea el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), presentó este jueves el informe "Cómo evitar una generación perdida por la COVID", en el que asegura que si bien los síntomas entre los niños infectados siguen siendo leves, el número de infecciones en este grupo de la población va en aumentando, y advierte del impacto a largo plazo que esto tendrá en la misma la educación, la nutrición y el bienestar de toda una generación de niños y jóvenes. Pese a este reconocimiento del aumento de contagios y a que los niños pueden transmitirse el virus entre sí y a grupos de mayor edad, recomienda abrir las escuelas con medidas de seguridad básicas. Asegura, sin más, que "los beneficios netos de mantener las escuelas abiertas superarían el coste de cerrarlas". El diagnósitco sanitario es sustituido por una contabilidad de costos.

Estos planteos forman parte de una operación política y mediática, que cree ver una ventana de oportunidad política en el anuncio de la disponibilidad de varias vacunas en un cierto plazo. El hemisferio norte ingresa al período escolar, pero también al invierno, en muchos casos crudo.

Si de verdad se quisiera evitar tener una generación perdida por el covid-19, los Estados deberían haber garantizado, desde el inicio de la pandemia, conectividad y equipos tecnológicos para que cada niño pueda acceder a la educación virtual, así como reformas edilicias que aseguren el cumplimiento de protocolos de distanciamiento social. Una encuesta, que ayer reveló TN (“Una vuelta más”) indica que la principal oposición a la reapertura indiscriminada de escuelas y colegios parte de las familias.

A lo largo y ancho del mundo los estados capitalistas se empeñan en llevar adelante aperturas educativas generales con protocolos totalmente inviables en el marco de sistemas educativos vaciados y con condiciones de infraestructura escolar paupérrimas. La ministra de Educación de la Ciudad apuntó contra los maestros, en una clara demostración de que la lucha por la salud y la educación enfrenta dos políticas y dos perspectivas históricas.

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