Escribe Marcelo Ramal
Multitudinaria inscripción a la Audiencia Pública.
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El día viernes pasado, comenzó la audiencia pública que debe considerar la ´rezonificación´ de las 17 hectáreas de Punta Carrasco y Costa Salguero, en la costanera Norte de las Ciudad. El cambio en el uso del suelo apunta a habilitar un vasto proyecto inmobiliario, que incluye la erección de diez torres de 30 metros de altura y muchas otras construcciones comerciales. Aunque éstas serán de menor porte, el conjunto, como bien señaló un expositor en el día de ayer, implica levantar “una densa muralla entre la Ciudad y el Río”.
La votación legislativa fue precedida por operaciones de venta de tierras públicas a favor de grupos inmobiliarios, con el compromiso político de la ´rezonificación´. Esta operación virtualmente delictiva se viene ejecutando en la Ciudad de Buenos Aires por parte de todos los partidos que la gobernaron, cuanto menos, desde los 90 hasta hoy. El proyecto Costa Salguero, precisamente, implica la extensión de Puerto Madero hacia el norte. Con seguridad, ha sido concebido como punta de lanza de un plan más amplio de edificaciones, que condenarán a la Ciudad y a sus habitantes a la privación de su única costa. Los desarrolladores ya prevén que el complejo de departamentos proyectado será “el metro cuadrado más caro de la CABA”. Lo que no dicen es que esta elevación en el costo del suelo impactará sobre el acceso al techo en el conjunto de la Ciudad.
Los empresarios y funcionarios defienden su proyecto con el argumento de que prevé espacios para ´paseo y recreación de la población en general”. Como suele ocurrir con estas privatizaciones, se justifican en nombre de las migajas de espacio público que dejan disponibles.
La ´rezonificación´ fue votada hace un mes atrás; la audiencia pública en curso debe preceder a la segunda votación del proyecto, como ocurre con todas las iniciativas que afectan patrimonialmente a la Ciudad. Casi invariablemente, en estos casos, la ´audiencia´ es un trámite ritual, no vinculante, entre la primera y segunda votación.
En esta oportunidad, sin embargo, ha tenido lugar un hecho que no puede pasar desapercibido: la inscripción a la audiencia supera las 7.000 personas, lo que no tiene precedentes en la historia de la Ciudad. Si se descuentan a los propios desarrolladores, y a algunos punteros o funcionarios a los que se les ha ordenado defender el proyecto, la abrumadora mayoría se anotó para rechazarlo. Es lo que ya ocurrió en la primera jornada.
No es exagerado decir que, en esta ocasión, al gobierno de Larreta lo salvó el ´distanciamiento social´. Se ha servido de él para cortar en rodajas a esta verdadera movilización política: la audiencia, vía zoom, y a razón de 250 expositores por día, se extenderá durante dos meses. Una jornada presencial se hubiera convertido en una asamblea multitudinaria en rechazo al proyecto.
La masiva inscripción, de todos modos, debería ser aprovechada para diseñar un plan de acción por el retiro del “proyecto Costa Salguero”, la defensa de la costa y el trazado de un parque y un paseo de acceso público integral. Entre los luchadores del ambientalismo urbano, ha comenzado un debate en este sentido. Se ha propuesto, por ejemplo, apelar al recurso de la iniciativa popular y, mediante la reunión de 4000 firmas, exigir a la Legislatura que trate el retiro del proyecto o bien abrirle paso a un referendum vinculante. Bastaría con reunir la voluntad de los actuales inscriptos o de su mayoría para alcanzar las firmas exigidas.
Toda iniciativa, la que mencionamos acá u otras, deberían ser parte de una movilización integral, en términos de acción y de programa. Es necesario detenerse, en primer lugar, en las implicancias de esta crisis en torno de Costa Salguero. Como han señalado varios urbanistas, el proyecto del gobierno Larreta cierra el circulo de la privatización costera iniciado por el menemismo hace tres décadas atrás. Pero a su turno, la respuesta popular –con la inscripción masiva a la audiencia- expresa el agotamiento de la gestión capitalista del suelo, como ámbito para la resolución de las necesidades vitales de vivienda, espacio público o salud. La “Ciudad de Puerto Madero” tiene hoy un 40% de inquilinos, y hace dos décadas sólo tenía un 10%. El índice de espacio verde por habitante es uno de los más bajos del mundo. La pandemia puso al rojo vivo todas estas contradicciones, pues los porteños debieron afrontarla en departamentos minúsculos y calles encajonadas. Ni qué decir del sistema de salud, que cruzó por el Covid con médicos y enfermeras mal pagos y sobreexplotados.
La privatización del suelo ha dado un salto cualitativo en la última década, y no simplemente por voluntad del macrismo. Los grandes acuerdos por la enajenación de las tierras ferroviarias de Liniers o Palermo fueron votados en común por macristas y kirchneristas. La venta de tierras nacionales fue llevada adelante a través de la “Agencia de Bienes del Estado”, esa suerte de ´inmobiliaria nacional´ creada en 2012 por el gobierno de Cristina Kirchner. Los protagonistas de estas privatizaciones no tienen para ofrecerle a la Ciudad sino más de lo mismo, como lo revela la ´rezonificación´ que el clan Tinelli-Lammens acaba de obtener en provecho propio, y contrabandeando el lema de la ´vuelta a Boedo´.
Por todo lo anterior, una gran campaña por el retiro del proyecto Costa Salguero, ya sea impulsando la iniciativa popular u otro recurso, debería ser acompañada de un balance y un debate respecto de la orientación social de la Ciudad y el espacio urbano. La derrota de los ´desarrolladores´ de la Costa debe ser acompañada de un planteo que priorice a la población trabajadora, asegurando el derecho a la vivienda, en vínculo directo con las reivindicaciones de la educación y la salud, al espacio verde público y a la accesibilidad, todas ellas agredidas por la privatización y sus ejecutores políticos.
Saquemos todas las conclusiones de esta reacción excepcional contra la confiscación de la costa y el suelo.