Aborto: abajo la objeción de conciencia, llenemos el Congreso de mujeres

Escribe Valentina Viglieca

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Este miércoles, a un día de votar el dictamen del aborto legal, los diarios confirmaron lo que denunciamos apenas se conoció el proyecto de Ley de Fernández- Ibarra. Ponían la objeción de conciencia individual de antemano para aceptar rápidamente, ante las presiones clericales, la objeción institucional. El modo de evitar que esto sucediera era evidente: que el Movimiento de mujeres y los trabajadores salieran a defender el proyecto de la Campaña Nacional, el proyecto de todas. O, mejor dicho, el que hasta hace un mes era el proyecto de todas.

El titular de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Pablo Yedlin, confirmó que: “se está evaluando” incluir en el proyecto de aborto legal del gobierno la cuestión de la objeción de conciencia institucional y “que los centros de salud que sean objetores de conciencia institucional garanticen la derivación del paciente” (Télam 9-12). Esto significa dejar en manos de los objetores y no del Estado la responsabilidad de que se cumpla con la ley.

Los pronósticos enunciados desde estas páginas se cumplieron: entregaron la objeción de conciencia individual sin que nadie se los pidiera para “negociar” después la objeción de conciencia institucional.

“La mayoría de las clínicas confesionales están en la Ciudad de Buenos Aires y no es tan común en el interior, donde hay un sector privado o público, pero no tanta influencia confesional. Por lo tanto, el proyecto va a decir que se debe garantizar la derivación”, mintió con todo descaro Yedlin, el diputado del Frente de Todos.

Hace menos de una semana se supo que en Rawson sacaron a la única médica que realiza las ILE (Interrupción Legal del Embarazo): “Desde diferentes colectivas de mujeres y disidencias de la ciudad de Rawson, en unión con las trabajadoras y trabajadores de la Salud, vecinas y vecinos del barrio Área 16 (…) expresamos nuestro desacuerdo y profunda preocupación ante el corrimiento en sus funciones de la Dra. Adriana Cardullo, del Centro de Salud del Årea 16.”, dice un comunicado que circuló por las redes y continúa: “es la única médica garantista de los derechos de las mujeres”.

La objeción de conciencia es “LA” traba para impedir los abortos legales. En países como Italia, España o Polonia, donde el aborto es legal hace décadas, en regiones enteras no hay quién los haga porque los médicos que se atrevieron a desafiar al clero fueron atacados públicamente, se accionó contra su matrícula y su patrimonio. En esos países el aborto se realiza en clínicas privadas, sin que la Iglesia diga nada. El aborto sigue siendo un negocio no una cuestión de salud pública ni de derechos democráticos.

Los trabajadores de la salud quedarán presos del artículo que permite la “objeción de conciencia”. El objetivo es amedrentarlos, lograr que esos médicos que están en favor de los derechos de las mujeres se vean presionados por el temor a quedarse sin trabajo o a no poder ejercer más su profesión.

No se trata acá de una coma en el articulado. Se trata de que la ley garantice o no los derechos de las mujeres. Todos los niveles del clero, incluidos los curas villeros cerraron filas contra las mujeres y el aborto legal.

El movimiento de mujeres debe tomar distancia de las direcciones que anteponen sus acuerdos con un gobierno que cede a las presiones clericales.

Es indispensable que el jueves miles de mujeres digamos NO a la objeción de conciencia, ni individual ni institucional. Debemos unirnos a los trabajadores de la salud y exigir la estabilidad en el trabajo de todo aquel que esté dispuesto a garantizar el derecho a la interrupción del embarazo.

Ninguna “objeción de conciencia” que convierta la ley en una farsa y a las mujeres y los trabajadores de la salud en rehenes.

Ninguna injerencia del clero en la salud, la educación y la justicia.

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