La lucha de Loimar, en etapa decisiva

Escribe Matías Solanilla

El colectivo obrero se mantiene firme. Vamos por la victoria.

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La lucha de los trabajadores de Loimar, la fábrica de ladrillos tandilense cuyo dueño se borró hace más de un año, está entrando en una etapa decisiva.

Luego de casi un año sin ninguna declaración ni comparecencia de la empresa, los trabajadores han logrado obligarla a presentarse en el Ministerio de Trabajo para intentar resolver el conflicto. En estas semanas se ha hecho claro que el plan de desmantelar la organización gremial y de transferir la explotación de la fábrica a un fideicomiso para reabrir con trabajadores sin derechos ni conquistas viene de larga data; existía ya antes de los despidos que dieron origen a esta larga pelea, en 2019.

La aspiración de la empresa era evidentemente ganar por cansancio: los compañeros llevan un año sin cobrar, lo que se suma a las enormes deudas que ya existían previamente – aumentos paritarios, quincenas trabajadas, vacaciones, etc., que el empresario nunca pagó. Sin embargo, la asamblea de Loimar se mantiene firme; alrededor de 50 compañeros siguen peleando por su puesto de trabajo, transcurrido un año del cierre.

El bloqueo al ingreso de los carneros a la planta hace dos semanas y la firmeza de la organización han hecho trastabillar los planes de la patronal, que ya tiene pedidos vendidos para febrero y apuesta todo a derrotar a los trabajadores.

En la última audiencia, la empresa, que venía del intento de reabrir la planta tomando 38 trabajadores nuevos (despidiendo a todo el plantel actual), propuso la reapertura con 25 externos y 13 de los que hoy están luchando, prometiendo indemnizar al resto. Una vez más la estrategia es dividir a los trabajadores, intentando explotar sus necesidades para enfrentar a unos contra otros. Sin embargo, la asamblea de trabajadores se mantuvo firme; rechazaron la oferta y le contraponen que entren todos a trabajar defendiendo todas sus conquistas, fruto de más de 15 años de organización.

Es evidente que el problema principal de todo el conflicto es el intento de desmontar la organización gremial. La empresa incurre en todo tipo de fraudes y maniobras para deshacerse de un colectivo obrero que se levanta reiteradamente en defensa de sus derechos. Lo que se procesa en Loimar es, de fondo, la imposición de la reforma laboral para liquidar las conquistas obreras que datan de muchas décadas.

La alusión a una “falta de rentabilidad” ha sido sistemáticamente desmentida. La fábrica es rentable y está en condiciones de producir. Si el capital es incapaz de explotar los medios productivos en los términos de los derechos laborales, su gestión debe pasar a manos del Estado bajo control de sus trabajadores, que han dado sobradas muestras de su capacidad. Las maniobras y acciones fraudulentas demuestra la actitud de guerra que ha tomado la patronal y exige una respuesta contundente. La ocupación de la fábrica se va presentando como una medida necesaria.

Todo el apoyo a la lucha de Loimar hasta que triunfe. ¡TODOS ADENTRO! Defendamos los puestos de trabajo y las conquistas obreras.

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