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El Polo Obrero nació hace dos décadas, aunque no tiene una fecha registrada. Su construcción fue votada en el congreso del Partido Obrero de mayo de 2000, a partir de una moción de Jorge Altamira. El Congreso se desarrolló bajo el impacto del levantamiento popular de General Mosconi. El norte de Salta se había convertido en el epicentro de lo que luego se denominaría movimiento piquetero, como consecuencia de los despidos en masa de los trabajadores de YPF, determinado por la privatización del menemismo. El gobierno de Romero se embarcó en una sistemática política de represión. El 5 de junio del 2001 fue detenido José Barraza, del PO del norte de Salta, cuando se retiraba de un corte de ruta luego de una represión. El sábado 9, la policía volvió a reprimir el corte de ruta salteño, llevándose detenido a Carlos Gil, también del PO. El domingo 10 fue detenido César Rainieri, del PO, junto con otros compañeros desocupados. Estos hechos dieron inicio a una fuerte campaña por la libertad de los compañeros Barraza, Gil y Rainieri, que incluyó actos, festivales y pronunciamientos nacionales e internacionales. Finalmente, en agosto del 2001 arrancamos la libertad de los compañeros.
El otro polo de gravitación fueron las neuquinas Cutral-Co y Plaza Huincul, por las mismas razones; es en la lucha que emprenden las poblaciones de estas ciudades que es asesinada Teresa Rodriguez. De modo que el certificado de nacimiento del movimiento piquetero fue establecido en dos poderosas concentraciones de la clase obrera, o sea que arrancó de una lucha de clase proletaria, incluso anterior a la desocupación masiva que se instaló a partir de mediados de la década de los 90. “En el debut del ´plan Cavallo´, la desocupación era del 6,6% y se duplicó en sus primeros años (considerados ´expansivos´). Con el comienzo de la recesión que siguió al ´tequilazo´ mexicano de fines de 1994, y en apenas seis meses, creció otro 50% hasta alcanzar el 18,6% en julio de 1995”. (Luis Oviedo, Una historia del movimiento piquetero, 2000). En ocasión del “cutral-cazo”, que llevó a toda la ciudad a un histórico corte de ruta, tuvo lugar un hecho político-jurídico de enorme magnitud, que ha sido enterrado por los especialistas en derecho constitucional: la jueza convocada para emitir la orden de represión que reclamaba la gendarmería se declaró “incompetente”, con el argumento de que no era judiciable una rebelión popular. Las caracterizaciones del Partido Obrero acerca de la potencialidad revolucionaria de las luchas obreras del momento (por ejemplo: “Santiagueñazo: el Cordobazo de los ´90”, Jorge Altamira, Prensa Obrera, 22/12/93; “En Cutral Co hubo una revolución”, Jorge Altamira, Prensa Obrera 04/07/96), se confirmaron más adelante en lo que fue el “argentinazo”.
Una nota del 25 de Julio de 1995, referida a este giro hacia la desocupación en masa, señalaba: “La clase obrera tiene planteada una lucha a muerte por la defensa de su integridad física y moral. Para la lucha es necesaria una organización. Entre los desocupados existen muy valiosos, experimentados y combativos activistas obreros y sindicales. El completo abandono de los desocupados por parte de la burocracia hace recaer sobre estos compañeros —y sobre las organizaciones de izquierda y los delegados y activistas antiburocráticos— la tarea de organizar a los desocupados. En las colas para buscar empleo y en los barrios donde se concentran los desocupados es posible —y necesario— forjar la organización y la movilización de los sin trabajo. Para reclamar a los sindicatos, para que tomen la lucha de los desocupados en sus manos y para que convoquen a deliberaciones y a una lucha común de los ocupados y los desocupados, quebrando la cuña que meten las patronales y los burócratas para dividir la lucha obrera. Y para manifestar sobre el poder político por el ´derecho al trabajo´, mediante movilizaciones, cortes de ruta y ocupaciones de edificios. Las manifestaciones contra la desocupación de Mar del Plata, de San Nicolás, de Zárate, de Centenario y de Allen marcan el camino. Si Menem y Cavallo no pueden dar solución al problema de la desocupación, ¡que se vayan!”
Unos pocos meses después, el PO realiza su VII Congreso, el cual contó con delegaciones de activistas que se encontraban a la cabeza de alguna de las organizaciones de desocupados que se estaban formando por todo el país. La caracterización del PO era que el país se encontraba en “una situación pre-revolucionaria”. La necesidad de creación de un polo de la clase obrera ya estaba presente entonces: “La consigna de organizar Asambleas Populares, Congresos de Bases de los Sindicatos, Congresos de Trabajadores, para proceder a la deliberación común de los explotados y dotarse de un pliego de reivindicaciones único para una lucha de conjunto, se dirige en la misma dirección: plantear un polo de organización independiente de los explotados frente al poder del Estado y los capitalistas”.
El Informe de Actividades a este Congreso abrió una discusión cuyas conclusiones se plasmaron en el artículo de Prensa Obrera titulado “Hacia dónde va el Partido Obrero”. En él se señalaba: “La conclusión general a que arribó el VII Congreso es la necesidad de profundizar la comprensión política, por parte del PO, de la situación de crisis y luchas actuales y de someter a una crítica constante la práctica partidaria, para ponerla a la altura de las exigencias tácticas y estratégicas del momento presente”. Ese “momento presente” era el que inauguraba la crisis del plan Cavallo, a finales de 1994, y el crecimiento nunca visto de la desocupación en masa. Frente a quienes señalaban que las rebeliones populares como el santiagueñazo sólo eran patrimonio del interior del país, el VII Congreso del PO ofreció un pronóstico diferente: “La desocupación del Gran Buenos Aires es récord y la crisis social empuja a los trabajadores a la ocupación de tierras. El pronóstico de que ´ha llegado el turno de Buenos Aires´ preside la intervención del PO”.
En este marco, se derrumba la construcción montada por “Chiche” Duhalde en los barrios. “Las manzaneras se rebelan”, se titula una nota de Marcelo Peralta en Prensa Obrera del 18/09/97, donde caracteriza al “famoso ‘aparato asistencial’ duhaldista” como “un gigante de pies de barro”. Las organizaciones que se referenciaban en el trabajo barrial (asistencial) también entraron en crisis. Un artículo (“Crisis en el MTD de Varela”) destacaba el impasse que ellas estaban atravesando (Pablo Heller, Prensa Obrera, 07/01/99).
En el PO, sin embargo, no habían madurado aún las condiciones para la formación de un polo clasista independiente, como se había planteado en su VII Congreso. En 1998, la revista teórica del PO, “En defensa del marxismo”, publica una charla de Altamira titulada “La situación política en vísperas del IX Congreso del PO” donde señalaba lo siguiente: “Indudablemente, la auténtica alternativa independiente es un Partido Obrero. Es la organización de los obreros en un partido propio. Digo alternativa independiente, porque hay muchos trabajadores que necesitan aún madurar la idea de un partido, pero que pueden aceptar y aceptan la idea de que las organizaciones de los trabajadores, sean reivindicativas o políticas, se unan en un trabajo común. Nosotros estamos impulsando a fondo el trabajo en común de organizaciones obreras, populares, que tienen fines puramente reivindicativos con las organizaciones partidistas. Porque es necesario insuflar en las organizaciones que tienen fines reivindicativos, la conciencia de que la salida está en un gobierno obrero y porque es necesario que el partido comprenda que sólo se puede crear un partido luchando profundamente en todos los movimientos reivindicativos. Es lo que llamamos un frente político-reivindicativo”.
El X Congreso del PO, realizado en junio de 1999, aprueba un documento llamado “Por la formación de un polo clasista”. En este documento se afirma que: “El agotamiento terminal del menemismo ha puesto en jaque a todas las direcciones sindicales. Ese agotamiento está llevando a una acentuación de la rebelión de las masas y a la aparición de organizaciones combativas de bases. Los piqueteros y los fogoneros, desde hace un tiempo, los autoconvocados más recientemente, son vistos naturalmente como una amenaza por la burocracia sindical. La resolución de los autoconvocados de Corrientes, de que sólo acatan las decisiones que se adopten en asamblea, la cual ha pasado a tener oficialmente un carácter soberano; esta resolución va incluso más allá, porque expresa la conciencia de un poder independiente de los jurídicamente constituidos”.
En 1999 ganó la Alianza, un frente entre alfonsinistas, ex-menemistas y progresistas de diverso pelaje. La tapa de Prensa Obrera “El Partido Obrero a prueba”, luego publicada en En Defensa del Marxismo, analiza la caída electoral del PO en aquellas elecciones. El artículo, que ocupó 5 de las 12 páginas de la prensa, afirmaba que “Los hechos desmintieron nuestros pronósticos políticos”. El balance decía: “El PO retrocedió electoralmente, pero nunca como ahora se han incorporado obreros a la organización”.
La más importante oposición obrera al gobierno de la Alianza comenzó en la provincia de Salta, con los levantamientos de Tartagal y Mosconi en diciembre de 1999. El desarrollo de la lucha de clases pegó un salto cualitativo en el norte del país. En mayo del año 2000 se produce una nueva pueblada en Tartagal, Mosconi, Aguaray y Pocitos, con características más masivas, más clasistas y más combativas que las anteriores, y con un papel importante jugado por dirigentes del PO en los cortes y asambleas populares, como Pepe Barraza, Carlos Gil y César Rainieri.
El 3 de noviembre de 2000 se aprobó por unanimidad en la asamblea del corte de ruta del norte de Salta una resolución llamando “a los compañeros piqueteros de La Matanza, Cutral Có, Chaco, Formosa, Mar del Plata, Córdoba, Rosario, Jujuy y La Patagonia” a formar una Coordinadora Nacional de Piqueteros. El llamamiento decía: “Llamamos a unificar nuestros reclamos y constituir una Coordinadora Nacional de Piqueteros para realizar un reclamo de conjunto, ya que no queremos envejecer cortando rutas. Unamos nuestros reclamos a todos los reclamos que tiene la clase obrera y juntos impulsemos un Congreso Nacional de Trabajadores y Desocupados que elabore un programa económico, social y cultural que signifique una salida para el pueblo”. El contenido del texto revela el protagonismo y la influencia del PO en la provincia. El primer paso en esta convocatoria fue la realización del Congreso de Trabajadores y Desocupados del norte de Salta, el sábado 9 de diciembre del 2000, realizado en el Club del Transporte de General Mosconi. El Congreso fue convocado por las comisiones de piqueteros y desocupados de Tartagal, Mosconi, Aguaray, Orán y Embarcación, en las cuales se realizaron previamente asambleas y se eligieron representantes.
Como parte de ese proceso, nuestro partido tomó la iniciativa de convocar en Fatpren, el sindicato de Prensa, a un plenario nacional de trabajadores. Prensa Obrera reflejó las conclusiones políticas del plenario: “El llamamiento aprobado traza toda una perspectiva política al levantar 'el método del plan de lucha y la huelga general indefinida hasta arrancar lo que nos corresponde' en contraposición al 'paro aislado y desgastante' como mera presión al gobierno de turno” (Néstor Pitrola, Hacia un congreso nacional de piqueteros y de la clase obrera, Prensa Obrera 27/12/00). La declaración del Plenario Nacional de Organizaciones de Trabajadores Ocupados y Desocupados sostenía: “Nos comprometemos a constituir sólidas organizaciones en cada uno de los escenarios en los que estamos actuando. A promover congresos regionales que apunten a nuclear a todo lo vivo y actuante del movimiento de lucha, a desenvolver nuestro programa y estructurar una dirección. Nuestra columna vertebral es una política de independencia y fidelidad a la clase obrera frente al gobierno proimperialista, los partidos patronales y las direcciones que nos llevan a un callejón sin salida”.
El plenario de Fatpren, sin embargo, terminó en una crisis: grupos “anti-políticos” de tamaño reducido ganaron para su posición a los dirigentes llegados de Salta, ex trabajadores petroleros. Esta pulseada cubrió todo un período en el norte de la provincia, impulsada por grupos y dirigentes hostiles a un trabajo común con el Partido Obrero. Con el tiempo, esos dirigentes se embarcaron en la puesta en pie de microemprendimientos, abandonando el reclamo de la reintegración a YPF.
El plenario de Fatpren recibió una provocación del gobierno, muy reveladora políticamente. El ministro “progresista” Storani caratuló al plenario, de acuerdo a lo que le contaron sus informantes, como un “cónclave de piqueteros” y condenó en los medios las “acciones concertadas” (en oposición a las “movilizaciones espontáneas”) que “golpean la gobernabilidad”. El ministro amenazaba, ante las acciones de lucha votadas, con que el gobierno “reprimirá por la vía de la justicia ya que la democracia debe defenderse con todo el peso de la ley”. Una nota de Pablo Rieznik explicaba: “En el 506 y en el 2000 también: los aparatos represivos, sigilosos y conspirativos, son el corazón del Estado capitalista” (Pablo Rieznik, “Storani y el espionaje político”, Prensa Obrera 25/01/01). Pero la provocación de Storani constituía a la vez un pronóstico, porque, en efecto, el movimiento piquetero jugó un rol político fundamental en la caída del gobierno de la Alianza. “Las andanzas de Storani descubren la profundidad de la impasse de un gobierno acorralado por sus propias contradicciones” (Jorge Altamira, “El ministro Storani está montando una provocación contra los trabajadores en lucha”, Prensa Obrera 11/01/2001).
La numerosa concentración piquetera impulsada por la Corriente Clasista y Combativa, en la Matanza, en noviembre de 2000, fue el puntapié para lanzar una campaña, de parte del PO, por la unificación del movimiento piquetero (el mismo propósito que reunió, sin éxito, al plenario en Fatpren). Los hechos demostraron que fue una iniciativa de alcance histórico, porque logró reunir en un frente, contra toda la tendencia divisionista que se anidaba (sea en la izquierda como en sectores de luchadores), al movimiento Tierra y Vivienda, de D’Elía y la CTA, a la CCC, a otras corrientes menores, y a lo que pasó a llamarse Polo Obrero. Las direcciones del Partido Obrero y del PCR comenzaron una práctica de reuniones semanales, con el propósito de asegurar el reforzamiento de la unidad piquetera, a la vez que el propósito político, o sea de conjunto, de la lucha piquetera contra el gobierno De la Rúa-Cavallo.
La campaña de unificación piquetera dio como resultado la convocatoria de una Asamblea de Trabajadores Ocupados y Desocupados, en junio de 2001 con la primera ANT, en una iglesia de La Matanza; la segunda ANT reuniría al movimiento de todo el país desde el Chaco hasta la Patagonia. Los miembros informantes de la Asamblea (Norma Nassif de la CCC-PCR; Claudio Lozano por la CTA-FTV, y Altamira por el Partido Obrero) dejaron en claro que surgía un movimiento político-reivindicativo y de ningún modo una corriente asistencial o asistencialista. En su libro sobre el movimiento piquetero, Luis Oviedo relata las “dos estrategias” que se contrapusieron en aquella ANT: “Altamira señaló que la situación del movimiento se distinguía por tres características fundamentales. Una era la propia realización de la Asamblea Nacional, porque esto convertía al movimiento piquetero (...) en un factor político, o sea, en una alternativa popular frente a los explotadores y su Estado (...). En segundo lugar, la extensión de la lucha popular a sectores cada vez mayores. La tercera característica, y por momentos la más dinámica de todas, era el derrumbe capitalista y de su Estado (...). En consecuencia, resumió Altamira, estaba planteada una cuestión de poder (...) y planteó como salida la sustitución del gobierno nacional y de las provincias por Asambleas Constituyentes soberanas (…) que sería el resultado de las luchas, de la huelga general y de las puebladas”.
Las “dos estrategias” a las que aludía Oviedo se manifestaron el 19 y 20 de diciembre: la FTV y la CCC anunciaron que no participarían en una manifestación convocada por la ANT para el 20 debido a la inminencia, preveían, del estallido de una crisis política. La CTA, por su lado, se había embarcado en una juntada de firmas para avalar una iniciativa popular contra la pobreza. El Polo Obrero y el Partido Obrero mantuvieron la cita, advertidos en el Pic Nic del PO, del domingo 16, de la inminencia de un levantamiento popular. Lejos de arriar la bandera piquetera, como lo hacía la FTV y la CCC, añadía la consigna “asambleas populares en los barrios”, la primera de las cuales se reunió el domingo 23 en Parque Centenario. La CCC, que había reclamado un “argentinazo” durante varios años, solicitó junto a D Elía -y obtuvo- una reunión con el presidente provisional Rodríguez Saa.
El movimiento piquetero que tomó forma en la ANT fue una expresión social y política de la clase obrera. Los delegados de empresas despedidos eran numerosos en sus filas, así como obreros despedidos de los años recientes. Una expresión de esto fueron los piquetes que formaron los piqueteros despedidos en apoyo a las ocupaciones de empresas que enfrentaban despidos (lo que convirtió al “ejército de reserva” de los desocupados, en un ejército de combate de los compañeros ocupados). La fusión entre unos y otros se manifestó en numerosas ocasiones, aunque la más destacada haya sido quizás el bloqueo de las vías del subte en un conflicto de los obreros con la patronal de Metrovías. En este sentido, el movimiento piquetero de 2000/3 desarrolló una subjetividad de acción directa inédita, no en la historia del movimiento obrero de Argentina, pero sí en el del medio siglo previo. Es lo que enseguida se volvería a manifestar en las fábricas de la Panamericana, en Neuquén y, en forma más molecular, pero también masiva, en toda la clase obrera.
Uno de los últimos episodios de esta historia del Polo Obrero, que de ninguna manera puede ser soslayado, es la formación del Polo Obrero Tendencia, que se encuentra luchando por retomar los métodos históricos de construcción de la organización. Estos métodos no son una receta que puedan sacarse del pasado. Como se vio, la formación del Polo Obrero no fue establecida por decreto. El Partido Obrero tuvo que atravesar una experiencia, criticar su propia praxis, dar pasos en un terreno nuevo. El método de construcción del Polo Obrero Tendencia sigue la misma línea.
La historia “oficial” de los 20 años del Polo Obrero, en cambio, es más parecida a una hagiografía: una historia lineal y autoproclamatoria. En el video del PO oficial sobre los 20 años del Polo Obrero, Néstor Pitrola afirma que: “Llevamos a la organización de desocupados los mejores métodos clasistas del movimiento obrero ocupado: la asamblea, el delegado revocable, el mandato, la democracia de los trabajadores y la acción directa y de lucha”. Se trata de una concepción de aparato. El partido no “le llevó” a los desocupados los métodos de la clase obrera, sino que se nutrió de esos métodos históricos de la propia clase obrera; no hicimos de “maestros ciruelas” sino de alumnos de vanguardia. Llevamos los debates políticos que correspondían a la etapa y el programa transitorio para pasar de la lucha reivindicativa a la política estratégica, a la lucha por el poder. Por esa perspectiva peleamos en las ANT, en el plenario de constitución de la Coordinadora Aníbal Verón y en la asamblea del Gatica previa al puente Pueyrredón. El PO buscó desarrollar esa tendencia de la clase, en contra de los métodos punteriles, que el aparato oficial ahora ha hecho suyos. Por eso, a 20 años, son valorables los programas que elaboró el movimiento piquetero, que el aparato hoy reduce a su sistema de consignas, en función de las prebendas que pueda obtener del Estado. El movimiento piquetero, sin embargo, no estaba esperando que llegue el Partido Obrero para conocer los métodos de la clase obrera, sino que necesitaba una perspectiva para unificar las luchas y darle un carácter de conjunto, o sea político.
La historia del Polo Obrero no puede contarse como la genial invención de un aparato sin caer en el ridículo y, aún peor, en un intento de deformar la conciencia de clase.