La ´corpo´ y los K echan a Losardo

Escribe Jorge Altamira

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La lectura de Clarín y La Nación, el domingo pasado, dejaba claro el operativo político: la ´Corpo´ daba por hecho la salida de Marcela Losardo, la ministra de Justicia, con un aval insospechado – fuentes oficiales cercanas al kirchnerismo, funcionarios K, etc. Como el último en querer echar a Losardo era su socio y amigo Alberto Fernández, quedó en claro que las huestes de CFK, de un lado, y las de Magneto y los Mitre, del otro, se habían asociado para hundir a la ´avenida del medio´ que se esforzaron por armar los ´albertistas´, en una orilla, y los ´larretistas´, en la otra. Para el ´relato´ de quién es funcional a quién, este episodio conecta a la fiscal que apostrofa a la “justicia podrida” con quienes agitan la ´independencia del Poder Judicial´. Se ha creado un nuevo escenario político. Alberto Fernández había supuesto que su discurso ´duro´ en la inauguración del año parlamentario le había servido de escudo protector. Error. Ahora sabe que si bien no le han ´comido´ una dama, el aparato del kirchnerismo le ha copado casilleros estratégicos.

La interpretación corriente de esta crisis es que se ha instalado una polarización electoral. Lo mismo, pero al revés, sostiene que las elecciones han forzado una polarización. El enfoque suena razonable si no fuera por la pandemia, en términos de salud y de vida, y en términos de agravamiento de una pobreza catastrófica. Argentina tampoco ha salido del default, como lo demuestran los resultados de las refinanciaciones alcanzadas por las provincias o la empresas del estado, que no reconocen quita de nada (ni capital ni Intereses), sólo un alargamiento precario de plazos. El alza de los precios internacionales de la producción agro-industrial alivia las arcas del estado, pero solamente en dosis homeopáticas, cuando se tiene en cuenta la inmensidad de la crisis social y del impasse económico. Para el ministro Guzmán es mucho más importante el garrotazo a los salarios y las jubilaciones, con el argumento de que contiene a la inflación, que cualquier otra cosa. Guzmán, por otra parte, observa la partida de Losardo con prevención, porque recuerda que la Vicepresidenta le recriminó, en El Calafate, que con aumentos de tarifas no se ganan elecciones. Kicillof ya le espetó que el déficit fiscal importa un bledo. Los K ya tienen ´in pectore´ un ministro de Economía ´electoral´. A este cuadro desequilibrado lo acecha, además, una crisis habitacional por la suba de alquileres en los centros urbanos.

Marcela Losardo no es una nena de pecho tampoco. No es cierto que no aguante ´las tensiones´, en una profesión donde abundan para todos los gustos. Losardo, como el Presidente, advierte que los K no tienen los votos legislativos para ninguno de sus proyectos, incluso los menos osados, como designar a un Procurador general del propio palo, no digamos de cambiar la Corte. Si CFK necesitó recurrir a AF, Massa y los gobernadores para ganarle a Macri, no será sin el concurso de ellos que logrará burlar los juicios orales y públicos que tiene agendado. El uso de las elecciones parlamentarias para organizar un plebiscito es siempre riesgoso – por eso se hacen siempre por Si o por No en torno a una figura, y no esgrimiendo programas. El impasse que atraviesa la cuestión de la vacuna en Argentina jugará un papel político central. La crisis de las vacunas se arrastra desde la crisis con Pfizer y luego por los desaguisados de AstraZeneca. En tanto las vacunas rusas y chinas no lleguen en forma masiva, la falta de inoculaciones a la entrada del invierno agravará la situación reinante. A esto se suma el tema distribución, donde la arbitrariedad no quedó confinada al vacunatorio de González García y el Posadas, sino que se extiende a todo el compadraje K, el de los gobernadores e intendentes, y ahora el reclamo de que los privados pueden hacerse cargo de la venta.

La pruebas del desfalco que representó el acuerdo de Macri con el FMI no escasean en absoluto, el problema es que afecta por sobre todo a los acusadores que improvisa el oficialismo. Fernanda Vallejos, diputada nacional K, recuerda que no logró quórum cuando pidió sesión especial, en 2018, para discutir el acuerdo con el Fondo. El FIT-U hizo el mismo reclamo. Dijo que estaban “en minoría”. Falsa excusa, en minoría estaba el macrismo, que por eso reclamó el apoyo de Massa, los gobernadores peronistas y el peronismo intermedio que hoy gobierno con los amigos de Vallejos. El peronismo no quiso que se debata en el Congreso para no tener que votar a favor del convenio leonino con el FMI. Al igual de lo que ocurre con el Procurador, la Reforma Judicial y otros temas, el kirchnerismo no tiene los votos que necesita para imponerlos. La ´ofensiva´ política K ladra pero no muerde – mucha cáscara y pocas nueces. Esta impotencia prefigura un escenario de choques dentro del gobierno y una crisis final. El reemplazo de Losardo ya ha creado una crisis propia – un adelanto a cuotas como las paritarias de la burocracia sindical.

El mismo domingo, Domingo Cavallo dijo, en un reportaje, que se opone a la “judicialización de la política” algo previsible de parte de un ex funcionario con varios desfalcos a cuestas, como la estatización de la deuda externa de compañías capitalistas, en 1982, o el blindaje y el megacanje, bajo el gobierno de De la Rúa – la versión original del acuerdo de Macri con el FMI. Ocurre que lo mismo reclama el kirchnerismo, cuando exige la liberación de funcionarios condenados (a domiciliaria) o el desistimiento de los juicios contra CFK. Una corriente importante de la burguesía plantea fumar la pipa de la paz, con el argumento de que de otro modo la crisis social y política alcanzará un carácter final. Es lo que plantean también los radicales de Posse, los peronistas como Monzó y los larretistas. En el Consejo de la Magistratura se produjeron designaciones con el voto coincidente de macristas y kirchneristas. No hace falta agregar que los ´ni ni´ advierten que a falta de un acuerdo nacional no habría acuerdo con el FMI.

A la crisis cada vez más aguda, la acompaña el monopolio político casi irrestricto que obtienen los partidos patronales de esta polarización. El rasgo más agudo del momento político es la contradicción entre el monopolio del escenario político por los partidos de la ´grieta´, por un lado, y el desinterés casi completo de las masas por esa polarización y esa ´grieta´, por el otro. Los partidos patronales en pugna se tienen que desdecir todos los días de las porquerías que hicieron en la jornada previa, cuando al mismo tiempo no pasa un día sin movilizaciones populares de magnitud diferente pero cuestionadoras del conjunto de los padecimientos que la agobian. Estamos ante la manifestación más clara de que la pandemia del Covid ha expuesto irrevocablemente el antagonismo del capital con la existencia humana social. Es necesaria una agitación política contra todo el sistema y el señalamiento de cada ocasión del conflicto para mostrarlo. Esta agitación debe dar contenido político de conjunto a la crisis, y servir para impulsar la huelga general, la formación de coordinadoras obreras y coordinadoras populares, utilizando el terreno de la disputa electoral y el escenario electoral, cuando se presente, con este propósito de reemplazar a los gobiernos de la patronal por un gobierno de trabajadores.

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