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Un centenar de mujeres en funciones en todos los niveles de gobierno están agrupadas, según El Cronista del 22 de enero, en un grupo de WhatsApp “Mujeres gobernando” y ya tuvieron una primera reunión el 16 de enero. La lista incluye varias ministras -Ely Alcorta (Mujeres, géneros y diversidad), María Eugenia Bielsa (Desarrollo Territorial), Cecilia Todesca (Vicejefatura), Vilma Ibarra (Secretaría Legal y Técnica), Marcela Losardo (Justicia) y Sabina Frederic (Seguridad). Uno de los objetivos de las funcionarias, según la nota que nadie desmintió, es “incorporar la perspectiva de género” a la gestión, cosa que se lograría impulsando que todos los funcionarios cumplan los entrenamientos contra la violencia de género que prevé la Ley Micaela.
Otra meta es “garantizar la equidad en los actos de gobierno”. Para ello “intentarán modificar las normas de ceremonial y protocolo para que más mujeres pese a tener rango inferior sean puestas en la primera fila de los actos oficiales” (ídem). Como parte de este “batalla simbólica”, se propusieron invitar mujeres a las reuniones con empresarios, sindicatos y movimientos sociales: “Ellos tienen mujeres, pero no las traen a los encuentros, o las esconden. Convocándolas queremos darles más relevancia también en el sector privado”.
El tercer eje es “transformar los roles masculinizados de la política”. La queja alude a los desayunos de trabajo a las 8 de la mañana o las cenas entre semana, que obstaculizan las responsabilidades familiares de las gobernantes. “Eso no puede continuar así si queremos ser funcionarias y madres”, explican.
Qué páramo. No solo por el carácter autorreferencial -un programa para ellas mismas- sino por la pobreza de esas aspiraciones. El “programa” de las funcionarias del Frente de Todos no avanza un milímetro de la lucha por la “libre concurrencia” con los hombres en la función de gobierno. No se cruza por ningún lado con las necesidades apremiantes de las mujeres trabajadoras, hayan votado a quien hayan votado.
Para decirlo con las inmejorables palabras de la socialista alemana Clara Zetkin: “La lucha de emancipación de la mujer proletaria no puede ser una lucha similar a la que desarrolla la mujer burguesa contra el hombre de su clase (…) El objetivo final de su lucha no es la libre concurrencia con el hombre, sino la conquista del poder político por parte del proletariado. La mujer proletaria combate codo a codo con el hombre de su clase contra la sociedad capitalista”.
Otro punto en debate fue cómo presentarse el 8 de marzo, fecha en que “planean salir a mostrar su actividad”, y si acaso deben sentar posición respecto de la legalización del aborto marzo -la mayoría de las funcionarias son “pañuelos verde”-. Por ahora, decidieron que cada una se exprese exclusivamente a través de la organización a la que pertenece. O sea, decidieron la mudez.
“Afuera de la posibilidad de controlar nada”
Al respecto, la socióloga Dora Barrancos, que forma parte del Consejo de Asesores de la Presidencia, “estimó que para mitad de este año el proyecto de Ley de Aborto será aprobado por el Congreso”. Un proyecto del Ejecutivo, aclaró, no el de la Campaña por el Aborto Legal, respaldado por millones de personas y por la misma Barrancos en otro entonces (El Destape, 23 de enero).
Barrancos fue muy clara sobre las atribuciones del Consejo Asesor: “Es un consejo como tal, no fija políticas. Ayuda, puede auxiliar, sirve de apoyo, de recepción de inquietudes en tópicos que plantea el Presidente para ayudarlo a encaminar la cuestión”. “Estamos absolutamente afuera de la posibilidad de controlar nada”, aclaró. A confesión de parte…
El movimiento de mujeres debe tomar nota de los límites vergonzosos que se han impuesto las dirigentes feministas del movimiento de mujeres que integran el Frente de Todos. Es una buena moraleja respecto de a quiénes benefician las estrategias del “empoderamiento de las mujeres” y de la “paridad”.
La única alternativa es avanzar en el camino de independencia de clase.