Parlamentarias en Perú: un nuevo capítulo de la crisis latinoamericana

Escribe Federico Cano

Tiempo de lectura: 2 minutos

Los resultados de las elecciones parlamentarias extraordinarias en Perú, realizadas este domingo 26, son un episodio peruano de la crisis de régimen que atraviesa toda América Latina. El repentino proceso electoral es en sí una deriva del quiebre del sistema político: el pueblo peruano fue a votar a los 130 parlamentarios para un período corto, que finalizará en abril del 2021, pues completa el mandato de un parlamento disuelto por el presidente Vizcarra, con el apoyo de la Corte Suprema y el alto mando militar. Vizzcarra fue el emergente del golpe que sacó de la presidencia Pedro Pablo Kuczynski, propiciado por el fujimorismo, y que Vizcarra devolvió disolviendo el parlamento de mayoría fujimorista y metiendo presa a Keiko Fujimori.

Casi el conjunto de los analistas políticos nacionales e internacionales se refirieron al proceso electoral peruano en términos de “apatía” y “desconfianza”. La fuerza política más votada, la derechista Acción Popular, no llega a contabilizar el 11 por ciento de los votos. Vizcarra no pudo siquiera presentar una fuerza política propia en la contienda y Fuerza Popular, la hasta entonces principal fuerza electoral comandada por Keiko Fujimori –que deberá volver a la prisión-, se desplomó hasta casi desaparecer. Tenemos una disgregación de las fuerzas políticas, divididas en más de veinte listas, y un parlamento asediado por el cuestionamiento popular. Han caído presidentes; hay referentes políticos en prisión o fugitivos de la justicia; la expresión más dramática de esta secuencia ha sido el suicidio del “histórico” Alan García, del liquidado APRA. Vizcarra ha anclado a Perú, firmemente, en el Grupo de Lima, o sea bajo la batuta de Trump.

La izquierda democratizante del Frente Amplio logró sostener su representación parlamentaria, pero lejos está de ofrecer una perspectiva a los trabajadores –aún con la presencia de luchadores honestos en sus listas, políticamente vinculados a la conciliación de clases. Durante la crisis del gobierno de PPK, en la que se abstuvieron a la hora de echarlo junto con la movilización popular, y luego con Vizcarra, el Frente Amplio ha sido un sostén del régimen bajo la excusa de “no hacerle el juego” al fujimorismo.

Los trabajadores y trabajadoras del Perú han puesto en pie importantes procesos de lucha. Las federaciones mineras desarrollaron, durante el año pasado, una huelga histórica, con paros por tiempo indeterminado, antecedida de conflictos y huelgas anteriores en distintos sectores de trabajadores y estudiantes, tanto como la lucha minera, campesina y regional contra la instalación de la megaminería. Sobre esos pilares y una larga tradición debe erigirse un partido obrero revolucionario, clasista y socialista.

Vizcarra fracasó en su intento de constituir un gobierno de “unidad nacional” para en lo inmediato avanzar en una ofensiva contra los trabajadores peruanos imponiendo una reforma laboral y avanzando en la “promoción agraria” que condena a la súper explotación del campesinado. Con los resultados electorales que acentúan el quiebre entre las masas y los falsos demócratas, se acentúa el ánimo popular de “que se vayan todos”, planteándose, en Perú también, la necesidad de que la clase obrera ponga en pie una agenda propia para intervenir de manera independiente.

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera