El movimiento estudiantil frente a la crisis humanitaria

Escriben Pablo Fernández y Nicolás Morel

El debate ambiental en Filo.

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La segunda ola de la pandemia exhibe hoy día los peores indicadores en Argentina desde su inicio, con más de 25 mil infectados y 300 fallecidos por día. Sólo el AMBA verifica un nivel de contagios superior a los 700 cada 100 mil habitantes y la saturación efectiva del sistema hospitalario, ante la eventual falta de UTIs, en hospitales públicos y privados, de las obras sociales. El colapso sanitario pone en jaque la política aperturista de los Fernández y Larreta.

Lo que por otro lado proliferan son las medidas de luchas, paros y coordinaciones de docentes contra la presencialidad escolar sin vacunas, o como la gran lucha neuquina de la salud, donde una asamblea interhospitalaria derrotara con cortes y piquetes sucesivas ofertas de miseria.

En este cuadro, el debate en torno a la situación medioambiental no se escinde de la crisis humanitaria. El covid-19 opera, entonces, no como un accidente epidemiológico sino como un emergente de la depredación del medio ambiente por parte del capitalismo, que confronta una crisis histórica donde el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo humano, se ha convertido en su contrario, a saber, en la generación de fuerzas destructivas.

El debate

En una nota reciente el PTS en Filo (LID 23/4) esgrime las líneas generales de su propuesta: "el movimiento ecologista tiene que entrar a nuestra facultad", sumado a la necesidad de una "perspectiva ambiental en nuestras carreras". De forma análoga se expresan los restantes partidos integrantes del FIT-U, ponderando el MST, por ejemplo, "una educación con perspectiva socioambiental para la transformación y consciencia social." y oponiendo al método extractivista 'su reconversión a energías limpias y renovables en el campo y la ciudad'.

En un cuadro en el cuál la Cumbre Climática reiteró antiguas promesas de neutralizar las emisiones de CO2 y la promoción de 'empresas verdes', en el caso de Biden con su regreso al Acuerdo de París y la promoción de 2 billones de dólares para la reconversión energética o de Fernández en idéntico tono, cabe interrogarse sobre la orientación social de tales emprendimientos, qué alcance tendrán esos compromisos y qué clase social pagará los costos. El ejemplo más paradigmático fue la rebelión de los chalecos amarillos, que se rebelaron contra el intento de Macron de subir el precio de las naftas para disuadir el consumo de energía fósil.

Educación y capitalismo

Sobre la base de este cuadro, ¿realmente alcanza con desarrollar una perspectiva medioambiental cuando lo que está en disputa es el intento del capital de financiar la reconversión parcial de la industria energética a costa de los trabajadores? a través de esta crisis es la incapacidad del capitalismo de solucionar cualquier problema de dicha índole? Atribuir como factor decisivo en la lucha contra la destrucción del planeta a la educación o cultura medioambiental, ignora la forma en que la producción está organizada y quienes la controlan. Pedirle a la gestión de Filo una perspectiva ambiental en las carreras en miras de que la facultad cumpla una función educadora de quienes cursamos en ella no solo es totalmente secundario, sino un grave error de perspectiva. La depredación mediambiental debe combatirse por medio de la lucha de clases – algo que no se aprenderá de los programas de estudio del Rectorado. Lo que importa realmente es que el Centro de Estudiantes caracterice en términos de clase la cuestión medioambiental y promueva un plan de lucha, discutido y votado en asambleas. El programa de estudios del izquierdismo medioambiental deberá recibir, encima, la validación de la Coneau.

Cómo nos organizamos

La lucha por el medio ambiente debe ser impulsada a través de una intensa agitación política. Debe impulsar la unión de los distintos sectores en lucha a nivel nacional e internacional, desde los trabajadores del subte que pelean contra el asbesto, hasta las asambleas de Andalgalá que resisten contra la contaminación de su agua, pasando por aquellos que luchan contra la megaminería en Chubut y los trabajadores rurales de todo el país que sufren con sus familias las enfermedades mortales producidas a causa de la contaminación por agroquímicos. La pandemia le ha dado una actualidad mayor a este combate. La solución de estos problemas solo puede venir de la mano de los propios trabajadores tomando control sobre la organización de la producción.

Desde la UJS-PO Tendencia planteamos vincular a los estudiantes y trabajadores en las luchas medioambientales. Planteamos la ruptura de los convenios de la UBA con la Shell o Monsanto y Barrick. Estos convenios tienen por objetivo utilizar nuestra universidad para desenvolver la tecnología de los contaminadores, con el argumento de que quieren convertirla en ‘limpia’.

Repetimos: que nuestro Centro de estudiantes convoque a una asamblea para definir el contenido y la práctica de la lucha contra la depredación capitalista del medio ambiente.

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