Tucumán: la gran lucha de los cosecheros del limón

Escribe Daniel Blanco

Tiempo de lectura: 3 minutos

La lucha de los trabajadores del citrus, en su inmensa mayoría cosecheros, a los largo de tres semanas de piquetes en las rutas, con bloqueos en los portes de los empaques y en algunos casos con movilizaciones, ha concluido sin que se hayan logrado conquistar los reclamos.

Ha sido un enorme episodio de la mayor lucha proletaria de los últimos años de una actividad que involucra a lo largo y ancho de la provincia a más de 40.000 trabajadores.

Tucumán es el mayor productor de limones del mundo. En la provincia se encuentran las mayores empresas del planeta, como las citrícolas San Miguel y Citrusvil. Es una producción que destina el 80% de la producción a la exportación; la mayor parte de ella, con destino a Europa. El resto se distribuye en otros 40 mercados.

Las ganancias de las empresas han venido creciendo al compás de la devaluación de peso, el valor sostenido del limón en el mercado mundial, los beneficios impositivos (alícuota cero de ingresos brutos) y, fundamentalmente, bajísimos salarios.

La inmensa mayoría de los trabajadores trabajan en la cosecha, miles de ellos están en negros o tercerizados en negro por contratistas que forman cuadrillas y luego contratan con las empresas. Los salarios en jornadas de 8 a 10 horas, apenas llegan a 25 o 30 mil mensuales para temporadas que duran, en el mejor de los casos, cinco o seis meses; los días de lluvia u otras inclemencias no se trabajan y no se cobra.

La última paritaria fue una nueva entregada de la burocracia, con aumentos que apenas compensaba el desfasaje de la paritaria del año pasado respecto a la inflación y dejaba un remanente de aumento del 15% para este año, lo que precipitó la reacción obrera. En una semana, las rutas nacionales y provinciales estaban todas cortadas. En el curso de esa primera embestida de los trabajadores autoconvocados aparecieron como voceros distintos referentes vinculados al jaldismo y a la CCC, echando leña al fuego a la interna que enfrenta al gobernador Manzur con el vice Jaldo. Al calor de esos hechos, se fueron sumando los trabajadores de base, en algunos casos con su propia familia. Por su lado, ACNOA (la cámara empresarial) y la burocracia de UATRE llamaban a desalojar los cortes y permitir la libertad de trabajo. Esto ocurrió en algunos cortes del este de la provincia (Burruyacú) y en algún puente de acceso a la capital. La lucha se prolongó y se concentró a lo largo de la ruta 38 en diversas ciudades y comunas con epicentro en Famaillá donde se mantuvo bloqueada la principal planta de la citrícola San Miguel.

En la tercera semana de lucha, los empresarios informaron que iban a suspender la cosecha por 10 días, una suerte de lockout. En simultaneo los referentes jaldistas comenzaban a desarmar los cortes en algunas zonas y a la vez informaban de ofertas empresariales y negociaciones que eran puro humo. La burocracia actuaba de rompehuelgas citando delegados de los cortes que algunos casos eran sobornados lo que obligó en varios casos a tener que revocarles la representación y elegir nuevos delegados de los piquetes.

En el curso de la segunda semana, los cortes se coordinaban por zona o departamentos, en la tercera semana ya se concretaron plenarios de delegados que abarcaban varios departamentos, y en ese marco se fue poniendo en pie una dirección más independiente y comprometida con los trabajadores , pero la lucha ya no se desenvolvía en toda la provincia, en las zonas de los cortes, después de 20 días, el tema del hambre, comenzó a pesar, y fue el factor que en definitiva obligó a dar por concluida de manera organizada, evitando el desbande, este episodio de lucha, que dio todo lo que pudo dar en las condiciones de organización y dirección que tuvo la lucha. En algunos lugares se informó que los empresarios habían accedido a conceder algunas mejoras menores, pero ningunos de los reclamos esenciales, salariales y de condiciones laborales.

En asambleas posteriores al levantamiento de los cortes se han realizado asambleas, altamente politizadas, sacando conclusiones políticas y organizativas. Se avanzó en una delimitación con todo el ala jaldista y la CCC, que subordinaron la lucha a las alternativas de la interna del gobierno, también se delimitaron de diversos aparatos vinculados a la izquierda democratizante (FIT-U), que al margen de los trabajadores y sin mandatos, se camuflaban para actuar como impulsar acciones de aparato en nombre de los trabajadores del citrus, que estos no habían decidido. Se reivindicó en todos los casos el método de las asambleas, de los plenarios y las coordinaciones autoconvocadas. La cuestión del fondo de huelga, fue un tema crucial que no se pudo superar en el curso de la lucha, lo que demuestra que no se puede improvisar, pues el gobierno y las patronales, no solo en Tucumán, siempre han apelado al recurso de dejar sin sustento a los que se vuelcan a la lucha para quebrarlas.

El movimiento y su vanguardia luchadora sigue intacto y con disposición a seguir organizados y preparando las futuras luchas.

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