Desempleo y jubilación

Escribe Silvia Carranza

Tiempo de lectura: 3 minutos

La pérdida del empleo en los últimos años ha generado un nuevo descalabro en el sistema jubilatorio. Los datos del Ministerio de Trabajo a febrero último marcan que hay 434.561 asalariados del sector privado menos que en el mayor nivel alcanzado en igual mes de 2018, indica Clarín (24/5). Es cada vez más difícil jubilarse tanto para aquellos trabajadores que -debido a la enorme crisis económica perdieron el empleo- y a pesar de tener los aportes necesarios no tienen la edad jubilatoria (y no perciben ingresos), como para aquellos que tienen la edad jubilatoria pero no los aportes necesarios y se encuentran igualmente desempleados. Incluso con jubilaciones de miseria. Es una situación dramática que crece al ritmo de crisis y la pandemia.

Una enorme cantidad de trabajadores con edades entre 55-59 años en mujeres, y 60-64 en varones con 30 años de aportes, al estar desocupados, deberán esperar a las edades jubilatorias para tener su jubilación, en contrapartida tampoco podrán jubilarse los que no tienen los aportes suficientes llegada la edad correspondiente. Se estima que se trata de 33.000 personas, pero es un universo tentativo de personas que sigue agrandándose. Algunos logran empleos informales o “changas”, pero deben esperar a la edad jubilatoria (60 para las mujeres y 65 para los hombres), sin ningún tipo de asistencia.

Moratoria permanente

También está el universo de personas que tiene la edad para jubilarse pero no cuentan con los años mínimos de aportes para hacerlo. El 44% de los trabajadores llegan a la edad jubilatoria con aportes insuficientes o sin aportes. Sólo el 11% de las mujeres entre 55 y 59 años cuentan con más de 20 años de aportes.

La falta de aportes intentó ser paliada con el sistema de moratorias que datan desde 1995 dictaminadas por la creciente ola de desocupados, la informalidad, la falta de aportes patronales. En el año 2014 se dictó una moratoria, que en el 2019 se prorroga por 3 años; ésta moratoria es exclusivamente para mujeres, y permite regularizar los aportes desde los 18 años de la persona hasta diciembre del 2003 y deben contar con aportes 4 años desde esta fecha de corte.

En el 2016 se aprobó la PUAM (Pensión Universal al Adulto Mayor) para los trabajadores que tienen la edad jubilatoria pero no los aportes suficientes, significa cobrar el 80% del haber mínimo, es decir bordear la indigencia. La prestación que más crece es y será ésta.

Más de la mitad de las actuales jubilaciones y pensiones fueron otorgadas a través de la PUAM o moratorias, porque no tuvieron los 30 años de aportes (Clarín, 7/5).

El tema de la edad insuficiente con aportes adecuados, intentó ser suplido con la jubilación anticipada (PAD, Prestación Anticipada por Desempleo, del 2005); actualmente en el Congreso se discute una ley similar. “La ley del 2005 aseguraba el haber a la mitad hasta que el trabajador llegara a la edad jubilatoria y desde entonces podía cobrar todo el haber” (Clarín, 24/5).

“Actualmente cobran la Prestación por Desempleo de entre $ 6.000 y $ 10.000, un total de 3.856 mujeres de más de 55 años y 7.253 varones de más de 60 años de edad. Este beneficio rige entre 2 y 12 meses, pero por la pandemia se mantuvo para los que no consiguieron empleo hasta el 31 de mayo. Se descuenta que esta semana será prorrogado” (ídem).

Tanto la ´reforma previsional´ de Macri como la nueva ley de movilidad de Fernández, con cálculos diferentes para la actualización del haber previsional, apuntan a un mismo objetivo: bajar el ´gasto´ en los haberes previsionales en una forma taxativa, generando ingresos de mera subsistencia mientras la pobreza y la indigencia continúan creciendo.

No es la primera vez que se utiliza la excusa de una crisis económica para condenar a los trabajadores precarizados a vivir con miserables ingresos luego de décadas de aportes.

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