Eduardo Salas, un falsificador mediocre

Escribe Juan José Cuello

Tiempo de lectura: 3 minutos

Realmente llama la atención a qué punto puede llegar la desesperación del Comité Central del Partido Obrero, que ha encargado a su tergiversador profesional, Eduardo Salas, a construir un texto difamatorio contra Jorge Altamira, a partir de burdas falsedades. La falsificación fue montada sobre una entrevista televisiva en Crónica TV, con el típico método utilizado por distintos redactores de Prensa Obrera, desde el surgimiento de la Tendencia, que es el de tergiversar y descontextualizar.

En esta ocasión nuestro falsificador comienza la trampa desde el título con una primera frase sacada de contexto – “Hay que restablecer cierto orden republicano”, para ocultar el verdadero comienzo de Altamira, que es la denuncia de que la deuda externa actual es responsabilidad no solo del macrismo sino también del peronismo que lo acompañó como oposición desde el Congreso.

Luego de esta introducción, Altamira va a expresar la frase en cuestión, sencillamente con el objetivo de señalar que el proyecto de ‘sostenibilidad de la deuda’, presentado al Congreso tiene el propósito de evitar que el mismo Congreso deba ratificar o no el acuerdo que el gobierno haya alcanzado con el FMI y los acreedores. Denuncia, además, que el propósito del proyecto es autorizar al ejecutivo a “prorrogar el uso de la legislación extranjera para dirimir el pago de la deuda”, lo que equivale a una “delegación de poderes”, o sea de una violación de las normas constitucionales más elementales.

No denunciar este atropello, como reclama el difamador Salas, significa convertirse en cómplice del fraude operado en el Congreso. Salas se enfrenta así al propio bloque del FIT, que denunció, precisamente, el “cheque en blanco” que votó el Congreso (lo mismo que denuncia Jorge), y se alinea por lo tanto con lo ocurrido en el Chaco, donde el PO hizo un acuerdo con Capitanich, que viola, precisamente las normas ‘republicanas’, nada menos que por parte de un aparato que se reivindica ‘socialista’. La camarilla se comportó en el Chaco como los bloques patronales en el Congreso, o sea, en palabras de Jorge, violó los principios republicanos elementales.

Cuando Salas asegura que la frase en cuestión revela que Altamira renegó hasta del mismo marxismo, exhibe un analfabetismo político que caracteriza a todo el aparato. Olvida que la Revolución de Octubre creó la Unión de las REPÚBLICAS Socialistas Soviéticas. Olvida que, en una democracia socialista, los acuerdos que firme la autoridad ejecutiva de un gobierno de trabajadores deberán ser ratificados por los consejos obreros o las instituciones de poder deliberativas y ejecutivas que haya creado la revolución.

Para el troglodita Salas, la República se identifica con Carrió; en este caso, la ‘crítica’ a Jorge no está hecha desde un marxismo que Salas parece no haber aprendido a lo largo de su vida, sino desde el kirchnerismo. Ataca la ‘república’ desde la demagogia del bonapartismo. El anti-republicanismo de los Salas se acaba de manifestar en Bolivia, donde en nombre de la ‘independencia política’ declararon la abstención frente al golpe fascistoide contra el gobierno del MAS. Salas debe haber pensado que sus falsificaciones le saldrían gratuitas, pero sirven para poner en evidencia una crítica de derecha. Los miembros de la camarilla deben pensar más de dos veces antes de criticar a Altamira, porque corren el riesgo de revelar que son una pandilla de charlatanes.

Salas reflota, sin el más mínimo pudor, el método difamatorio del stalinismo: “LO QUE LOS VOCEROS DE LA TENDENCIA NO DICEN, subraya, NOSOTROS TENEMOS DERECHO A INVENTARLO”. El individuo se mandó en cana solo. Nos preguntamos: ¿Prensa Obrera no debería tener un supervisor que evite estas canalladas?

Instalado este mecanismo, Salas ya puede intentar completar el fraude. Dirigiéndose a terceros dice “a esta altura el lector se preguntará si Altamira respondió a la pregunta del periodista ´¿qué hacemos?´ (Con la deuda)”, insinuando como es obvio que Altamira es un apasionado de pagarla, incluso sin quita. Quienes pueden ser sospechados de ello son la camarilla y sus aliados del FIT U, que en forma reiterada someten el no pago a algún tribunal de justicia, en nombre de investigar la deuda, denunciarla de ‘odiosa’, o “suspender” su pago. Jorge no reclama apelar a ningún tribunal. Apuntando a la platea de los trabajadores y a impulsar la lucha, denuncia la deuda del gobierno con los trabajadores y jubilados que perdieron un 20% de sus ingresos en el último año; denuncia el desfalco de u$s30 mil millones al FGS de Anses de parte del gobierno; y denuncia que Anses y otros organismos oficiales se encuentran excluidos de la renegociación de la deuda, es decir que los Fernández le han vuelto a declarar el default a los jubilados, no a los fondos extranjeros, como los Templeton y Fidelius, entre otros. Salas debió haber saludado la denuncia de la confiscación de los trabajadores por medio de la deuda externa que hace Altamira. Pero de quien está dispuesto a INVENTAR las posiciones de un adversario, solamente pueden esperarse basura.

¿Es posible sacar algo útil de todo esto? Indudablemente sí. El oficialismo del PO no defiende programas ni principios, sino que exhibe una “ideología de aparato” (Altamira, BI 2016). Polemiza en función de defender prerrogativas y defender a muerte la violación de la democracia interna del PO, al negar el derecho de tendencia que establecen los estatutos, y la expulsión de 1200 militantes. La “ideología de aparato” es el discurso ineludible de todas las burocracias, no pueden escapar a esta limitación insuperable.

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