Escribe Emiliano Fabris
Un balance imprescindible de la lucha política de la Tendencia en el Partido Obrero
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Las luchas obreras durante la crisis social y sanitaria han sido muy destacadas. Allí están la lucha autoconvocada de trabajadores de salud en Neuquén y en todo el país, los piquetes de choferes de la UTA, los cortes de ruta de los trabajadores autoconvocados del citrus en Tucumán, el agrupamiento de trabajadores independientes de comercio, los comités de base y autoconvocatorias docentes contra la presencialidad ‘segura’, las multitudinarias movilizaciones de trabajadores desocupados y las recientes luchas de Arrebeef, tercerizados ferroviarios y de Luz y Fuerza, Bimbo, Acindar, SOMU.
Estas cuestiones fueron objeto de un debate anticipatorio en el PO, porque ya estaban presentes en los años 2018 y 2019. De las divergencias en ese momento salió el planteo autoproclamatorio del aparato, que oponía ‘sus’ congresos y sus sellos, al desarrollo de organizaciones obreras en función de las luchas. Los voceros de la Tendencia que aún no existía y no tenía prevista su formación, señalaron la importancia de impulsar coordinadoras de las luchas obreras y congresos de bases, en especial desde la experiencia de la zona norte del Gran Buenos Aires y del rol de los delegados de FATE, que darían lugar a la recuperación del Sutna. En este marco se planteó la cuestión de la huelga general y fue presentado un balance crítico de los ‘paros activos’ que tuvieron su momento culminante en el Cordobazo.
El ya estructurado aparato oficial dejó de lado, en la discusión, la tradición del partido acerca de la huelga política de masas, como habíamos caracterizado, en los 60, los provincialazos que involucraron al 70% del territorio nacional. El marco de este debate, en 2018, era el planteo de Fuera Macri, por una Constituyente Soberana, o sea que no discurría como una especulación acerca de ‘los métodos’ en abstracto. La dirección “oficial” del PO calificó a estos planteos de “estériles” o una rémora de los 60. La votación a favor de un Congreso Obrero, aprobado por un Congreso del PO, fue desnaturalizado hacia la formación de una rama sindical del FIT, cuando habría sido propuesta para impulsar en las agrupaciones y sindicatos anti-burócraticos, para producir un “efecto demostración” de lo que es un Congreso de Bases para el conjunto de la clase, y para que las direcciones revolucionarias en los sindicatos dieran expresión a la clase misma y no a sustituirla e invocar su representación.
El aparato del PO partía de la caracterización de que en el movimiento obrero y las masas había un “planchazo”. Pocos meses antes, sin embargo, habían caracterizado lo contrario, a saber, que las jornadas del 14 y 18 de diciembre de 2017 habían marcado un “punto de inflexión” ascendente en el movimiento obrero (en 2016, había dicho que en Argentina se asistía a una “crisis de poder”). “¿Con quién vamos a coordinar? Las condiciones de las masas claramente no habilitan esos planteos”, decían los mismos que habían sostenido la ocupación de AGR Clarín durante meses. Lo peor del equívoco no era sólo la falsedad de la caracterización, a saber, que la agitación debe ir atrás de las masas y no ejercer su rol de orientación, sobre la base de una caracterización objetiva. El aparato razonaba con el ‘método’ de los hechos consumados, no con el de las perspectivas, esto cuando explotaba la crisis macrista con una devaluación mayúscula, amenazas de default y el pedido de socorro al FMI. Este seguidismo se acentuó como consecuencia de una preocupación temprana por las elecciones de 2019. Hoy enfrentamos el mismo cuadro de situación, pero con características agravadas y con un gobierno que se apoya en la estatización de los sindicatos y de las organizaciones sociales.
Para desestimar una agitación por las coordinadoras el aparato del PO advirtió que “la crisis industrial no agudiza necesariamente la lucha de clases. Lo que se agudiza es la ofensiva patronal”. Pero si la “ofensiva del capital” agudiza, por cierto, el antagonismo de clases, pero no la lucha de la clase obrera, ¿qué debe hacer un partido revolucionario? ¿Él también debe omitir la agitación para que ese antagonismo se convierta en lucha? Estas ‘construcciones’ artificiales desnudan el propósito de arribar a una conclusión pre-determinada, ‘hagamos “el planchazo” con la clase obrera’ – en lugar de sacar conclusiones a partir de la situación objetiva. En el curso de la discusión se iría advirtiendo que el aparato adjuntaba a la “ofensiva de la burguesía” una capacidad política “todoterreno” de ella, y luego que “la burguesía mundial tiene la iniciativa estratégica”. Esta ‘teoría’ levantaba una muralla china a la lucha de clases, pero aplanaba el terreno para la ‘lucha’ electoral y para calentar el trasero en el Congreso – porque qué podría hacer un diputado ‘obrero y socialista’ en el parlamento, con semejantes posciones?
El planteo era deliberadamente confuso, porque disimulaba la catástrofe social que provoca la crisis de conjunto del capitalismo, incluidos el default y la bancarrota, con una ofensiva que sólo puede ser tal como acción política. Pues bien, en términos políticos el macrismo era un ‘fiambre’ para el entierro y arrastraba al cementerio a toda la oposición. Es cuando el kirchnerismo toma la iniciativa de reconciliarse en una santísima trinidad con AF y Massa. La mediocridad de las posiciones del aparato, de tanta magnitud, ponía de manifiesto una crisis extraordinaria de formación política de la dirección, que los dirigentes de la futura Tendencia y fundadores del partido, descubrían a sus propias expensas. Los ‘sabores’ del exhibicionismo parlamentario habían abollado algunos cerebros, que encontraron rápida aceptación en una camarilla de arribistas.
El establecimiento de una muralla china entre luchas “defensivas”, de una parte, y “ofensivas”, de la otra, es moneda corriente en los reformistas, de un parte, y los ultras, de la otra. Las luchas defensivas pueden convertirse en ofensivas (y recíprocamente), y determinar su ritmo, de acuerdo a como se presenten otros factores de conjunto. El Cordobazo fue precedido por luchas defensivas de metalúrgicos y choferes; los ejemplos son infinitos, se diría que es casi una ley. Luchas defensivas bajo un gobierno en caída libre pueden convertirse en luchas políticas. Si no se tiene presente esto en la actualidad, se cometerán errores severos, como ya ocurre con la cadena de ‘treguas’ que acuerda la Unidad Piquetera con el ministro Arroyo. Diferente fue la orientación del movimiento piquetero en 2001/2, como lo ilustró Altamira en una charla reciente acerca del aniversario 19 del asesinato de Kosteki y Santillán, transmitida por Política Obrera.
La realidad es que las luchas obreras no cesaron. La autoconvocatoria y la coordinación están explícitamente evocadas en el Programa de Transición; no por eso excluye la labor en los sindicatos, todo lo contrario, pero las masas más explotadas irrumpen en el escenario de lucha sin una guía de tránsito prefijada; la elaboran en el camino. Qué decir entonces del empeño del FIT-U para que avancen por la ruta que les marca el Plenario Sindical Combativo, en el cual ni siquiera se encuentran involucrados los trabajadores que siguen la orientación de los dirigentes que se encuentran en el PSC. Este método fue sostenido por el SUTNA San Fernando en forma previa a la recuperación del sindicato nacional mediante la convocatoria a plenarios obreros abiertos. Para un partido que levanta la perspectiva histórica de los consejos obreros como la forma de poder de la clase, se trata de un asunto estratégico. El silencio del aparato en la actualidad frente al reguero de autoconvocatorias, hunde sus raíces en aquellas posiciones, que oponían a la autoconvocatoria y la coordinación, el Plenario Sindical Combativo del FIT. Todos estos planteos estaban tan lejos de pretender una ruptura del FIT, que la aceptación del acto en Atlanta, impulsado por el PTS, fue la consecuencia de la posición favorable de Altamira, cuando el aparato rechazó la ‘oferta’ en dos o tres artículos de Prensa Obrera. Es que el acto en un estadio abierto correspondía por entero en hacer entrar a las masas al campo de la lucha política, en lugar de confinarla al Frente a la disputa faccional y por las candidaturas electorales.
Dirigentes de la aún nonata Tendencia defendieron en los últimos dos congresos del PO que el partido promoviera Congresos Obreros en los sindicatos mismos, como sería el caso del SUTNA o de las seccionales Multicolores de Ctera, y también en varios sindicatos del cinturón industrial de Rosario. La orientación de impulsar congresos de bases en sindicatos con direcciones clasistas e independientes fue resuelta en el XXV Congreso del PO, pero fue sustituida por la conformación del PSC que funciona bajo el método de las “mesas de corrientes” del FITU. Sus resoluciones no se recuestan sobre mandatos debatidos en instancias de base en sindicatos y cuerpos de delegados; los dirigentes sindicales que intervienen en el PSC no recogen un mandato de su base para discutir en el PSC. El mismo método se ha trasladado a los plenarios de la Multicolor de SUTEBA, que no es lo mismo que una asamblea o congreso de bases del sindicato de la seccional.
El PSC es una “coordinadora” pero no de luchas, sino de ‘autoproclamados’. Otras corrientes, como Rompiendo Cadenas, lo integraron por un breve periodo. Así como el aparato define al FIT como una “experiencia política excepcional”, el PSC es promocionado como lo más avanzando del movimiento obrero combativo (“la experiencia más avanzada desde el Cordobazo”). Es un típico planteo de sectarismo infantil, que encuentra ‘lo más avanzado’ en grupos selectos.
La realidad es que el PSC está ‘planchado’, no crece desde hace años y es un cuadrilátero de riñas Se presenta en listas separadas, como se observa en el SUTNA, Unión Ferroviaria de Sarmiento, ATEN Neuquén, subte o en movilizaciones (con actos paralelos y simultáneos). El protagonismo principal del PSC ha sido en defensa de la “presencialidad segura”, que promovían Larreta, de un lado, y Kicillof, del otro.
Que una vanguardia obrera tenga como destinatarios de su política y acciones un auditorio preestablecido y minoritario significa una renuncia por anticipado a una política de clase. En lugar de la lucha por sumar a nuevos actores y sectores del movimiento obrero, los conmina a reconocer su dirección o referencia. Hacia el XXVI Congreso del Partido Obrero, el propio aparato del PO reconoció al PSC en un “impasse”. Los últimos balances del aparato sobre las jornadas del PSC se caracterizan por pomposas definiciones que se auto adjudican “jornadas de lucha”, y, por sobre todo, por pases de facturas entre sus miembros.
Otro de los argumentos que se presentaron para erradicar del lenguaje partidario a las “coordinadoras” y “autoconvocatorias”, fue la “necesidad de un programa para quebrar el dominio de la burocracia y no la mera coordinación de las luchas”. Tres años después de estas proclamas, no hemos visto a ningún ‘programa’ derrocando burócratas. Un programa, sin embargo, es una guía para la acción, no un texto de auto-reconocimiento. La función del ‘programa’ del PSC es trazar una delimitación “con el moyanismo y el kirchnerismo sindical, también de la centroizquierda”. Hasta ahora todos creíamos que la tarea en los sindicatos era organizar contingentes mayores de masas, no polemizar con Pablo Moyano o con el bancario Palazzo. Se ve aquí el diseño de una política electoral, que pasa exclusivamente por la “delimitación” de sus competidores. La tesis del aparato es que la contención de la burocracia es “ideológica” – ´el peronismo es un sentimiento´. El aparato recupera tardíamente la tesis de la “Argentina kirchnerista”, pergeñada por Christian Castillo, para peor, en un terreno donde la experiencia de luchas modifica las conciencias – no “las veinte verdades justicialistas”. La ‘batalla’ del PSC es “ideológica” – no necesita un planteo de acción, pero sí de una propaganda electoral. Pero las luchas obreras y populares que no cesaron desde el macrismo a la fecha prueban lo contrario – la clase obrera lucha, resiste y, en muchos casos, avanza. En pleno derrumbe del macrismo, las coordinadoras insinuaban una anticipada diferenciación con el kirchnerismo, que predicaba la ‘paz social’ para favorecer el retorno electoral al gobierno.
La agitación por la huelga general fue otro aspecto que generó fastidio en el grupo oficialista. Sostuvo que la consigna “paro activo nacional de 36” era más “realista” – más realista porque se lo corta anticipadamente. En la historia del movimiento obrero, el paro de uno o dos días se ha usado de dos formas diferentes – como advertencia de una huelga general, como canal de la bronca para evitar precisamente la huelga general. El ´paro nacional´ fue un recurso de la burocracia sindical durante los últimos 40 años para descomprimir el descontento por abajo, por ejemplo, los paros ‘activos’ de Camioneros. Baradel ha hecho gala de la desnaturalización de la huelga cuando renovaba el paro día tras día, siempre al anochecer. Otras fracciones de la burocracia, en especial la centroizquierdista, también hacen gala del “paro intermitente” que suelen confinarse a “protesta”. El aparato del PO decía, entonces, que la última huelga general fue en el año 75, impulsada por las comisiones internas y Coordinadoras contra el gobierno de Isabel Perón. En lugar de reivindicarla para el presente, la descalifica como antigua. ‘Antes que la huelga general, el paro de 36 hs’. Que no hay un problema de “escalonamiento” lo demuestran los recientes paros aislados e intermitentes de la Multicolor de SUTEBA ante el crecimiento exponencial de contagios Covid.
El impulso a la coordinación y autoconvocatoria no es, de ninguna manera, una forma de paralelizar a los sindicatos existentes ni mucho menos a aquellos que fueron recuperados de la burocracia sindical. De lo que se trata es de impulsar “la fuerza elemental de las masas”, como describe Trotsky en el prólogo a la Historia de la Revolución Rusa.
Este desafío político tiene absoluta vigencia en el período actual. Por eso llamamos a discutir las posiciones de la Tendencia en el PO, y advertir en ellas el hilo político que explica las expulsiones sumarias y masivas del aparato.