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Las elecciones jujeñas han sido presentadas por los medios como un contundente triunfo político del radicalismo. Los resultados incrementarían, dicen, la influencia y liderazgo de la UCR en la provincia y de Gerardo Morales en la pelea por las candidaturas a Presidente en 2023.
El oficialismo se quedaría con 18 bancas de 24 en juego, y el resto quedaría para el PJ oficial. El peronismo, fragmentado le permite a Morales una mayoría automática propia en la legislatura y en la mayoría de los concejos. Para celebrar su triunfo, Morales invitó a Facundo Manes, Martín Losteau, Maximiliano Abad y José Cano, entre otros figurones radicales que pelean en la interna de Juntos por el Cambio para las elecciones del año en curso. El mismo día de las elecciones se detectaron 130 casos en la provincia, que exhibe la tasa de mortalidad por coronavirus más alta del país.
El vicegobernador Haquim -aliado peronista - presentó una lista que no superó el piso proscriptivo del 5%, que rige en la provincia. No pudo renovar diputados y sepultó la posibilidad de una oposición interna a Morales, organizada desde la cabeza del ejecutivo.
Morales no escatimó en gastar recursos económicos y políticos de la caja del Estado, y en tejer acuerdos con el gobierno nacional. Logró de este modo acicatear la disgregación del peronismo.
Desde el punto de vista de los votos, el radicalismo obtuvo 20mil votos menos que en las elecciones de medio término (parlamentarias) de 2017, con padrón que creció un 12%. El triunfo radical da la impresión de ser rotundo dada la dispersión del peronismo, pero igual le sacó una gran ventaja a todo el peronismo sumado.
En el discurso pos elecciones, Morales anunció que la nueva mayoría oficialista se aprestará a aprobar un mayor endeudamiento, a pesar de cargar con una deuda tres veces superior a la permitida por la Constitución, gran parte de ella, en dólares.
La abstención fue de aproximadamente un 35% de los votantes. El hastío popular contra el régimen no ha encontrado un canal de expresión política.
El derrumbe del PJ, especialmente del kirchnerismo, es significativa, de nuevo. No ha podido superar el trauma del último gobierno peronista, el de Eduardo Fellner, y tampoco le inyectó sangre nueva la derrota del macrismo ante los Fernández, en 2019. Es otro de los síntomas que hacen temer a la Cámpora una derrota en la provincia de Buenos Aires.
De acuerdo a los resultados provisionales, el FIT U ha renovado uno o dos concejales en Pálpala y otro en San Salvador, la capital. Le faltan 1200 votos para romper el piso del 5% - la condición proscriptiva para entrar a la Legislatura. Dependerá del resultado del escrutinio. Ha salido del 2-3% de 2019, pero ha quedado lejísimo de lo obtenido en las de 2017, que fueron también de medio término.
El FIT U centró su campaña en la denuncia del régimen “autoritario” y el nepotismo del gobierno, cuando dominan los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores. Un dato fundamental es que no ha captado una mayor votación en el marco de un peronismo pulverizado en cinco listas. Obtuvo sus mejores resultados en el distrito capitalino y en la ciudad de la siderurgia, que no compensa la barrida que sufrió en Libertador General San Martín, la sede de la azucarera Ledesma – donde llegó a tener mayoría en el Concejo Deliberante.
En efecto, en Libertador General San Martín, Ledesma, el FIT había ganado las elecciones en 2017, aprovechando una división de las fuerzas tradicionales en colectoras -similar a lo ocurrido ahora en Palpalá-, y recibido el apoyo del sindicato azucarero y sus obreros. Ahora cayó al quinto puesto.
Comparando con las elecciones de 2017, cuando el FIT obtuvo 9 bancadas entre diputados y concejales y más de 59mil votos. En las elecciones de ayer cayó a la mitad de los sufragios, a pesar de no contar con la competencia del 2017, el MST (hoy en el FIT-U), que obtuvo 2.440 votos, y el partido del Perro Santillán, 7.800 votos. Si descontamos estos diez mil votos del total obtenido por el FIT-U, el resultado cae, cómodo, por debajo de la mitad.
Como es de público conocimiento, la personería del Partido Obrero de Jujuy ha sido intervenida por la camarilla oficial con el único objetivo de proscribirnos de esta elección, con el aval del PTS y el resto de los integrantes del FIT. Los resultados obtenidos por lo que podríamos llamar el Frente de Izquierda y los Tribunales, han dejado que desear.
A días de la elección, la camarilla del PO y el PTS han denunciado a nuestra corriente por haber llamado a votar en blanco y no al FIT-U. Es falso; no hicimos campaña contra el FIT-U, ni propiciamos un voto en blanco, incluso luego de haber recurrido al Poder Judicial para obtener nuestra inhabilitación electoral. El PTS acató la orden de la Justicia, no la realidad política de la izquierda, puesto que el aparato del PO oficial no existe. ¿No debió haber hecho lo contrario y defender al Partido real con el que luchó en el FIT, incluida la bancada legislativa? El mismo 27 de junio, salió una nota en LID donde se tilda de “insólita” nuestra posición, cuando hace más de un mes que venimos denunciado la proscripción y participando en la elección por medio de una campaña por un programa. ¿Qué mensaje le habríamos dado a los trabajadores si admitimos la proscripción del Estado en las filas de la Izquierda? Un partido de interventores de la Justicia, no es un partido obrero, aunque pretenda lo contrario. Entendemos que la ‘insólita’ denuncia del PTS en la previa electoral, sin haber abierto la boca antes, anuncia el fin de la campaña de firmas por una Paso de “toda” la Izquierda.
Naturalmente, denunciamos desde ya cualquier manipulación del escrutinio definitivo que tenga por propósito excluir a los candidatos del PTS, como parecen anunciarlo los resultados provisorios.