Escribe Diego Carrazán
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El ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer, ha salido a explicar ante los medios, el pasado lunes, que se trabaja para aumentar la presencialidad durante el segundo semestre y que el retorno a las aulas fue un éxito, marcando una “recuperación” educativa.
En su discurso, el funcionario afirmó:
La presencialidad escolar es “segura”. Pero no dijo ni una palabra sobre los 28 docentes fallecidos y los cientos de docentes contagiados desde el inicio presencial del ciclo lectivo 2021, muchos de ellos con graves secuelas.
La presencialidad escolar fue “prudente”. ¿Qué tiene de prudente esperar a que se decrete el código negro en Salud y las terapias de los hospitales, incluido el Hospital de Niños, se queden sin camas de terapia intensiva para recién suspender las clases presenciales?
Las familias están inmunizadas. ¿Y los estudiantes, que son una parte fundamental de la comunidad educativa, serán vacunados? Nadie dijo absolutamente nada al respecto. La cepa Delta va a llegar y se impondrá como en otros países, es altamente contagiosa y afecta fuertemente a niños y jóvenes. En Inglaterra, donde esta variante ya predomina, contagió un 60% más a los estudiantes de primario y primeros años del secundario en la semana del 12 al 16 de junio. Los chicos deben ser vacunados antes de ensayar cualquier variante de retorno y, aún así, aguardar hasta observar el comportamiento de las vacunas actuales. El virus es un organismo vivo, que muta y desarrolla nuevas variantes a partir de su circulación. Las vacunas actuales, de eficacia probada para las cepas originales, deberán atravesar nuevas pruebas.
En definitiva, todos y cada uno de los argumentos del ministro fueron puras falacias.
La educación, este semestre, fue bimodal: virtual y presencial. En los hechos, hubo más educación virtual que presencial.
Desde comienzos de la pandemia, la virtualidad no dejó de depender tecnológica y económicamente de las familias de los alumnos y de los docentes. El gobierno no se interesó nunca en el acceso a un sistema virtual gratuito para todos. Si no garantizar la educación pública y gratuita en pandemia con virtualidad no es un fracaso para el gobierno, las palabras han perdido todo valor. Se culpa a las empresas de comunicación por no disponer sus servicios para la educación, pero el acceso a la educación pública y gratuita depende del gobierno. La elevada deserción escolar en pandemia es pura responsabilidad del gobierno.
El “necesario incremento de la presencialidad” en pandemia es una consecuencia directa de la falta de inversión en conectividad gratuita. Pero la pandemia lejos está de acabarse. Hay países que ya tienen la cuarta ola por delante y en el nuestro ya se habla de la tercera ola. En la provincia los contagios se mantienen en 1.000 diarios, ¿a cuánto subirán los contagios por día con una tercera ola? ¿Esperaremos a que el sistema de salud colapse otra vez para cerrar las escuelas?
El frío invernal ha puesto en jaque los planes del gobierno. De hecho, muchas familias dejaron de mandar a sus hijos a las escuelas por las bajas temperaturas, dado que a pesar del frío es necesario mantener puertas y ventanas abiertas para ventilar los ambientes. En este tiempo crecieron fuertemente los casos de bronquiolitis en niños y jóvenes. Las familias y docentes que defendemos la salud y la vida ante todo debemos levantar un mismo programa:
No hay protocolo en el mundo que haya podido frenar al Covid.
Plan de vacunación para toda la comunidad educativa. Incluidos los estudiantes.
Plan de conectividad en el segundo semestre para docentes y alumnos. Internet y datos móviles gratuitos para los hogares docentes y de estudiantes, herramientas de conexión gratuitas desde el gobierno y plataforma informática gratuita.
Basta de exponer la salud y la vida de docentes y estudiantes en pandemia. No más muertes evitables en la comunidad educativa.