La excursión de Jeff Bezos al espacio exterior

Escribe Mali Quintillán

Tiempo de lectura: 2 minutos

Mirando los portales de noticias veo los titulares con fotos de las que determinado diario ofrece a sus lectores.

Un primer titular anuncia: “Fue detenido cuando robaba carne y queso cremoso en un mercado local”, y el desarrollo de la noticia ilustrado con la foto de las manos esposadas de un hombre.

Inmediatamente después de ese titular, el siguiente dice: “Multimillonario viaja al espacio para hacer turismo”.

Pienso... si por un segundo el guardia de la multinacional que perdía un kilo de carne, o el policía que lo detuvo, o el editor del diario que quiso entusiasmar a sus lectores con primicias y notas interesantes, si por un segundo, digo, se hubiesen preguntado ¿para qué puede robar carne una persona? - les hubiese surgido una respuesta que no tiene envés ¡Para comer!

Con regocijo leo también varios comentarios de lectores que empatizan con quien corre el riesgo de pasar por el escarnio público, de ser acusado, de ser detenido, avergonzado, insultado, publicado...sólo porque tiene hambre. Independientemente de las razones que lo llevaron al hambre.

Un hombre que roba carne y queso no es un ladrón; es alguien a quien un sistema le está robando su dignidad. Porque ya no intenta procurarse su alimento con su trabajo, o peor aún y muy probable, ¡porque ni siquiera tiene trabajo ni lo consigue! Alguien que camina la ruta de los marginados, de los hambrientos y sin camisa, como dice una canción de Ángel Parra.

Que en el país de las vacas pueda hacerse de esto una noticia causa indignación en las conciencias sensibles, pero indigna más cuando el titular siguiente les cuenta a los hambrientos, a los sin casas, a los sin justicia, sin hospitales ni escuelas dignas; que, en algún lugar de este planeta, otro hombre...se sube a un cohete espacial para hacer turismo. Un turismo breve, menos de una hora, por el que paga decenas de millones de dólares.

¿Cuál es la diferencia entre estos dos hombres? Sólo y únicamente su condición social. El primero con su hambre y su dignidad acribillada. El segundo millonario.

Nadie puede ser “millonario” si no se ha valido del trabajo ajeno para acaparar fortuna. Nadie que no le haya “robado” el sudor, la inteligencia, el tiempo a los explotados.

Es el capitalismo transitando la barbarie. Destruir este sistema de miseria y penurias es la tarea. Y es tarea nuestra, de los explotados.

¡Organicémonos alrededor de un programa revolucionario para qué así sea!

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