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En el debut de los spots televisivos, el gobierno FF salió a refrendar el feroz aperturismo económico, comercial y educativo con el cual inauguró la campaña electoral. “Vamos a salir”, dice el slogan oficial, mientras las imágenes muestran a personas dejando sus casas o ingresando a sus trabajos. Apenas unos días antes, un decreto oficial resolvía la ampliación de las actividades económicas y del ingreso de personas del exterior, aun cuando sólo el 20% de la población se encuentra vacunada con las dos dosis – y cuando la incertidumbre sobre la capacidad de esas “dos dosis” para asegurar inmunidad aumenta, en la Argentina y en el mundo. La apuesta al aperturismo económico para ganar votos es, en estas condiciones, una pirueta con final incierto. Los propios expertos admiten que “el ascenso de la variante Delta puede coincidir con las elecciones” (La Nación, 9/8). El gobierno gasta a cuenta de una salida sanitaria que todavía no aparece, y lo mismo parece hacer en el plano económico: con la promesa de que “los salarios le van a ganar a la inflación” definitivamente enterrada, el gobierno apela al recurso remanido del crédito de consumo para empujar a una reactivación económica. La nueva generación de créditos “Ahora 12” o “Ahora 30”, sin embargo, viene con intereses cercanos al 30% anual, y difícilmente pueda desatar una ola significativa de compras financiadas. Las condiciones del crédito vienen dictadas por la mochila insoportable de la deuda pública, cuyo tramo “interno” se renueva a plazos cada vez más breves – y con menores niveles de renovación. Mientras tanto, el gobierno remata las escasas reservas internacionales para sostener la cotización de la moneda durante la campaña electoral. Pero el crédito precario que el capital financiero le extiende al gobierno FF sólo dura hasta noviembre, o sea hasta las elecciones generales y el acuerdo con el FMI.
Los planes de cuotas, al igual que la postergación de los aumentos de tarifas, son tentativas extremas de convivencia con la condición miserable de salarios y jubilaciones, que están en su nivel más bajo desde 2002/2003. Ahora, el gobierno admite una echada de lastre respecto de las últimas paritarias, para que nuevos aumentos escalonados las lleven al 40/42% anual – ello, cuando la inflación prevé dispararse al 55 o 60%. Con el mismo propósito, el gobierno anunció un plan de bonos “por única vez” a jubilados, después de haber desindexado los haberes.
En definitiva, y a pesar de los escandaletes que agitan a diario oficialistas y “republicanos”, el telón de fondo inocultable de las PASO es el crecimiento exponencial de la pobreza y la miseria social. La agenda electoral no puede disimularlo, y los candidatos capitalistas tampoco. La gran patronal ha instalado un debate sobre la “capacitación de los jóvenes” que tiene un doble propósito: de un lado, liquidar cualquier carácter universal o científico en la educación formal, para reemplazarla por conocimientos puntuales; del otro, degradar las condiciones de contratación laboral de los jóvenes, una de las claves de la reforma laboral que figura en otra agenda – la del acuerdo de “facilidades extendidas” con el FMI. El gran capital arremete también contra los planes sociales, pero sólo para promover un mayor ajuste fiscal y para que ´no compitan´ con la banda más baja de los salarios – es lo que han reclamado las patronales agrarias que contratan peones golondrina en el interior del país. Los fogoneros de esta orientación se reparten por todos los costados de la grieta, de Béliz a López Murphy, pasando por Randazzo.
Las primeras encuestas electorales, en este marco, parecen dejar conformes a tirios y troyanos, pues auguran una victoria para el Frente de Todos en la provincia y el previsible resultado opuesto en la Capital. Detrás de esta “normalidad”; sin embargo, asoman varias tormentas. Algunos observadores señalan que una victoria módica del FdT en la provincia reabriría una aguda disputa de sus facciones después de las PASO, que tomaría la forma de una pelea por la composición del gabinete. La salida irresuelta de Agustín Rossi se conecta con la agenda del ´alineamiento internacional´, y reaviva la puja continental por la presencia comercial y militar de Estados Unidos y China. Otra disputa intestina asoma en “Desarrollo Social”, ubicada en el centro de la crisis social. La “asistencia” es objeto de otra pelea sorda, en este caso, entre los movimientos sociales oficialistas y los intendentes del conurbano. En otros distritos, como Salta, Tucumán o Santa Fe, las PASO reflejarán abiertamente las divisiones entre camarillas capitalistas en torno de los negocios que suponen asociados a una “normalización” financiera – el litio, la hidrovía, la explotación petrolera no convencional.
Por el lado de la oposición, el foco de la atención fue ganado en estos días por la derecha “alternativa” o libertaria de Espert y Milei, que está escalando al 7 u 8% de las encuestas. Milei llevó adelante un acto con varios miles de personas en Palermo, donde el seudolibertario destiló sin filtros su prédica bolsonarista. El pretendido “fenómeno” Espert-Milei es un episodio de la descomposición del macrismo: el 48-50% del voto de “Juntos para el Cambio” en Capital se distribuye ahora entre Vidal (27-29%), López Murphy (11-14%), Milei (6-8%) y los radicales de Brandoni. Lo mismo ocurre con el ´viejo´ voto macrista en la provincia, hoy repartido entre Santilli, Manes y Espert. El derechismo carga con la hipoteca de su impasse mundial y continental, desde Trump a Piñera, pasando por Bolsonaro y Duque. Ese corrimiento de votos parece suficiente, sin embargo, para asegurarle a los derechistas el lugar de “tercera fuerza”, cuestión que a ellos los tiene sin cuidado, pero sí le importa al FIT-U, que ha hecho de esa consigna su principal slogan. Alberto Fernández se ha servido de los seudolibertarios para montar una operación de distraccionismo político llamando a apoyar un gobierno que se acerca al déficit fiscal cero, el principal lema de Espert, a costa de las jubilaciones.
En nuestros materiales y spots, cercenados por una distribución de espacios cedidos absolutamente proscriptiva, Política Obrera ha llamado la atención sobre la cuestión de fondo que oculta la supuesta grieta, a saber, el compromiso de todos para colocarle el gancho al acuerdo con el FMI para después de las elecciones, a través de una ley del Congreso. En oposición a este pacto colonial, convocamos a la defensa del mundo del trabajo y sus reivindicaciones; la reconstrucción del salario presente o diferido (jubilaciones) igualándolos al costo de la canasta familiar; el ingreso compulsivo al trabajo de todos los desocupados; un reforzamiento decisivo del sistema sanitario y de sus trabajadores y, a partir de allí, las medidas de reorganización social que garanticen estas reivindicaciones elementales, como el desconocimiento de la deuda pública interna y externa. El agotamiento del régimen político y social que no puede siquiera asegurar el derecho al trabajo o a la salud, plantea la lucha por una salida política, una constituyente soberana y revocable. Vamos a una campaña con centro en las fábricas, las grandes concentraciones obreras y los barrios.