Escribe Juan Ferro
Los “cuerpos orgánicos” que se eligen después de años de tregua a las patronales.
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Mucha agua ha corrido bajo el puente desde que, en 1930, socialistas y sindicalistas fundaran la CGT. Ahora, una sombra de aquella CGT definirá su nueva conducción en un congreso que tendrá lugar el próximo 11 de noviembre. Previamente, el 22 de septiembre un Confederal formalizará el llamado a renovar las actuales autoridades. En realidad, se cocinará entre muy pocos quienes dirigirán los destinos de la central.
Cuando se realicen las elecciones, se habrán cumplido dos años y medio de tregua a las patronales y al gobierno de Alberto Fernández. El conjunto de la CGT “acompañó” la inmensa mayoría de las resoluciones patronales durante toda la pandemia, y salvo declaraciones para la tribuna, no ha dado un paso contra el brutal deterioro de los salarios de los dos últimos años, ni contra los miles de despidos encubiertos que se produjeron durante ese período, ni contra el brutal avance de la precarización laboral en todos los ámbitos estatales y privados.
El movimiento obrero estará muy lejos de esta renovación burocrática de las autoridades de la CGT. La elección sólo reflejará la enorme crisis que recorre al conjunto de la burocracia sindical. Como las peleas internas entre los jerarcas sindicales han impedido elegir un secretario general de la central desde el 2000 -el último fue Rodolfo Daer, hace 21 años- se elegirá un “triunvirato”.
Para evitar la fragmentación de la CGT, hace años que se eligen triunviratos que tratan de establecer un equilibrio formal al interior de la central, que en los hechos no se cumple, porque los agrupamientos dentro de la burocracia no tienen control alguno.
El Confederal de la CGT pondrá en marcha el mecanismo de los llamados “cuerpos orgánicos” donde hay reconocidos 224 sindicatos confederados con unos 2.200 congresales. Pero la particularidad de estos “confederales” es que 15 gremios de los 224 tienen el 50% de los congresales, ya que los mismos se distribuyen por número de afiliados. Por lo tanto, de antemano se sabe que debe haber un acuerdo entre los “gordos” -con la punta de lanza de Empleados de Comercio y la UOCRA que acaparan gran parte de ellos- y el moyanismo que ha hecho un bloque con algunos gremios del transporte.
De esos dos bloques burocráticos surgirá la base de la elección de la central. La burocracia, en esta renovación, está obligada a incluir el cupo femenino que escandalosamente incumple a pesar de que en el 2003 se votó una ley al respecto -la CGT de hoy tiene una sola mujer en su consejo directivo. También le dará un lugar a sectores más ´independientes´, como Bancarios, que armarán co-secretarías que no cambian el contenido de la actual orientación de la central. Sólo modificarían el actual estatuto de la central para llevar de 35 a 70 la cantidad de miembros. Cada gremio tendría dos cargos que serían ocupados por un representante varón y el otro por una mujer.
El contenido ideológico del bloque mayoritario de los “gordos” lo aportan nada menos que Cavalieri y Gerardo Martínez, los dos gremios insignia de la flexibilización y precarización laboral, responsables de la liquidación de viejas reivindicaciones del movimiento obrero. En la UOCRA ya hace años se perdió la indemnización, están oficializados el trabajo en negro y el incumplimiento de todas las normas laborales. Empleados de Comercio, con la cláusula de horarios cortados, ha permitido a las patronales sumar a ese gremio desde trabajadores de las cosechas hasta trabajadores portuarios, en un festival de contratos donde prima la precarización laboral.
Por la otra parte, la orientación del moyanismo ha sido actuar como un Pac Man en decenas de gremios, apoderándose de la rama logística de muchos de ellos, lo que le ha ganado un enorme resentimiento de otros dirigentes. La actitud de Moyano ante el gobierno de Fernández fue de frenar muchas de las luchas que los propios camioneros impulsaban contra una pérdida sensible del poder adquisitivo, fundamentalmente en las dos últimas paritarias.
Todas las fracciones de la burocracia fueron dejando pasar una reforma laboral que aún no se ha logrado aprobar en el Congreso, pero que de hecho muchos puntos se vienen aplicando con su abierta complicidad. Nada debe esperar la clase obrera de esta “rosca” de la burocracia.
La tarea central de los trabajadores es expulsar a la burocracia de los sindicatos, terminar con los estatutos cárcel, elegir en asamblea los representantes a la central e impulsar la organización de una huelga general para terminar con los salarios de hambre y la precarización laboral.