El programa del FIT-U 2021

Escribe Maxi S. Cortés

Tiempo de lectura: 7 minutos

El programa que el FIT U inscribió para las elecciones parlamentarias de 2021 es la expresión de la maduración gradual de las tendencias oportunistas dentro del Frente de Izquierda, de su integración ´parlamentarista´ al régimen político y del retroceso político e ideológico de la izquierda democratizante en su conjunto.

Bajo la pomposa denominación “Plataforma electoral, declaración de principios y bases de acción política del FIT-U”, encontramos, no una guía para la acción, sino un texto banal.

“Este frente unitario, que nuclea a la casi totalidad de las fuerzas de izquierda de nuestro país”, dice, “lucha por la independencia política de los trabajadores de los distintos bloques capitalistas que expresan el gobierno, sus opositores patronales y las diferentes variantes de la centroizquierda”. Bajo un lenguaje trotskizante tenemos aquí la fórmula que luego utilizó en la campaña – “la tercera fuerza” del parlamentarismo. La autonomía política debe referirse, en primer lugar, al proletariado o la clase obrera, no al conjunto de los trabajadores, que incluye también a un parte de la pequeña burguesía, y la manifestación histórica de ella es el desarrollo de un partido proletario y socialista. Se trata de convertir a la clase obrera, por esta vía y ninguna otra, en la dirección política de las masas. El frentismo político, por otra parte, puede cumplir un rol progresivo en ciertas circunstancias, pero es, como concepción estratégica (“la izquierda que se une”) una conciliación oportunista de posiciones, que en este caso tiene un propósito electoralista declarado. Esto fue señalado en forma abierta por Altamira, con referencia al propio FIT que pasaría a encabezar, en marzo de 2011.

La “izquierda que se une” pero va a las Paso extiende la ´amnistía´ que el PO “oficial”, el PTS e IS otorgaran al MST, en 2019, para su incorporación al FIT. Proclamaron que “el FIT y el MST comienzan una experiencia común, luego de haber tenido no pocas diferencias políticas”. El resultado, dos años después, es la concurrencia a unas PASO en todo el país -a tres bandas, en el caso de Córdoba- a pesar del ‘borrón y cuenta nueva’ a las “no pocas diferencias políticas”. En esta línea han acordado una “declaración”, nada menos “que de principios”, para ir enseguida a internas, a pesar de los “principios”, para dirimir candidaturas. Esta pelea de cargos se convirtió desde el comienzo en un cuestionamiento, por parte del MST, a los otros partidos del FIT-U, a los que desafía a “revolucionar a la izquierda”. Para el grupo de Bodart esto no significa otra cosa que incorporar el centroizquierdismo al FIT-U, que es repudiado en la “declaración de principios” en nombre de una “independencia política” sin contenido – o en abstracto. La “declaración de principios” se ha convertido en papel mojado apenas fue firmada.

El pasaje del FIT al FIT-U, en estos dos años, ha coincidido con el abandono de la “independencia política” en el parlamento. El PO y el PTS han votado, en el Congreso, la ´emergencia alimentaria´ de Macri-Fernández (con la abstención de Izquierda Socialista). También aportó quórum a la modificación del régimen jubilatorio del poder judicial, que forma parte de la liquidación de los regímenes especiales que exige el FMI, en relación a docentes, Luz y Fuerza y otros, que los ha protegido de la destrucción jubilatoria que han ejecutado kirchneristas y macristas. Interpelado por esto, un dirigente del PTS, Guillo Pistonesi, justificó que se alinearan con el FMI contra la ‘casta judicial’ y ´contra los privilegios´. Otro sacrificio de la “independencia política”, en el parlamento. En la Legislatura porteña aprobaron el delito de opinión contra la crítica al Estado sionista – una declaración elaborada por Netanyahu y Trump, para la que Felipe Solá había pedido ratificación parlamentaria. Luego vino la aprobación de los negocios inmobiliarios de Tinelli-Lammens en el barrio de Boedo, que ya ha recibido una promesa de préstamos por 15 millones de dólares. Todo esto es, en castellano, una integración parlamentaria al régimen capitalista.

En Córdoba, la legisladora del PO (o) admitió un acuerdo extraparlamentario en la Comisión de Labor Parlamentaria con los partidos del régimen para reducir la dieta de los legisladores por el plazo de cuatro meses. Fue la mascarada de un ajuste que iría acompañando otros recortes, por caso, a los salarios de los trabajadores del Banco de Córdoba, la Lotería provincial y el EPEC (compañía de electricidad). En Chaco, el aparato del PO hizo aportes decisivos desde su bancada para la aprobación del presupuesto de Capitanich primero y luego para la privatización de tierras públicas de la provincia; el PTS, el MST e IS han guardado religioso silencio sobre esto hasta el día de hoy. Al MST, suscribir proclamas sobre la “independencia de clase”, que reiteraron los otros tres socios por rutina, lo tiene sin cuidado.

En estos dos años, el FIT-U ha protagonizado todo tipo de reyertas faccionales – o sea la ‘unidad’ de la que presume no es más que una corta tregua electoral, y hasta ahí. En este contexto, el PTS propone fundar, en forma instantánea, un 'partido único' basado en la “declaración de principios"; el MST, un “partido de tendencias”, que incorpore “personalidades e intelectuales”; IS, que todo siga igual. El PO “oficial” continúa sosteniendo que el FIT-U es un bloque de “programa y estrategias’, pero rechaza la formación de un partido único (incluso de abrir un debate en esa perspectiva) en nombre de las ‘diferencias’. El silencio de todos ellos ante la expulsión de 1.200 militantes, que reclamaban el derecho estatutario de Tendencia, prueba que el único acuerdo que tienen es la defensa del monolitismo ´a la Zinoviev´. El Partido Obrero oficial ha echado por la borda 50 años de delimitación política frente a la izquierda democratizante.

El FIT-U ha asegurado que “se valdrá de la campaña electoral para movilizar políticamente a la clase obrera”, pero lo cierto es que ha desarrollado otra cosa: una pelea costosa en las redes sociales que limitan el espacio de las ideas políticas. En su lugar ha promovido la ‘imagen’ de sus candidatos.

Caracterización

A la hora de caracterizar el cuadro político de la elección, la plataforma alude a una “crisis histórica” que no define. Es curiosa esta caracterización por parte de organizaciones que aseguran que la burguesía mundial goza de una considerable “iniciativa política”. De esta la lo que llama la “pasividad” popular. Esta perspectiva de revoluciones y contrarrevoluciones no es siquiera señalada en el texto. El carácter histórico de una crisis está determinado por la declinación del régimen existente, el capitalismo; por crisis económicas más frecuentes y más profundas; incluso por una crisis de civilización, como ocurre con la destrucción del medio ambiente y la proliferación de epidemias. La “declaración” no ofrece un balance de la posición del FIT-U contra el “aislamiento social” y a favor de la “presencialidad segura”. Por eso ha ganado el apoyo de Convergencia Socialista, un duro partidario del boicot a las medidas necesarias para cortar “la circulación comunitaria del virus”. Es notorio para todo el mundo, que la libertad económica ha sido causa de millones de contagios y decenas de miles de muertos.

La “declaración” de marras hace una descripción estrictamente nacional de la “crisis histórica”. Pero desde su incorporación al mercado mundial, hace 500 años, el desarrollo de la América india ha estado sujeta a los golpes de la economía internacional. Es lo que ocurre, más que nunca, con la crisis desatada en abril de 2018. De otro lado, la estrechez nacional inviabiliza el planteo de un programa de transición, que apunta a convertir las reivindicaciones inmediatas en una lucha de poder, y a las luchas nacionales en internacionales. En una crisis histórica, las campañas por un ‘voto útil’ sumen a las masas en la mayor de las confusiones; más que nunca, la campaña electoral debe tener un distintivo alcance estratégico y desarrollar una crítica socialista al Estado capitalista y todas sus instituciones. Es algo completamente opuesto lo que hacen quienes tiene “el oído pegado” a una parte de la hinchada de San Lorenzo.

La declaración de principios del FIT-U subraya las reivindicaciones inmediatas y las nacionalizaciones en el marco capitalista. Recula con respecto al Manifiesto del FIT de 2013, presentado por el Partido Obrero y redactado por Altamira, que el PT e IS se apuraron en firmar. El programa de transición es otra cosa – su método es colocar las aspiraciones de las masas en el cuadro de un choque político con el régimen burguesa y la propiedad privada del gran capital. El planteo del FIT-U de una “crisis histórica” es, en este sentido, contradictorio o superficial – pues no integra a sus “bases de acción política” la potencia explosiva de la rebelión popular. En medio de luchas poderosas, aisladas unas de otras, ni siquiera aborda la cuestión de la huelga general, la coordinación de las luchas (incluso entre obreros ocupados y desocupados, como ocurrió en 2001/2). Cuando el Congreso se prepara para ratificar el acuerdo que negocian los Fernández con el FMI, el tema de la huelga general es de primera importancia – porque promete reformas laborales y jubilatorias que dejarán a los trabajadores sin protección legal.

Dicho esto, la pandemia es un factor irrelevante en el planteo del FIT-U. Aparece simplemente como un problema sanitario, cuando lo cierto es que la pandemia -y las pandemias - son el producto de un profundo ataque del sistema capitalista al medio ambiente y de una tecnología de salud privatizada, que apunta a la medicalización y de ningún modo a la prevención. La medicina preventiva derribaría a las grandes farmacéuticas del podio que tienen en las Bolsas. La humanidad ha sido colocada en una amenaza permanente poniendo en riesgo la vida misma y es lo que le da un carácter histórico inédito a esta crisis mundial. Los partidos del FIT-U despreciaron este abordaje desde un inicio – como lo subestimaron también Ginés García y Bolsonaro, cada uno a su modo.

A la guerra comercial desatada en torno a la vacuna, el programa del FIT-U opone la liberación de las patentes, no la nacionalización de las farmacéuticas. Ninguna de ellas ha prosperado sin el apoyo de la ciencia en el sector público y los subsidios del Estado. Es, en enorme medida, una industria parasitaria.

El planteo del FIT-U es la “Centralización estatal de todo el sistema de salud bajo el control de las y los trabajadores y profesionales de la salud en camino (SIC) a la nacionalización”. Es el planteo de Cristina Kirchner, que sin embargo no incluye a las farmacéuticas. Pero la nacionalización de las AFJP ya ha demostrado a quién sirven las centralizaciones y nacionalizaciones burguesas, incluso puede servir para que el sistema público rescate al sistema privado, en medio de una inflación desmedida, en especial en la salud. La lucha por elevar la condición salarial, laboral y de formación del personal de salud, debería servir de plataforma para plantear el control obrero de todo el sistema, a partir de la formación de coordinadoras de los trabajadores de la salud, o sea desarrollar el sujeto que debe asumir, con la clase obrera toda, la tarea de nacionalizar el conjunto de la industria bajo dirección obrera.

Para avanzar en esta dirección es necesaria la nacionalización del capital financiero en todas sus formas, que permita sustentar un salto histórico en el hábitat y en el equilibrio medioambiental. Esta crisis plantea en forma directa la cuestión del poder político y del socialismo.

El carácter “histórico” de la crisis, en la caracterización del FIT-U, minimiza todo lo que la hace, precisamente, histórica. Esto encierra mucho más que una polémica de ocasión – se trata del programa, es decir, del gen de una corriente política.

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