Escribe Dipi
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Esta campaña electoral tuvo como novedad, la aparición de una tercera fuerza. Con 13%, la lista de Javier Milei superó a la de Myrian Bregman, que obtuvo el 6 por ciento. Estuvo a la altura de los votos de Zamora, un 14%, en las generales de 2003. Pablo Stefanoni, un conocido periodista, había pergeñado la tesis de que la rebelión había pasado del campo de la izquierda al de la derecha. Es un medio acierto, porque el conformismo ‘izquierdista’ ya lleva algunas décadas.
Los libertarios se han apropiado del discurso de la española Podemos y de Del Caño y Bregman, que trocaron la denuncia del capital por el de la casta. Asesor económico del monopolio Eurnekian, Milei quiere pasar a la casta pública para defender los intereses de los capitalistas ‘prebendarios’ del Estado. La acumulación originaria de cualquier capitalista arranca con el saqueo de los fondos públicos. Para terminar con el Banco Central, como insiste en proponer, Milei deberá antes estatizar las Leliq y los pases, o sea cargar al Estado con una deuda pública 40 mil millones de dólares mayor. Luego, para “abolir” el Estado, su otra propuesta, deberá hacer pagar a los trabajadores una deuda pública que habrá llegado al medio billón de dólares. La conquista de la libertad, su objetivo moral, según dice, se alcanzaría cuando decenas de millones de trabajadores sean reducidos al estado de esclavitud.
El FITU, contrariamente, en vez de plantear el derrocamiento del régimen político, llama a democratizarlo. Lo ilustran discursos como “Pueden coincidir o no con nosotros, pero saben que saben que hay peleas y luchas que la izquierda está dando en estos años, que si no está la izquierda no van a tener nombre.” (Bregman) [1], “Vote en defensa propia, denos una oportunidad a la izquierda” (Bodart) [2], “Te llamamos a Votar al frente de izquierda que es el único voto que le va a doler a los dueños del poder” (Del Plá) [3], “En esta elección se decide si la izquierda puede estar en el Congreso” (Giordano) [4].
El FITU, en cambio no se planta como una alternativa obrera y socialista, e incluso Bodart llama a “revolucionarla” mediante el ingreso de centroizquierdistas, como ya hizo, con malos resultados. Milei es ‘más osado’ en su planteo contrarrevolucionario.
Fuentes