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“La CTA frente a la crisis” (17/9), es el texto con el que la burocracia de cuño kirchnerista pretende diferenciarse del apoyo que recibió Alberto Fernández de la burocracia de la CGT y de Moyano.
Copia y pega la carta de CFK, acerca de “la pobreza, la caída de los salarios y el aumento de los precios de la canasta básica” (https://www.cta.org.ar/la-cta-frente-a-la-crisis.html) y del “castig(o) en las urnas”. Los “padecimientos” -paritarias a la baja, precarización laboral, despidos, reducción de jubilaciones, etc- han contado, sin embargo, con el apoyo de la CTA. Cuando, por ejemplo, la docencia salteña encaró una huelga general por aumento salarial fue olímpicamente ignorada por las centrales K. O sea que la CTA sido cogestora del ajuste contra los trabajadores, en el medio de una pandemia, mientras los bancos y las patronales se sirvieron de multimillonarios subsidios estatales.
El texto a que el gobierno “recupere la iniciativa y ponga en marcha un plan de medidas que den respuesta a las expectativas y necesidades de los sectores populares” (ídem), es una confesión de que la CTA en cuanto tal no piensa hacer nada en defensa de los trabajadores. El pedido ha sido respondido por el gobierno nombrando un gabinete de ajustadores, cómplices y derechistas clericales, ratificando un rumbo contrario a las “necesidades de los sectores populares”. Esto reafirma la intención del gobierno firmar un nuevo acuerdo con el FMI, con reforma laboral, cuyo punto de partida es la eliminación de la indemnización por despido, y la liquidación del sistema jubilatorio y los regímenes “especiales” de docentes y otros sectores. Esta dirigencia K es la misma que hasta hace poco presentaba un proyecto por la reducción de la jornada laboral que ahora deja en el olvido. El martes 21 el Consejo del Salario Mínimo se reunirá para llevar el salario a $32.000, cuando la canasta familiar supera los $120.000. La perpetuación de la miseria salarial.