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El recambio de ministros y el ´relanzamiento´ del gobierno, después de varios días de forcejeos y disputas públicas, han parido una farsa.
La designación de Juan Manzur como jefe de Gabinete es un insulto a la inteligencia del pueblo. Para resolver la crisis de Argentina traen a un hombre que tiene metida a su provincia, Tucumán, en una crisis peor. Después de cacarear acerca de los derechos de la mujer, designan en la jefatura de ministros a un embanderado del clero jugado contra la causa de las mujeres y por lo tanto contra la democracia.
A Cristina Kirchner no se lo ocurrió mejor cosa, para ´relanzar´ al gobierno, que sacar de un mueble viejo a Aníbal Fernández, un cadáver político que se anotó, como responsable o encubridor, en los mayores crímenes políticos contra la clase obrera de las últimas dos décadas – Kosteki y Santillán y Mariano Ferreyra.
Para que la farsa no tuviera atenuantes, Kicillof también jubiló a sus ministros, todos partidarios de un ´relanzamiento´, para ´relanzarse´ a sí mismo con funcionarios de su propio palo.
El ´relanzamiento´ no ha pasado de ser más que una puja de camarillas, para endilgarse unas a otras la responsabilidad de una derrota electoral. Ha salido un gobierno más agotado que el que viene a reemplazar.
La conclusión es terminante: el gobierno ´relanzado´ no reúne las condiciones ni tiene el propósito de resolver los problemas del pueblo – fundamentalmente la miseria social. Es un cero a la izquierda. Se reiterará en nuevas crisis. Argentina necesita un poder político distinto, un poder político de los trabajadores.
Las medidas económicas que ha adoptado el gobierno ´relanzado´, tampoco relanzan nada, salvo los compromisos con el FMI y el pago de la deuda con el mismo. El nuevo salario mínimo, 32 mil pesos, es menos de la cuarta parte del costo de una canasta familiar. Algunas medidas impositivas benefician al 0,01 por ciento de la masa de trabajadores. Nada comparable con los casi mil quinientos millones de dólares que paga por la deuda con el FMI, tomando para ello por asalto las reservas del Banco Central.
De nuevo: el gobierno ´relanzado´ no tiene voluntad ni reúne las condiciones para superar la crisis histórica de la miseria social – 20 millones viviendo por debajo de la línea de pobreza. En realidad son muchos más si agregamos la falta de vivienda, cloacas, agua potable o pavimento, ni qué decir si metemos en la bolsa la salud y la educación.
Los ´relanzadores´ esperaron la derrota en las urnas para acusarse unos a otros de las tropelías que han hecho en dos años de gobierno y en especial en la pandemia. ¡Ellos mismos admiten su completa responsabilidad en este empobrecimiento, que sigue al del gobierno anterior y al del anterior al anterior! Es una responsabilidad de todo el régimen político – los partidos de la clase capitalista, los gobiernos y los parlamentos y la Justicia de la clase capitalista, y la burocracia sindical empresaria y patronal.
Las elecciones del próximo 14 de noviembre no van a resolver los problemas del pueblo. Nadie lo dice, pero todos lo saben. Es probable, además, que se agrave la crisis de gobierno si obtiene menos votos que en las PASO. En cualquier caso, el gobierno actual es definitivamente impotente para enfrentar la crisis histórica del país. Todos los actores de la clase patronal reconocen que enfrentan una crisis de poder.
Para enfrentar esta situación única o especial necesitamos nuevos métodos. Las luchas reivindicativas y las grandes movilizaciones deben ser acompañadas por la lucha por una unidad política de una gran parte de la clase obrera. Por eso entendemos necesario lanzar una campaña por la realización de un Congreso Obrero. Este Congreso Obrero debemos convocarlo activistas y luchadores y todas sus organizaciones, sean sindicales, piqueteras, reivindicativas y políticas (y, sobre todo, por parte de las organizaciones que nacen y se desarrollan en las luchas actuales) por medio de reuniones, plenarios y asambleas.
Las luchas por las reivindicaciones más elementales, como ocurre con las de los compañeros que reclaman el derecho al trabajo, chocan, como se ve todos los días, con el poder político y con la crisis y el impasse de ese poder político. Las elecciones de noviembre no deben postergar la lucha por un Congreso Obrero, porque estas elecciones no son, ellas mismas, una salida. La necesidad de un Congreso Obrero, que vote un plan de lucha y una línea política, es irremplazable.
Las elecciones por las elecciones mismas son una gran trampa. Enfrentamos, como trabajadores, una crisis de poder en desarrollo de los partidos de la clase capitalista y, en definitiva, de los partidos y del régimen al servicio del Fondo Monetario Internacional. Fuera del gobierno actual, la clase capitalista no tiene una alternativa de poder, porque ni los macristas ni la cohorte que los sigue reúnen en este momento las condiciones para ello. Los votos que esta oposición reunió en las PASO no le dan la capacidad para ofrecer una alternativa. El impasse abarca a todo el régimen político.
Si los partidos de izquierda que han llegado a las elecciones generales (FIT-U y AyL) quieren desarrollar una campaña realmente obrera e independiente por el voto, deberían plantear e impulsar la convocatoria de un Congreso Obrero, de lo contrario no solamente recaerían en el electoralismo. Dejarían pasar una intervención en la crisis política del régimen en su conjunto, cuando éste desnuda por completo que no tiene política de salida para la pobreza y cuando se apresta a llegar a un arreglo con el FMI.
Política Obrera
21/9/2021