Escribe Julián Asiner
La complicidad de los centros de estudiantes
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Tras 18 meses de protestas y movilizaciones, las autoridades de la UBA habilitaron el ingreso público al parque de Agronomía, solo durante los sábados y domingos.
La decana peronista, Marcela Gally, estrechamente vinculada al rectorado de Alberto Barbieri, que bloqueó el acceso al parque durante dieciocho meses, dispuso la construcción de nuevos alambrados y tranqueras para impedir el ingreso a buena parte de los espacios verdes públicos.
El cercamiento desconoce el Código Urbanístico de la Ciudad y ni siquiera respeta el régimen estatutario interno de la UBA, ya que se produce sin mediar resolución por parte del Consejo Directivo y el Consejo Superior. El gobierno de Larreta, de buenas migas con las autoridades de la UBA, que tiene la mira en sus propios intereses inmobiliarios en la zona, ha asentido al atropello por omisión.
La veda de Agronomía al disfrute de vecinos abre el espacio a los negocios de empresas y camarillas profesorales. Los nuevos alambrados de Gally tienen sus auspiciantes: Syngenta, Bayer, Monsanto, Bioceres y tantas otras semilleras y pulpos del agronegocio.
Los centros de estudiantes se mantienen en un ruidoso silencio. El Fana, aliado de la decana, dejó trascender una rotunda negativa a la demanda de acompañar ae reclamo vecinal. El aparato del PO, que comparte con el Fana y la Mella la dirección del centro de Agronomía, y además conduce el centro de Veterinaria, no ha escrito un renglón sobre el conflicto y se mantiene al margen de las acciones de lucha del movimiento.
Con Agronomía cerrada al público de lunes a viernes y cinco de sus siete accesos bloqueados por muros y portones, se desnaturaliza la función social del parque, además de impedir hasta la más elemental comunicación entre sus seis barrios colindantes.
Desde el primer día de reapertura del predio, los vecinos hicieron oír su repudio masivo contra estas medidas expulsivas. Fin de semana tras fin de semana, el Movimiento Agronomía Abierta convocó asambleas, volanteadas, ruidazos, movilizaciones y festivales que inundaron el parque al grito de “nunca pero nunca cerrarán Agronomía”. La respuesta de la decana Gally fue reforzar la presencia de la Policía, que se dedicó a hostigar las protestas y provocar a los activistas.
En una Buenos Aires en la que la especulación inmobiliaria se deglute los escasos espacios verdes, la defensa del pulmón de Agronomía es una causa de todos los trabajadores de la ciudad.