Mujeres de 600 ciudades norteamericanas marcharon contra los ataques al aborto legal

Escribe Olga Cristóbal

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El sábado 2 de octubre tuvo lugar la primera Marcha de Mujeres bajo el gobierno de Biden. Cientos de miles de mujeres -y hombres-, respondiendo a la convocatoria de unas 200 organizaciones, se manifestaron en más de 600 ciudades norteamericanas en defensa del aborto legal, seriamente amenazado por leyes votadas en los últimos años por las legislaturas ultraconservadoras del llamado “cinturón bíblico”, los Estados sureños y del medio Oeste.

La ofensiva contra las mujeres avanza confiada en la mayoría conservadora que impera en la Corte Suprema: desde el 1 de enero, 19 estados aprobaron 63 leyes que restringen la interrupción del embarazo.

“Luchamos para que el aborto no sólo sea legal sino también accesible y sin estigmas”, reza el comunicado que convocó a la Marcha. Piden que el Congreso convierta el derecho al aborto en una ley federal “a fin de protegerlo de una posible reversión en la Corte Suprema”.

¿Por qué recién ahora, medio siglo después de que el fallo Roe v Wade del máximo tribunal legalizó el aborto? Porque ningún gobierno, incluidos varios demócratas, se ocuparon de blindarlo convirtiéndolo en ley federal.

Recién hace una semana la Cámara de Representantes aprobó un proyecto en ese sentido, pero los republicanos -y algunos demócratas que votan con ellos- van a bloquearlo en el Senado.

La actual ofensiva reaccionaria contra los derechos de las mujeres prueba una vez más la fragilidad de las conquistas democráticas en un régimen social en descomposición y la necesidad imperiosa de mantener vivo al movimiento de mujeres sin un gramo de confianza en los lobbies parlamentarios.

En la costa oeste, miles de personas marcharon por el centro de Los Ángeles hasta el Ayuntamiento. Los manifestantes corearon: "Aborto a pedido y sin disculpas, ¡solo la revolución puede hacer libres a las mujeres!".

Esto se repitió en cientos de ciudades. La movilización más numerosa fue en la ciudad de Washington, donde decenas de miles de personas se concentraron primero ante la Casa Blanca y luego ante la sede de la Corte Suprema.

El objetivo es la Corte porque en setiembre la mayoría de los jueces se valieron de una argucia formal para no bloquear una ley de Texas, que prohíbe el aborto después de la sexta semana. En este mandato -que comienza el lunes- los jueces deberán pronunciarse respecto de una ley de Missisippi, que lo prohíbe después de la semana 15. Esta ley, de 2018, fue bloqueada por dos tribunales federales, pero este año la Corte la incluyó en su agenda.

Por una diferencia de 6 a 3, la Corte norteamericana está dominada por una mayoría cavernaria, consolidada por los últimos tres jueces nombrados por Donald Trump. Aunque el creciente descrédito de máximo tribunal ha sido verificado por numerosas encuestas, es probable que este año cumplan una añeja exigencia de republicanos y evangélicos, y anulen la garantía constitucional del aborto establecida hace casi 50 años en el fallo Roe v. Wade, y reafirmada 20 años después en Planned Parenthood v. Casey.

Si la Corte Suprema avanza en ese sentido por lo menos 12 estados inmediatamente prohibirían la interrupción de cualquier embarazo en cualquier contexto. Por eso muchas manifestantes llevaban camisetas que decían simplemente “1973”.

El día antes de la marcha, la administración Biden instó a un juez federal a bloquear la ley de Texas. Legisladores demócratas acusan a la Corte de manejarse con “expedientes en las sombras”.

La cuestión del aborto generó crecientes choques, tanto hacia adentro del Tribunal como entre los distintos poderes. Un sector del Partido Demócrata pretende ampliar la Corte para “restaurar el equilibrio ideológico”. Los jueces retrucan que tratan de intimidarlos (TWP, 2-10). "El término pegadizo y siniestro 'expediente en la sombra' se ha utilizado para describir a la Corte como si hubiera sido capturada por una camarilla peligrosa que recurre a métodos furtivos e inapropiados para salirse con la suya", dijo el juez Samuel Alito. "Y esta representación alimenta esfuerzos sin precedentes para intimidar a la Corte o dañarla como institución independiente".

La Marcha de las Mujeres es una primera respuesta de envergadura contra el embate. Es una movilización de carácter nacional, desde que millones de mujeres se manifestaron en los Estados Unidos el día después de la asunción de Trump, en enero de 2017. Este año, con la defensa del derecho a decidir sobre la maternidad, alcanzó una repercusión multitudinaria.

Según el Instituto Guttmacher, el 90 por ciento de todos los condados de EE. UU. no tienen un proveedor de servicios de aborto. Siete estados de Estados Unidos tienen un solo proveedor de servicios de aborto en todo el estado. Veintisiete grandes ciudades estadounidenses no tienen proveedores de servicios de aborto. (https://www.wsws.org).

La conciencia de que el aborto corre un peligro cierto de ser abolido va de la mano de que las más perjudicadas serán las mujeres trabajadoras y las migrantes. Aquellas que no dispongan de recursos para viajar a otro estado -desde los gastos del pasaje hasta la licencia en el trabajo o un lugar donde dejar a sus hijos- deberán apelar a procedimientos "clandestinos" que aumentan enormemente el riesgo de muerte o mutilación.

Este año, la Corte tiene en agenda otros avances contra las libertades democráticas. Distintas iniciativas buscan eliminar las restricciones al uso de armas en Nueva York, cancelar las restricciones sobre el gasto de fondos públicos en organizaciones religiosas, y modificar el régimen de admisión de la Universidad de Harvard, que beneficia a estudiantes afrodescendientes e hispanas, y la derecha considera discriminatorias. Una pinturita.

Solo la organización autónoma de los oprimidos podrá poner un freno a la barbarie.

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