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El encuentro regional “plurinacional” de mujeres de la Ciudad de Buenos Aires intentó recrear un espacio de debate y movilización del movimiento de mujeres, en el contexto de la deserción de su dirección histórica, cooptada hasta los tuétanos por el gobierno de los Fernández. Esta dirección resolvió declarar la vacancia este año, para evitar la discusión acerca de la monumental crisis de gobierno, y su asociación al clerical celeste que ‘bajó’ de Tucumán, Juan Manzur.
La convocatoria del Encuentro mostró, sin embargo, todos los límites de la orientación política que tomó a su cargo el Encuentro.
El día sábado las asistentes nos distribuimos en los gazebos de una docena de organizaciones entre los partidos del FITU, la Campaña por el Aborto, el bloque piquetero (FOL, Marabunta, OS), el MAS, Mumalá, y Política Obrera. En algunos gazebos funcionaron varietés feministas y en unos pocos hubo charlas a cargo de oradoras. También había una “peatonal feminista” con puestos de artesanas, activistas, batucadas.
El Encuentro no tuvo el propósito de servir como un lugar de deliberación para las trabajadoras, en el marco de una crisis política que ha fracturado al feminismo ‘sororo’, que pone la condición de género por encima del antagonismo de clase entre burguesas y proletarias.
Con un celeste como Manzur en el gabinete, hubo solo dos talleres para discutir una política para garantizar el aborto legal, el que organizó el MAS y el de Política Obrera - PDT Tendencia. El PDT tendencia organizó el sábado dos talleres en donde debatimos unas 60 compañeras, la mayoría de las cuales tomó la palabra. Nuestro otro taller, junto al del aborto legal, fue "Mujeres: crisis social y política", el único de esta naturaleza en toda la jornada.
Finalizando la jornada se leyó un documento -que el PDT Tendencia no firmó. El extenso texto contenía la descripción de diferentes agravios a la mujer, pero sustraídos de la lucha de clases y de cualquier perspectiva de salida socialista a esos agravios. Una vez más, se disolvía a la cuestión de la mujer trabajadora en la multiplicidad de las identidades. La opresión de clase fue desplazada por la reivindicación de la “plurinacionalidad” y de la “perspectiva de género”. Ni la ‘pluralidad nacional’ significa la satisfacción de las reivindicaciones indígenas, ni la de ‘género’ las de las mujeres. Una y otra no cuestionan al estado capitalista, que no reconoce derechos nacionales fuera de la organización presente del estado, ni derechos de la mujer fuera del marco social de explotación, de la familia y del estatuto especial del clero.
La “actividad” que abrió la jornada del sábado: “Agite y juegos: Matar al macho”, es una tendencia extrema del feminismo identitario y ‘sororo’ Cualquier lector reconoce en este enfoque de la cuestión de la mujer las posiciones del FITU y del aparato que ha usurpado la historia política del Partido Obrero.
Las socialistas sostenemos que la doble opresión de las mujeres ha alcanzado mayores extremos como consecuencia de la decadencia del capitalismo, cuando no de la barbarie - no por una perversión de la naturaleza masculina. En oposición a esta expresión de barbarie en el campo del Encuentro, luchamos por la unidad de clase de los trabajadores y por un Congreso obrero.
El raquitismo del encuentro no es una expresión de un recule del movimiento de mujeres, sino de una crisis política, al exterior e interior del encuentro. La expresión de esta crisis es el slogan el movimiento “no da”. Se ha caído el adorado ‘soroísmo’ y sus cultoras y cultores se apresuran a declarar la muerte del movimiento de la mujer. Es por demás evidente que en lugar de tomar en cuenta la amplitud sin precedentes que ha alcanzado el sufrimiento de la mujer, en el marco de una pobreza que involucra a más de la mitad del país, las ‘sororistas’ han quedado paralizadas por la deserción del kirchnerismo.
La desmoralización corre por cuenta de quienes confiaron en que el lobby de las funcionarias con pañuelos verdes y el pasilleo parlamentario podía sustituir a las mujeres organizadas en las calles.
Si el feminismo oficial boicoteó la realización de un encuentro nacional, cuando su gobierno es golpeado por una crisis terminal, hay que decir que la izquierda democratizante (FITU, NMas, etc.) rechazó una deliberación política La metodología para ello fue “cada una en su propio gazebo”. Así, se convirtió al encuentro regional en un soliloquio de aparatos. Ello bloqueó también la posibilidad de resolver un plan de lucha conjunto. Es notorio la ausencia del exhibicionismo feminista del FITU, con relación a pasadas campañas electorales.
Empezamos una campaña por una movilización masiva, el próximo 25 de noviembre, el día contra todas las violencias hacia las mujeres. Once días después de las elecciones, veremos como se plantan los pingos en la cancha.
La lucha de las trabajadoras debe apuntar a destruir este régimen social y todas sus opresiones. Para eso necesitamos construir “Un movimiento socialista de la mujer trabajadora”.