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El debate en TN de los candidatos bonaerenses a diputados nacionales ni siquiera rozó la crisis del empobrecimiento y la miseria social que caracteriza a la Provincia, así como al conjunto del país. Los panelistas se volcaron de lleno a una agenda derechista y represiva en el primer punto en discusión, y no la abandonaron a lo largo de la noche.
Santilli y Tolosa Paz compitieron en el celo por un mayor reforzamiento de la policía bonaerense. Detrás, acompañaban la zaga del estado policial Espert, Hotton y Randazzo. En la provincia donde desapareció Facundo Castro, el nombre de Sergio Berni o la persistencia del gatillo fácil ni fueron mencionados – aunque Del Caño hizo referencia al desalojo violento de Guernica. Empujados por la agenda represiva, Santilli se olvidó de los pases de factura al inveterado Anìbal Fernández, y del pedido de renuncia que había hecho, una semana antes, su colega Vidal.
Tolosa Paz no quiso ser superada en la defensa de la bonaerense, a la cual, dijo, equiparó sueldos con la de la Ciudad. Con ese aumento pretendió justificar el achique de la co-participación federal al gobierno de Larreta. Randazzo, Hotton y Espert se encaminaron por la misma vía. El ´relato´ derechista que ocupó gran parte de la noche probablemente obedezca, más allá de la agenda represiva de la mayoría de los panelistas, a una interpretación de que el electorado gira a la derecha. Se olvidaron de los millones que boicotearon las PASO, pero no solamente esto. Las crisis extraordinarias se caracterizan por giros bruscos en la actitud de las masas, que no hace más que reflejar la volatilidad política existente y una falta ostensible de dirección. Esto les evita hablar de la situación desesperante de las masas, para atribuir el desasosiego ciudadano a la ´inseguridad´. Leandro Santoro había descripto a las Taser como armas de seguridad pública, cuando fueron diseñadas en realidad para combatir manifestaciones populares, en función de una contra-insurgencia urbana.
La agenda represiva sirvió de excusa para correr de la agenda a cuestiones calientes de la crisis social, por caso, la inflación que no cesa de escalar, a pesar del ´retraso´ cambiario y el ´congelamiento´ de tarifas, y ahora el ´control de precios´ – último recurso en carpeta. Tolosa Paz , naturalmente ni siquiera mencionó el tema. Santilli la socorrió con gusto, para no rendir cuenta de las devaluaciones de 2018-2019. Buenos Aires es una caldera social, y los Tolosa, Santilli y Espert sus más intensos fogoneros.
El debate quedó polarizado entre Tolosa y Santilli, con el resto tratando de meter sus ´propuestas´. Fue, en realidad, una pulseada de acusaciones y omisiones recíprocas – ninguno refutaba al otro, prefería salir del paso con otra acusación todavía omitida. Los buscadores de ´consenso´ se ensuciaron de lo lindo: vacunatorios Vip, fiestas en Olivos, fugas de Macri de la Justicia, espionaje…Con estudiada elocuencia, los grandes bloques del régimen se presentaron a sí mismos como dos camarillas en descomposición. El debate puso de manifiesto un escenario de desintegración política que pone en tela de juicio a las especulaciones sobre acuerdos post electorales y uniones nacionales entre el FdT y Juntos.
Obviamente, lo de ayer fue una escenificación electoral, para que los votos no se escapen por los costados. Pero después del 14, habrá otras poderosas razones para que el escenario de disolución política se agrave. Cuando Espert hizo la pregunta de la noche acerca de si el gobierno va a pagar, en 2022, los u$s20 mil millones de vencimiento al FMI, Tolosa contestó con un “preguntale a Santilli”, quien dio al silencio por respuesta. Santilli evitó reclamar lo que todas las patronales piden – el acuerdo con el FMI. En cualquier otro país, estas omisiones sobrarían para hundir los mercados financieros al día siguiente. Que esto no ocurra aquí, donde los ´mercados´ ya están en el subsuelo, sólo prueba lo desvalorizada que está la palabra oficial y la estación terminal de la crisis de gobierno. Los medios de comunicación, al día siguiente, ni registraron la burrada. El temor a pronunciar la palabra FMI muestra cuan limitada es la derechización que reivindican ambas orillas de la grieta. No los separa un océano, sólo un arroyo.
El régimen político vacila ante la posibilidad de pilotear las consecuencias sociales de un acuerdo con el FMI. En condiciones como estas, se explica que Melconian haya dicho que ´frenar´ la inflación sería peor que dejarla suelta, porque un ajuste podría hacer caer toda la estantería financiera de Leliqs y la recaudación fiscal, pero sobre todo provocar un estallido social en condiciones de ingobernabilidad.
En su crispación y sus choques, el debate mostró todo el potencial de disolución que se yergue sobre el régimen y sus partidos.
Al tratar el tema pandemia, el debate expuso la total coincidencia con la presencialidad. Santilli se olvidó de la cuarentena AF-Larreta-Kicillof para denunciar al gobierno por “no sostener las escuelas abiertas”. El aperturismo fue defendido ayer por los Santilli-Espert-Hotton-Randazzo, bajo la mirado complaciente de Tolosa y el silencio de Del Caño, fiel a la defensa de la presencialidad que hizo el FIT-U desde el día uno de la pandemia. El gobierno se sumó tempranamente al aperturismo como parte de una exigencia general de la industria , el clero, la educación privada y el comercio.
El ´debate´ de ayer dejó expuesta una crisis excepcional por arriba, que no fue señalada por ningún ´comentarista´.
En medio de esta vocinglería en favor de las “escuelas abiertas”, Del caño invocó los “testeos masivos” y la liberación de patentes, evitando cualquier referencia a la presencialidad. A diferencia de los demás, Del Caño aludió a la escalada inflacionaria. Denunció los “abusos monopólicos” y apoyó un control de precios “con el concurso de los trabajadores”. Todo parecido con Feletti no es casual, aunque el secretario de Comercio prefiere a los Cayetanos y a los intendentes para ojear las góndolas. En el pasado reciente, su colega Gabriel Solano había reclamado la “soberanía alimentaria” para defender ´la mesa de los argentino/as´. Del Caño hubiera debido denunciar que el gobierno que fomenta la inflación, al emitir dinero para los bancos -las Leliq y los pases cambiarios-, es incapaz de controlar a los monopolios. No denunció que los K buscan fabricar una tablita de precios para presentarla en las paritarias contra el aumento de los salarios.
El candidato del FIT-U se las arregló para defender el “ambientalismo”, sin denunciar la incompatiblidad del capitalismo en decadencia con la naturaleza. Atribuyó el cambio climático al ´extractivismo´, no al capitalismo, en momentos en que el FMI señala a lo que llama industrias no contaminantes como el ´driver´ principal de la reactivación económica. Después de haber atacado al Partido Obrero en el pasado, sin el menor fundamento, cuando emergió el movimiento piquetero, en torno de la condición de sujeto histórico del proletariado, el PTS pone en la misma bolsa a mujeres, jóvenes, ecologistas, disidencias, obrero/as en un movimientismo sin fines estratégicos. En el punto de la ´seguridad´, Del Caño defendió la legalización de la marihuana… como recurso para combatir al delito organizado, el cual, en cualquier caso, involucra a un conjunto amplio de drogas. Existe una tendencia mundial, encabezada, entre otros, por The Economist y Soros, que aboga por la legalización con el argumento, precisamente, de atacar al narcotráfico. Es el blanqueo de un jugoso filón capitalista, cuya contrapartida es la liquidación física y moral de miles de jóvenes. En cambio, cuando en la Legislatura porteña se debatió el criminal episodio de Time Warp (2016), llamamos a la juventud a defender “su lucidez y su conciencia plenas para luchar por la revolución”.
Del Caño mencionó esta vez al “gobierno de los trabajadores” e incluso al “socialismo”, para enmendar el silencio del FIT U en el debate de la semana pasada, y las críticas que recibió por semejantes omisiones. Tomó en cuenta a la fracción de izquierda del electorado. Presentó al gobierno de trabajadoras y trabajadores como un ajuste de cuentas contra “los ricos”, no como una superación del régimen de explotación en vigencia.
En el final del debate, Espert le espetó que los “países que él defendía estaban destruidos”. Del Caño invocó su condición trotskista, para no hacerse cargo de la acusación. No denunció, por ejemplo, los sesenta años de boicot a Cuba, o sea que no hizo una defensa histórica de la Revolución Cubana. Tampoco denunció lo que denuncia todo el mundo, el avance de la miseria social en los paśies avanzados, ni las crisis sistémicas a repetición, ni las muertes por Covid en Estados Unidos, ni el acaparamiento del ingreso mundial por el uno por ciento de la población. La destrucción de la derecha no tuvo lugar. Es cierto que forzó a Espert a mostrar su apoyo a la completa precarización laboral, pero tampoco es Espert el que se lleva el voto de una mayoría de precarizados, sino el kirchnerismo.
Los observadores políticos parecen coincidir en que el debate -y los debates- no alterarán el amperímetro de la elección, y que los candidatos “se hablaron a sí mismos”, o a su propio electorado. El debate ha traducido así el impasse más general de las fuerzas en presencia frente al proceso político. Con el autobombo de unos y otros han demostrado por anticipado que las elecciones no serán un canal de salida, ni tampoco el parlamento que salga de ellas.
En torno de las cuestiones que fueron escamoteadas en el debate de candidatos -la crisis social, la desorganización económica , la cuestión de la deuda, la crisis terminal del gobierno, la crisis del peronismo- se concentrará una transición política que demanda una intervención protagónica y dirigente de la clase obrera.