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La votación alcanzada por el FIT-U en las primarias -un 23,4 %- combina una serie de factores que importa analizar en el contexto del proceso político. En especial, porque ofrece la posibilidad de que Alejandro Vilca se convierta en el primer diputado nacional de izquierda por la provincia de Jujuy.
Las PASO dejaron en evidencia la disgregación provincial del PJ, y hasta cierto punto, la crisis del radicalismo en su coto, la capital jujeña. La cooptación de la Tupac Amaru, ocurrida enseguida después del arresto de Milagro Sala, en 2016, le permitió a Morales imponerse en las elecciones provinciales y nacionales desde entonces, con una mayoría superlativa en la capital, que concentra a la mitad de la población de la provincia.
La lista del FIT-U recogió la fragmentación política y electoral del PJ y también una desafección al oficialismo, que no corresponde a una mayor inserción en el movimiento obrero ni a un desarrollo militante.
El cuadro de esta elección es completamente diferente a la de 2017, hace cuatro años, cuando el FITU obtuvo el 17 % de los votos, al que le siguió luego un marcado retroceso en 2019. El año 2017 se caracterizó por una serie de triunfos, particularmente en los ingenios, que dieron lugar a un reagrupamiento llamado Federación Azucarera Regional (FAR), que arrancó paritarias superiores a las de FOTIA (CGT). En la actualidad, el movimiento obrero viene de sufrir golpes como el cierre de la Mina Aguilar y la venta del Ingenio La Esperanza, con la pérdida de cientos de puestos de trabajo en la industria, además del cierre de las metalúrgicas en Palapalá, entre otros. En cambio, 2017, por el contrario, se caracterizó por una movilización política de la clase obrera que tuvo su punto más alto en la elección en Gral. Libertador San Martin (Ledesma). Hubo una movilización política de los obreros del ingenio para fiscalizar la elección, un llamado de la comisión directiva de ese momento (que no es en absoluto de izquierda) a votar al FIT y, finalmente, la movilización contra el fraude que pretendía imponer el gobierno.
Hoy ese cuadro no se repite. Se destaca una votación de tipo “ciudadana”, del tipo de la del PO en Salta, en 2013. Registra una gran elección en la ciudad de San Salvador y en Palpalá, y un retroceso en las grandes concentraciones obreras de la zona agroindustrial.
El FITU, orientado por el PTS, se ha presentado en campaña enarbolando un sinnúmero de reclamos particulares, bajo la forma de “propuestas”.
El delegado judicial del PO oficial en la provincia, en una entrevista a Alejandro Vilca, presenta a una izquierda “siempre presente en las luchas” y “construyéndose en los lugares estratégicos”, a pesar de su raquitismo. Como recién llegado, no sabe de lo que habla, y como aparato, acomoda la realidad a la conveniencia de sus mandantes. El reportaje adolece de un balance de los avances y retrocesos, de los triunfos y derrotas de la clase obrera. Lo cierto es que el FIT-U ha abandonado el punto de vista obrero y socialista, para abrazar los planteos “identitarios” que exaltan al indigenismo, el feminismo, la juventud, el color de la piel, etc. La camarilla del PO acompaña a gusto la campaña del PTS, de la cual el único beneficio que ha obtenido fue nuestra exclusión.
Un balance parlamentario muestra que el PTS ha votado a favor de la aplicación de la ley Micaela en la provincia, de la Ley de Emergencia de género, y del cupo femenino (proyecto presentado por el espacio del vicegobernador en la legislatura), todos perfectamente inútiles para la mujer, pero que sirven al Estado para formar una burocracia ‘femenina”. Resulta curioso que el argumento para su votación a favor fue que “no se pueden poner en contra del movimiento de mujeres”, que acabó cooptado en su mayoría por parte del gobierno de Morales, gracias a la colaboración política de esa izquierda. Este accionar se ha reproducido en otros temas también.
El PTS votó también a favor de la conformación de una “comisión contra la tortura en las cárceles y comisarias”, a sabiendas de que sería controlada por la mayoría legislativa de Morales, a cuyo gobierno el PTS denuncia como el laboratorio de la represión en Argentina. Morales tiene ahora su propio comité para calificar los “excesos” en las cárceles de la provincia.
Al igual de lo que ocurre a nivel nacional, el FIT-U no desarrolla en Jujuy una agitación política de conjunto, ni su propaganda va dirigida a desarrollar una conciencia de clase socialista en los trabajadores.
El impasse del régimen político en un pseudo debate Escribe Marcelo Ramal