Luces, sombras y nubarrones con el FMI

Escribe Jorge Altamira

En la antesala de las elecciones.

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La crisis que atraviesan las negociaciones de Argentina con el FMI tiene muchos más ingredientes que las variables financieras. Lo prueban las confrontaciones diplomáticas repetidas en el ámbito latinoamericano, que tienen como fondo las convulsiones sociales y políticas que afectan al conjunto de los países. México, Argentina y Bolivia han formado un eje improvisado para dar un espacio de maniobra a las burguesías nacionales frente a las presiones de los Estados Unidos. Buscan proteger su propio territorio frente a los Macri y Bolsonaro continentales, que apoyan, aunque con salvedades, las arremetidas del imperialismo norteamericano. Un caso especial lo constituye la avanzada de China en varios países de América Latina, a los que ha invitado, Argentina incluida, a incorporarse a las inversiones en infraestructura que propone la Ruta de la Seda. China divide a las burguesías nacionales en cuanto demandante de materias primas agrícolas y mineras, y de otro lado competidora de industrias de base, como es el caso de la siderurgia – lo cual explica la oposición de Techint. Biden ha declarado el boicot a Huawei, la principal empresa de equipamiento de telecomunicaciones, expulsándola de la Bolsa de Nueva York y prohibiendo la provisión de semiconductores para la instalación del 5G. Huawei se ha visto obligada a retirarse de este mercado, luego de sufrir una caída multimillonaria en sus ingresos.

La excesiva dilación para arribar a un acuerdo con el Fondo advierte también las divisiones dentro de su directorio, esencialmente entre Estados Unidos y la Unión Europea. Tampoco prevalece la ´unidad´ dentro de Estados Unidos, donde es notoria la ´grieta´ entre demócratas y republicanos a partir del gobierno de Trump y del asalto golpista al Capitolio. La prensa internacional coincide en la debilidad política del gobierno de Biden, que va camino a convertirse en una estación intermedia hacia otro gobierno de tipo trumpista agravado. Advertido de esto, Alberto Fernández saludó los galones democráticos de Biden, en oposición a Trump, algo que fue visto como una torpeza diplomática que incomodó el presidente norteamericano.

Las negociaciones con el FMI son vistas también por el capital financiero como un instrumento para terciar en la crisis política del gobierno de los Fernández y del peronismo. Massa, Manzur e incluso Béliz, se han jactado de tener tránsito con los llamados ´inversionistas´, del que no gozaría, digamos, la Cámpora. La falta de un acuerdo ´ortodoxo´ con el FMI perjudica, por otra parte, la cotización de los títulos de la deuda reestructurada de estos fondos – algunas decenas de miles de millones de dólares. El programa declarado de estos fondos es: megadevaluación, aumento de las tasas de interés, ajuste fiscal y monetario. Argentina en llamas. Esto cuando la inflación en Brasil se ha disparado al 11% anual, el Congreso ha votado un mayor déficit presupuestario y las perspectiva de crecimiento económico 2021/3 son casi nulas.

“Choque inminente”

En este contexto, el Financial Times ha bombardeado a Argentina con previsiones apocalípticas. Los artículos de los últimos diez días están construidos por infidencias anónimas y una falta completa de análisis de la economía. Asegura que el FMI rechaza todo tipo de concesiones, sin ofrecer una evidencia fáctica. Al pasar, sin embargo, admite la posibilidad de que ocurra todo lo contrario de lo que vaticina: “Con la reserva de divisas de Argentina agotadas”, dice, “la lógica económica sugiere que incluso un acuerdo básico sería el mejor resultado para ambas partes”. El columnista admite, entonces, que “un acuerdo básico” sería una salida para el propio FMI. Este acuerdo tendría un calendario de pago de la deuda de Argentina, contraída por el macrismo. Sin reservas internacionales, una liberación del mercado resultaría en una devaluación incontrolable, algo como lo que viene ocurriendo en Líbano, un país que se ha convertido en un espectro del pasado. Conclusión: el Fondo acepta y promueve la continuidad de un ´cepo´ que acompañaría a buena parte del acuerdo. Este desenlace desataría una crisis en los círculos financieros internacionales, porque no recuperaría el valor de la deuda de Argentina. Los términos del “acuerdo básico” no atenúan en nada la carga de u$s45 mil millones de la deuda con el FMI, con su carga y ´sobrecarga´ de intereses. Una parte importante de la industria, por otra parte, no consiente un ´ajuste´ financiero que retrotraiga el PBI a los niveles de 2020. Una devaluación caótica beneficiaría, claro, a quienes han apostado contra el peso, pero no a la agro-industria exportadora, que es el ´pivot´ de la llamada “recuperación”. Es que una mega devaluación desequilibraría los mercados interno y de exportación de Argentina, y reforzaría las retenciones a la exportación, para rescatar a la recaudación fiscal de una enorme desvalorización. La deuda pública debería ser renegociada, de nuevo, por entero. El plan B a la falta de viabilidad de ese ´acuerdo básico´, sería negociar un período de impago de la deuda, que podría extenderse a todo 2022. Un ´defol´ pactado. El impasse de financiamiento se acentuaría.

El “acuerdo básico” pone en el centro de la escena el Presupuesto 2022, que debe fijar las metas fiscales y monetarias. Obligadamente, deberá ser negociado con la oposición, que podría alcanzar una mayoría, al menos de veto, en ambas Cámaras, luego del domingo que viene. Horacio Larreta acaba de hacer un guiño a la posibilidad de un acuerdo presupuestario, algo inevitable, hasta cierto punto, porque de lo contrario habría que prorrogar el de 2021. No cabe duda que ese acuerdo sería un torpedo en la línea de flotación de Juntos. La necesidad de gobernar por acuerdos hasta 2023 es, por otro lado, incompatible con la actual estructura política del gobierno; algunos ya promueven otro gobierno. En estos días se viene ventilando convocar a una Asamblea Legislativa que vote un nuevo Presidente apoyado por una liga de gobernadores. El ´acuerdo básico´ de salida al impasse financiero con el FMI, serviría para dinamitar al gobierno de Todes.

“La deuda es lo de menos”

Estirar los plazos de pago de la deuda o simplemente renegociarla, no cambia la catástrofe social del país. Los Fernández han ejecutado un plan de ajuste social en pandemia, absolutamente enorme, bajo la presión de la hipoteca financiera y del ´defol´. La conversión del sistema jubilatorio en un rubro del Tesoro, a fuerza de eliminar los aportes patronales y desvalorizar, junto con el salario, los aportes personales, lo ha puesto a tiro de todos los ajustes fiscales. Cuando las patronales dicen que el gobierno gasta más de lo que ingresa, omiten que el sistema previsional era en el pasado autónomo y fuera del Presupuesto; el aporte patronal fue reemplazado por el impuesto al contribuyente. Martín Guzmán dice, por este motivo, que “las jubilaciones son inflacionarias” (A Dos Voces). La jubilación mínima representa el 20% de una canasta familiar.

Si los Fernández llegan a “un acuerdo básico” con el FMI, la crisis social no se atenuará sino que se acentuará. Combinada con la crisis de gobierno y los acuerdos y desacuerdos con la oposición, la presión de la olla social no cesará de aumentar. La ´recuperación económica´ no viene acompañada con la ´recuperación social´, de modo que una mejora de la producción atiza más la desigualdad de los ingresos y la conciencia de la miseria social. La inflación de precios ha levantado cabeza a nivel mundial, porque las crisis financieras y ahora la pandemia, han hundido a la globalización y potenciado las rivalidades nacionales. Guerras de vacunas, de respiradores, de componentes básicos de instrumentos hospitalarios; concentración de la producción en menos manos, monopolización del comercio; la emisión enorme de moneda para rescatar a las corporaciones capitalistas; niveles astronómicos de deudas públicas; aumento de los gastos armamentistas; esto y mucho más está desorganizando la economía internacional. Las negociaciones con el FMI transcurren en un marco inflacionario y en un marco de desequilibrios comerciales y financieros crecientes. Este contexto afecta a América Latina con mayor fuerza.

De modo que el impasse histórico que viven las masas guarda relación con el impasse del conjunto del sistema capitalista. No existe una salida circunscripta a “una acuerdo básico” o a una llamada ´negociación soberana´ o incluso al ´no pago´ de la deuda. Plantea la cuestión de qué clase gobierna la sociedad.

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