FMI: cómo respondemos al ataque en puertas contra el salario, las jubilaciones y el derecho al trabajo

Escribe Marcelo Ramal

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Los apremios financieros y cambiarios del gobierno han acelerado las especulaciones acerca del acuerdo con el FMI, que el Presidente reafirmó en la misma tarde de los comicios generales. Aunque las tratativas entre el gobierno y el Fondo se intensificaron, el valor de los títulos de la deuda -así como las acciones de las empresas argentinas en el exterior- continúan en caída libre. Los agentes de las finanzas internacionales sostienen que el arreglo con el Fondo no eximiría a la Argentina de una nueva reestructuración de deuda en pocos años, precisamente, por la acumulación de vencimientos -los de la deuda que se renegoció con los acreedores privados y la que se reciclaría ahora con el Fondo. Para aventar el pronóstico de un nuevo defol, y recuperar el valor de los depreciados títulos de deuda, los fondos privados exigen que el arreglo con el FMI contenga un severo ajuste fiscal. Según informan algunos, Guzmán quiere zafar de esa presión pateando los vencimientos más significativos con el Fondo hacia 2027-2028. Sus pedidos anteriores, los de pagar esa deuda a veinte años y con menores intereses, terminaron en el cesto de papeles.

El arreglo con el FMI ha disparado una lucha de buitres que se conecta, por un lado, con la bancarrota argentina, y del otro, con la crisis mundial. En la misma mesa donde Argentina reclama concesiones económicas, el imperialismo coloca la cuestión del “alineamiento internacional” del país. La cancillería albertista acaba de confirmar la presencia del presidente en la “Cumbre de la Democracia”, el cónclave que Biden armó para juntar voluntades contra las pretensiones expansionistas de China. Sin embargo, en sus advertencias sobre los “costos” de un futuro acuerdo con el FMI, Cristina Kirchner omitió cuidadosamente el punto de la política internacional. A caballo de los "gestos" políticos y económicos, Guzmán-Fernández no descartan dilatar por unos meses al acuerdo con el Fondo, especulando con aguantar con los dólares de la cosecha o de algún préstamo internacional "fuera de programa". Pero una dilación tendría como contrapartida concesiones económicas cruciales. Cualquiera sea el ritmo del arreglo en discusión, sus dos pilares no dejan dudas: la devaluación de la moneda y la reducción de los subsidios tarifarios en el presupuesto 2022.

Consecuencias

El telón de fondo de la disputa por la deuda es la bancarrota nacional, que se manifiesta en una hipoteca pública y privada superior al 100% del producto bruto pero, principalmente, en el empobrecimiento generalizado. La contracara de esta quiebra es la alevosa fuga de capitales perpetrada por el capital internacional y por la burguesía argentina, sin solución de continuidad entre los gobiernos de “Juntos” y “Todos”. Argentina llega al final de 2021 sin reservas internacionales disponibles, pero después de haber reunido un superávit comercial de 25.000 millones de dólares en los últimos dos años. Esta fuga fue financiada, primero, con el préstamo fondomonetarista a Macri y, después, con la gigantesca emisión destinada al rescate “pandémico”, no de la población explotada, sino del capital. Ahora, esa hipoteca quiere ser trasladada integralmente a los trabajadores. Los planes “moderados” de aproximación al arreglo con el Fondo contemplan una devaluación del 25/30% de la moneda, y tarifazos que compensen al semicongelamiento de estos dos años, por un lado, y a la nueva devaluación, por el otro. Cualquiera de las variantes o especulaciones que se tejen en torno del arreglo con el Fondo conllevan un mazazo contra la clase obrera. Ese golpe se descargaría sobre un derrumbe social de alcance histórico. Como nadie ignora esta perspectiva, se entiende porqué el arreglo con el Fondo desató una crisis en las dos coaliciones del régimen, que es apenas el anticipo de la crisis política todavía mayor que podría desencadenarse después del acuerdo. Cristina Kirchner salió a desmarcarse de sus consecuencias, y los opositores de Juntos recelan del proyecto que se lleve al Congreso. El plan plurianual también augura choques por arriba, pues el FMI defiende el sostenimiento de impuestos que aseguren el pago de la deuda (retenciones) mientras que el capital agroindustrial los rechaza.

Cómo respondemos

Aunque las alternativas de la crisis argentina se discuten en los foros financieros o bursátiles, sus consecuencias se harán sentir con fuerza en las fábricas, hospitales, escuelas o barrios. Las burocracias sindicales –y las de las “organizaciones sociales”- han refrendado su apoyo al acuerdo con el Fondo. Llegaron al extremo de realizar una marcha en su favor, tres días después de las elecciones. El significado de este compromiso es claro: la burocracia se empeñará en hacer pasar el golpe que se prepara contra el salario, las jubilaciones y el derecho al trabajo. Ese compromiso puede incluir la variante de un “paro” rutinario para encauzar la reacción obrera. Por lo tanto, un plan de lucha real contra el ajuste en ciernes sólo puede ser el resultado de la iniciativa de las comisiones internas y delegados independientes, de los sindicatos antiburocráticos y del clasismo. La gran tarea planteada hoy es impulsar la organización de plenarios, coordinadoras y acciones de lucha, en la perspectiva de un congreso de trabajadores y de una acción de conjunto contra el paquete fondomonetarista: una huelga general. El programa de ese plan de acción debe contemplar un aumento de emergencia y la indexación mensual de salarios y jubilaciones; reparto de las horas de trabajo, ningún tarifazo, repudio de la deuda usuraria. En oposición a los gobiernos del capital y el FMI, gobierno de trabajadores. Abramos la deliberación entre los activistas y luchadores.

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