Crítica a la nota “Elecciones en actores: desafíos para la recuperación del gremio”

Escribe Matias Melta

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La nota a la que voy a hacer referencia comienza comentando que “el día 6 de diciembre se desarrollaron las elecciones de la Asociación Argentina de Actores donde la lista Celeste renovó su mandato con un 68% de los votos frente a un 28% de la lista Naranja, encabezada por Iván Moschner.” Primer error de método: la Naranja no es solo la lista “encabezada por Ivan Moschner”, es 100% la lista del aparato del Partido Obrero Oficial, que, entre otras cosas, durante la pandemia realizó una campaña con consignas penosas y lejos de una posición verdaderamente clasista (que desarrollaré más adelante). Sin informar esto, se priva al lector desde un primer momento de los elementos que le permitan comprender de qué tipo de lista hablamos -cuando venimos denunciando en líneas generales pero también dentro de los gremios la política de adaptación al régimen del PO Oficial.

Luego comenta la baja participación de los afiliados en la elección -votaron 1.246 de un padrón de 8.800-, el bajo nivel de sindicalización entre los actores debido a la precarización -agravado por el alineamiento con el gobierno de la burocracia del sindicato. También coloca el debate entre la oposición, es decir La Naranja y La Violeta, en el que la primera se presentó y la segunda no lo hizo frente a las irregularidades del proceso, llamando a la abstención. La nota continúa diciendo “En esta disyuntiva, habiéndose presentado una lista de oposición con un programa donde se coloca la defensa del salario y del convenio, entre otras cosas, la abstención aparece como un rechazo a la dirección gremial sin fisionomía política. Sin contenido claro, cuando justamente, para recuperar el gremio como herramienta de lucha lo que se necesita es claridad política.” Es decir: la posición que se coloca es que lo correcto, si es que Política Obrera hubiera participado de la elección, es que habría que haber llamado a votar a La Naranja.

Luego llama a un plenario abierto para la “recuperación del gremio” -el cual puede ser un buen punto de partida- y concluye “Solo el debate y la acción común en la claridad puede quebrar a una dirección sindical que encorseta y limita la organización de los artistas escénicos a los intereses de un gobierno ajeno a los intereses de los trabajadores.”

Ahora bien: porque no existe en toda la nota una sola línea de delimitación con La Naranja - si lo que pretendemos es “la claridad”- y presenta únicamente lo que serían los aspectos “positivos” de la misma -“una lista de oposición con un programa donde se coloca la defensa del salario y del convenio?” Es una nota de franela a La Naranja y eso es un error, por más que como Política Obrera no hayamos participado del proceso eleccionario. Además, termina circunscribiendo a una línea en la que el sindicalismo es lo fundamental, dejando de lado profundos problemas de naturaleza política.

Durante la pandemia, Actuemos/Lista Naranja agitó como consigna central que el Estado debía otorgar una “compensación salarial mensual de $30.000”, esto “Frente a la emergencia económica de artistas y trabajadores de la cultura”. O sea que impulsó la lucha por un subsidio miserable -$30.000 no es un salario-, en vez de agitar la consigna clasista y necesaria que el momento de desocupación masiva y desesperación entre los actores precisaba, o sea un salario igual a la canasta familiar. Esa fue la consigna que agitó la Asamblea de Trabajadores de la Música -que Politica Obrera dirige- para los músicos de todo el país. Estamos hablando entonces de un posibilismo al palo que, además, terminó quedando sujeto al parlamentarismo, ya que se planteaba como “proyecto de ley”. Nada que deba sorprender a esta altura viniendo del aparato del PO Oficial.

Además de no colocar ni una línea sobre este bochorno -que pinta de cuerpo y alma a La Naranja-, la nota tampoco aclara que Actuemos se desenvolvió, con Melania Buero a la cabeza, como furgón de cola del kirchnerismo que dirige “Actrices Argentinas”, con un seguidismo servil a sus posiciones -es decir abandonando el clasismo y la lucha por una política socialista en el movimiento de mujeres- con el fin evidente de poder hacer “figurar” a las candidatas Biasi y Del Plá. Lo político no se escinde de lo sindical: estas mismas “limitaciones” quedan sujetas a la cuestión de la Lista y la elección.

Se supone que colocar estos elementos, a la hora de hacer un balance de la elección, carece de sentido? Todo lo contrario: si la nota pretende presentar un balance sensato, estas graves desviaciones -y hay más- tendrían que haber estado presentes en la misma, porque sino lo que predomina es que La Naranja tiene todos los porotos de una lista de aspectos progresivos, cuando su tendencia es la contraria.

Es necesario partir de la base de una delimitación clara de los protagonistas de las diversas elecciones sindicales, más si los mismos son parte del aparato que abandonó el programa histórico del PO por uno que se amolde, laxamente, a lo que “conviene” en los términos del régimen.

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