Rebelión popular: a 20 años del Argentinazo, entrevista con Jorge Altamira

Escribe Ainelén Gallotto

Publicado en rockyarte.com, 20/12/21.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Dos décadas pasaron de aquel 19 y 20 de diciembre, donde un pueblo entero salió a la calle para luchar contra la barbarie capitalista.

Muchas cosas pueden decirse de aquellas jornadas de lucha y piquete, pero preferimos hablar con un referente indispensable de la izquierda Argentina, como lo es Jorge Altamira. Jorge Altamira, dirigente de Política Obrera

En una entrevista exclusiva con Rock y Arte, le consultamos al fundador del Partido Obrero y referente de Política Obrera Tendencia, acerca de la vigencia de aquel “estallido”, los desafíos de la izquierda y la situación política actual.

RyA: ¿Cuál considera usted que es el alcance de la vigencia del Argentinazo hoy día?

Jorge Altamira: -La actualidad del Argentinazo se manifiesta, apenas uno se despoja de las caracterizaciones unilaterales o completamente distorsionadas que se han hecho desde el mismo 2001. No fue un acontecimiento nacional sino internacional, no fue una crisis ‘económica’ sino agudamente capitalista, no obedeció a la incapacidad de un gobierno o solamente a un complot político, ni fue un “estallido”.

La bancarrota de 2001 es la fase final de una cadena de crisis internacionales, que arrancan con la crisis de Venezuela en 1989, sigue en México en 1994, estalla de un modo brutal en 1997 en el Sudeste Asiático, continúa en Rusia, donde pone en peligro la unidad nacional, y en Estados Unidos, en el 2000, donde quiebra el mayor fondo internacional de inversiones y obliga a un rescate preventivo del sistema bancario norteamericano, y alcanza a Brasil en enero de 2001. Obviar este encadenamiento internacional, reduce los acontecimientos de 2001 a un episodio doméstico.

El ‘estallido’ del 19 y 20 de diciembre es en realidad una rebelión popular, o sea un levantamiento contra un régimen político. Arranca con la huelga indefinida y cortes de ruta en Tartagal y General Mosconi, en respuesta a los despidos que desata la privatización de YPF. En 1993 se produce el ‘Santiagueñazo”, que derroca al gobierno provincial. En 1996, el Cutralcazo marca un punto de máxima tensión cuando la jueza encargada de la represión se declara “incompetente” frente a lo que denomina una “rebelión popular”.

Esta década de rebeliones tiene por escenario a toda América Latina: Caracazo en 1989, bloqueos continuos en Bolivia contra la privatización del agua y la exportación de gas, hasta el derrocamiento del gobierno en octubre de 2003. Insurrección indígena y popular en Ecuador, en el 2002, donde la caída del gobierno es seguida por otro de corte indígena, que dura 48 horas. Estos señalamientos demuestran las falacias acerca de un ‘estallido’ local, que se habría debido al ‘cansancio’ de la ciudadanía con ‘la clase política’.

Cuando se cumplía una década apenas, día por día, de la disolución de la Unión Soviética, de la “victoria final” del capitalismo y del “fin de la historia”, se producían una orda de rebeliones populares contra el régimen político y social presente, con independencia de la mayor o menor conciencia de los protagonistas. Un primer paso. La historia recobró su tradición subversiva.

La vigencia de las rebeliones populares vuelve a estar vigente, después del brevísimo interregno de los Macri y los Bolsonaro, como se ha puesto en evidencia en Chile, Ecuador, Bolivia, Colombia, e incluso Cuba, cuyo gobierno ha emprendido en el último tiempo un curso ‘menemista’.

El fenómeno traspasa los continentes, por caso las revoluciones árabes de 2011/2, la rebelión norteamericana contra la brutalidad policial, y ahora mismo las huelgas sin precedentes en los últimos cuarenta años en Estados Unidos, y las rebeliones femeninas en todo el planeta.

RyA: -¿Cómo compararía los términos económicos que derivaron en la crisis del 2001 y la actual?

Jorge Altamira: -El décimo aniversario del Argentinazo pasó sin trascendencia, cuando el kirchnerismo acababa de ganar con el 54% de los votos. El vigésimo aniversario es diferente. Argentina de nuevo en default, pobreza del 50%, repetidas movilizaciones callejeras, impasse político sin precedentes, o sea inmovilismo del régimen gobernante, en medio de una pandemia que ingresa en la “quinta ola”.

De acuerdo a Biden, el mundo se encuentra, textual, en “un punto de inflexión”. La rebelión popular acecha, esta vez frente a un gobierno peronista con equipo completo. Es una vuelta a 1975, cuando una huelga general liquidó en la práctica al gobierno de Isabel Perón, ahora sin posibilidad de un recambio militar.

Los regímenes políticos de América Latina, y por lo tanto sus estructuras de base, caminan por una cuerda floja. Otra peculiaridad del momento actual es la incapacidad que han puesto en evidencia las grandes potencias para imponer un acuerdo con el FMI, que poco les costaba en el pasado. De la deuda externa de 2001, 180 mil millones de dólares, a la actual, de más de 500 mil millones, el chaleco de fuerza de los fondos internacionales y nacionales está a punto – éste sí – de ‘estallar’.

RyA: -¿Cuál es la potencialidad de un próximo estallido social frente a la situación actual?

Jorge Altamira: -Como en 2001, el punto crucial es la autonomía política de la clase obrera, que es la condición para una salida positiva o sea revolucionaria a las secuencias de crisis decenal, cada vez más intensas, que caracterizan la historia última de Argentina. Todas las clases sociales que han demostrado su incapacidad para ofrecer una salida, tienen su propia representación política, en mayor o menor grado.

La clase obrera no ha organizado aún un partido obrero, a partir de su propia experiencia. Los esfuerzos de una izquierda realmente socialista deben ir en esta dirección. Es nuestra dirección, la de la Tendencia Política Obrera.

RyA: Finalmente Jorge, nos gustaría saber qué le diría a los trabajadores en este aniversario del Argentinazo.

Jorge Altamira: – A los trabajadores les falta coordinación de las luchas y un Congreso Obrero que presente un programa y un plan de acción. La burocracia sindical se ha convertido en la “columna vertebral” del acuerdo con el FMI, como lo han planteado sus dirigentes en forma repetida y sin excepción. Hace veinte años, el moyanismo fungía de oposición, aunque en 1999 favoreció el voto a De la Rúa.

Ahora no existe ni la sombra del adefesio pasado. Hemos advertido en numerosos artículos, en los últimos seis meses, que la crisis del gobierno de los Fernández es “terminal”. La crisis en que ha entrado el Legislativo y la crisis en el Poder Judicial, confirman esta caracterización. Todo el esfuerzo de los luchadores debe estar dirigido a desarrollar en la clase obrera la capacidad para plantarse como alternativa de poder.

Te dejamos una charla de Jorge Altamira a la que podes ingresar haciendo clic aquí

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